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La tecnología 'impulsa' las billeteras y los impulsores de la tecnología obedecen a los algoritmos

Sin jefe, sin oficina, sin control de tiempo, los conductores tecnológicos se consideraban un modelo de libertad profesional en la era 4.0. Pero al volante está la mano invisible de los algoritmos: deciden órdenes, puntuaciones, recompensas, penalizaciones e ingresos.

Báo Tuổi TrẻBáo Tuổi Trẻ23/06/2025

Conductor tecnológico – Foto 1.

Los impulsores tecnológicos trabajan bajo la influencia de algoritmos

En plataformas de transporte como Grab, Gojek o Be... cada viaje es calculado por el sistema: precio, lugar de recogida, tiempo de viaje, nivel de bonificación... Todo está programado y operado por algoritmos.

Los conductores no pueden negociar ni elegir libremente los pedidos si desean conservar sus puntos. Incluso cancelar o rechazar pedidos varias veces puede resultar en la reducción de puntos y la pérdida de pedidos prioritarios sin una explicación clara.

Esto hace que cada conductor se convierta gradualmente en un eslabón de la máquina, alguien que ejecuta comandos del software en lugar de alguien que decide activamente su propio trabajo.

Los impulsores de la tecnología y la competencia oculta con las máquinas

A diferencia de los trabajadores de oficina que tienen KPI públicos, los conductores de tecnología son evaluados a través de un sistema de puntuación cerrado, donde se puntúa cada operación más pequeña, desde la recepción de pedidos y el tiempo de recogida hasta la frecuencia de cancelaciones.

Un conductor compartió: "Conduzco, pero siento como si estuviera haciendo un examen con una máquina. El sistema multa, pero nunca da una razón".

Según la investigación de Tuoi Tre Online , muchos conductores han desarrollado "trucos" para sortear el algoritmo, como activar la aplicación en zonas concurridas y luego desactivarla, o cancelar pedidos en el momento oportuno para evitar una mala puntuación. Algunos lo llaman "engañar al sistema", lo que refleja la presión por complacer a la IA para mantener los ingresos.

Esto no sólo muestra la presión invisible del sistema, sino que también refleja la desviación del comportamiento profesional debido a la excesiva confianza en los puntajes.

La tecnología no regaña ni castiga directamente, sino que crea una presión silenciosa: miedo a perder puntos, miedo a perder pedidos, miedo a perder bonificaciones.

Muchos conductores trabajan de 12 a 14 horas al día para mantener una buena puntuación, con la esperanza de ser la "primera prioridad" del sistema al día siguiente. La sensación de estar constantemente monitoreados y evaluados provoca que el estrés se acumule, convirtiéndose gradualmente en estrés crónico y fatiga sin que nadie se dé cuenta.

Esta es la zona gris entre la libertad y la explotación: donde no hay un jefe al que regañar, pero la tecnología aún controla todo el ciclo de vida laboral del trabajador.

Los "rincones oscuros" de un sistema inteligente pero opaco

El núcleo de la inseguridad radica en la falta de transparencia.

Los conductores desconocen por qué se les descuentan los puntos, se reducen sus pedidos o se reducen sus bonificaciones. La plataforma aplica unilateralmente cualquier cambio en las políticas o en el cálculo de recompensas y penalizaciones. Los trabajadores solo reciben información, no retroalimentación ni negociación.

Incluso hay indicios de discriminación regional: a los conductores en zonas suburbanas y con pocos clientes se les da "menor prioridad" que en las zonas centrales más concurridas, lo que genera diferencias de ingresos no debido a la capacidad, sino a la ubicación geográfica y al tráfico del sistema. No solo en Vietnam, la controversia sobre los derechos de los conductores de plataformas ha estallado en Estados Unidos, Europa, China, India...

La UE ha propuesto regulaciones que exigen a las plataformas divulgar sus algoritmos de puntuación y asignación, y otorgar a los trabajadores el derecho a una explicación. En Vietnam, aún falta el marco legal para proteger a los conductores tecnológicos —quienes trabajan libremente, pero dependen profundamente del sistema—.

Esta no es sólo una historia sobre derechos laborales, sino también sobre derechos humanos en la era digital: el derecho a saber cómo te juzgan, por qué te niegan oportunidades.

¿Libertad profesional o explotación digital?

Los impulsores de la tecnología –el modelo de los trabajadores autónomos– ahora parecen vivir según los horarios y las reglas del sistema digital.

Están al volante, pero sus ingresos, sus horarios e incluso su capacidad para conseguir trabajo están determinados por algoritmos. Eligen su propio horario, pero solo para complacer a un sistema invisible, sin nadie con quien hablar ni negociar.

La tecnología ha abierto oportunidades profesionales flexibles, pero sin transparencia y equidad, la tecnología misma se convertirá en un grillete que sofocará la libertad ocupacional.

¿Quién conduce realmente?

El conductor parece tener el control del volante, pero los ingresos y las oportunidades los maneja el sistema.

Si los algoritmos invisibles continúan gobernando sin transparencia, el “trabajo gratuito” se convierte en una tapadera para un nuevo tipo de explotación digital, donde los humanos sirven a las máquinas, no al revés.

DOS MENTES

Fuente: https://tuoitre.vn/cong-nghe-lai-vi-tien-va-tai-xe-cong-nghe-phuc-tung-thuat-toan-20250623113202732.htm


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