Los excursionistas pueden elegir entre ocho rutas al monte Gyeryongsan de diferente dificultad, adecuadas para distintas condiciones físicas. La ruta Donghaksa 2 es la más popular.
Parque Nacional Gyeryongsan
El viaje comienza en el valle de Donghaksagyegok. Los visitantes recorrerán un sendero forestal de 3,5 km de longitud, hogar de numerosas especies raras como nutrias, martas, pájaros carpinteros negros y halcones comunes.
Al final del camino se encuentra el templo Donghaksa. Cada rincón del templo está pintado de rojo, amarillo y azul, lo que lo hace resaltar entre las montañas grises y los bosques verdes. Las monjas del templo, además de practicar sus ritos religiosos, se encargan de proteger algunos de los tesoros más preciados del budismo coreano.
La primera cima que los visitantes conquistarán es Sambulbong. El sendero que asciende la montaña es sinuoso y, en algunos tramos, solo una barandilla los separa del abismo. La travesía no es apta para personas con vértigo, pero quienes se atrevan tendrán la oportunidad de admirar su singular belleza.
Los turistas suelen detenerse en el camino para admirar las cataratas de Eunseon. La cascada, de 46 metros de altura, cae desde la ladera de la montaña al valle, creando una vista mágica.
Sambulbong es la montaña más pintoresca de Gyeryongsan, sobre todo en primavera, cuando florecen los jindallae (un tipo de rododendro autóctono de Corea). Cerca de la cima de Sambulbong se encuentra el templo Nammaetap (que significa «Hermano» en coreano).
Cuenta la leyenda que un monje subió a la montaña y vio a un tigre sufriendo por una espina clavada en la boca. Valientemente, el monje metió la mano en la boca del tigre para extraerle la espina.
Al día siguiente, el tigre raptó a una joven y la llevó ante el monje para agradecerle. Ambos se convirtieron en hermanos jurados y practicaron juntos en la montaña hasta el final de sus vidas. La pagoda Nammaetap se construyó en memoria de los dos monjes de la leyenda.
Al final del viaje, muchos turistas se dan un capricho yendo a un restaurante al pie de la montaña y pidiendo jeon (tortita) con marisco y kimchi. Tras la ascensión, los coreanos tienen la costumbre de comer jeon para recuperar fuerzas y entrar en calor, ahuyentando el frío de la montaña.
Fuente: https://hanoimoi.vn/ghe-tham-cong-vien-quoc-gia-gyeryongsan-703403.html






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