Pérdida de confianza
En el flujo de información de los medios de comunicación y de la opinión pública sobre la educación en los últimos días, es fácil ver muchas quejas, enojo y el deseo y esperanza de mejorar la calidad de la educación en nuestro país.
Sin soluciones radicales y drásticas, la educación parece estar estancada en situaciones recurrentes como esta. (Fuente: TPO) |
La respuesta un tanto familiar: "Lo sé, es difícil, lo sigo diciendo" muestra que la imagen de la educación desde una perspectiva social está perdiendo más simpatía que nunca.
Al esbozar las líneas básicas del panorama educativo, nos guste o no, la opinión pública debe pensar inmediatamente en los colores oscuros y las vetas tristes que realmente existen y abundan.
Por ejemplo: el cobro excesivo desenfrenado bajo el pretexto de la socialización; las tarifas irrazonables, “altísimas”, disfrazadas de “acuerdo” y “voluntad”; la enfermedad crónica del logro en la enseñanza y el aprendizaje, en las actividades de emulación y movimiento; el problema de la violencia escolar, tanto de estudiantes como de maestros, que aparece cada vez más…
Por lo tanto, ante una sola historia de violaciones educativas expuestas por los medios, nombradas y avergonzadas por la prensa, toda la sociedad "se levanta" para exigir justicia y rectificación.
Las críticas y condenas abundaron en todos los medios de comunicación. Esta tendencia va en aumento, lo que demuestra que la educación está perdiendo gravemente la confianza y la simpatía de la sociedad.
Sin soluciones fundamentales y drásticas, la educación seguirá teniendo dificultades en situaciones como ésta.
Objetivo y calma
La crítica social en general y la crítica social en el ámbito de la educación en particular es sumamente necesaria y trae consigo muchos impactos positivos.
Esta actividad ayuda no sólo a los expertos sino también a la sociedad a percibir la situación actual, descubrir las causas y proponer soluciones para mejorar la calidad de la educación.
Sin embargo, para que la crítica sea lo más efectiva posible, es necesaria una actitud objetiva y tranquila.
Si tenemos prejuicios sobre la educación basados en historias negativas que sucedieron antes, o si equiparamos un solo incidente a la naturaleza de todos los casos, nos resultará difícil ser objetivos al hacer comentarios y valoraciones; lo que nos llevará a proponer soluciones inapropiadas e inexactas.
No es raro que comentarios excesivamente extremos sobre la educación, especialmente en Internet, hagan que la calidad de la crítica educativa pierda su valor inherente.
¿Qué sucede si el buen propósito del autocuestionamiento educativo, de la crítica educativa y de la reforma educativa se expresa con palabras duras, emotivas y enojadas, carentes de argumentos válidos y de explicaciones lógicas convincentes?
La crítica objetable, la "generalización" e incluso el uso del lenguaje sin calma no sólo dañan su buen propósito y significado original, sino que también tienen un impacto psicológico negativo en los maestros genuinos, haciendo que se sientan heridos.
La profesión docente ha perdido su prestigio y el respeto a los docentes en la sociedad. Se les ha negado su esfuerzo, su espíritu innovador y su dedicación a la profesión.
Esto entristece a los docentes que aman su profesión. Por lo tanto, es necesario ser objetivos y serenos al criticar la educación, para que quienes la critican puedan contribuir con su fuerza al proceso de cambio educativo.
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