La flema es la mucosidad que recubre la nariz y la tráquea, y que lubrica y atrapa bacterias, suciedad e irritantes al inhalar aire hacia los pulmones. En la mayoría de los casos, si expectora flema clara o blanca, no hay de qué preocuparse, según el sitio web de salud Medical News Today (Reino Unido).
Sin embargo, si la flema es amarilla, verde o marrón, puede deberse a las siguientes enfermedades:
Infección del tracto respiratorio
Una tos persistente con flema podría deberse a asma, gripe, bronquitis o neumonía.
Las infecciones de las vías respiratorias afectan la garganta, los senos paranasales, la tráquea y los pulmones. Los síntomas comunes incluyen flema amarilla, verde o marrón, estornudos, congestión nasal, dolor de garganta, dolor de cabeza, fiebre, dolores corporales y sibilancias.
Las infecciones respiratorias comunes incluyen resfriados, bronquitis, sinusitis, bronquiolitis y neumonía. Dependiendo de si el agente causal es bacteriano o viral, su médico le recetará el medicamento adecuado.
Asma
El asma se caracteriza por síntomas como sibilancias, opresión en el pecho, dificultad para respirar y tos con flema. La enfermedad se produce cuando las vías respiratorias se contraen, interrumpiendo la circulación del aire y provocando dificultad para respirar y otros síntomas.
La flema del asma suele ser blanca o transparente. Si se vuelve amarillenta, consulte a su médico lo antes posible. Esto se debe a una infección, que puede empeorar el asma.
enfermedad pulmonar
La Asociación Americana del Pulmón (ALA) advierte que una tos persistente con flema podría ser señal de un problema pulmonar. Esto es especialmente cierto si la flema es amarilla, verde o marrón.
Una de las enfermedades pulmonares más comunes que causa esta afección es la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Esta daña los bronquios o alvéolos, lo que provoca acumulación de moco y dificultad para respirar. La EPOC es una enfermedad crónica que empeora con el tiempo.
Reflujo gastroesofágico
La enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) se caracteriza por síntomas como acidez, náuseas e irritación de garganta. Se debe a que el ácido estomacal sube con frecuencia al esófago y daña el tejido que lo recubre.
Cuando el tejido del esófago se irrita constantemente por el ácido estomacal, puede provocar asma, neumonía y bronquitis. Para tratarla, además de tomar medicamentos, los pacientes deberán realizar cambios en su estilo de vida, como dejar de fumar, llevar una dieta saludable y evitar los desencadenantes del reflujo, como las comidas picantes, el alcohol, las grasas, las frutas ácidas y los alimentos ricos en cafeína, según Medical News Today.
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