En el mundo empresarial, a veces las ideas que surgen en momentos de desesperación se convierten en apuestas fatales. La historia del billete vitalicio de primera clase de American Airlines (AA) es un ejemplo inolvidable, una valiosa lección sobre errores de juicio, riesgos y comportamiento del cliente.
El protagonista de esta extraordinaria historia es Steven Rothstein, un banquero de inversiones de Chicago que, en 1987, gastó 250.000 dólares (unos 750.000 dólares actuales) para adquirir un AAirpass, un “boleto dorado” que le permitía viajar ilimitadamente en primera clase en cualquier vuelo de American Airlines, de por vida.
Para Rothstein, fue la ganga del siglo. Pero para American Airlines, fue el comienzo de una pesadilla financiera de dos décadas.

El “boleto dorado” de 250.000 dólares de American Airlines hizo realidad mi sueño de toda la vida de volar en primera clase (Ilustración: Cam Ha).
Una apuesta temeraria ante la crisis
Para entender por qué una aerolínea líder en el mundo haría una oferta tan desmesuradamente generosa, tenemos que remontarnos a 1980.
En aquel momento, la industria aérea estadounidense acababa de experimentar un periodo de liberalización (1978), lo que generó un entorno altamente competitivo. American Airlines, al igual que muchas de sus competidoras, se enfrentaba a los elevados precios del combustible y a una flota antigua que consumía grandes cantidades de combustible.
Ante la inminente bancarrota, la dirección de AA necesitaba liquidez con urgencia. El programa AAirpass surgió como una solución provisional, una forma creativa de obtener capital.
En esencia, AA está vendiendo hoy asientos de primera clase futuros a un precio fijo, apostando a que el efectivo inmediato ayudará a la compañía a superar la crisis y a que los clientes no volarán tanto como para que el programa quiebre.
Al principio, el precio de 250.000 dólares por un billete vitalicio parecía una barbaridad. La aerolínea pensó que era un negocio redondo: ellos ganaban dinero y sus clientes de élite, privilegios de vuelo ilimitados. Pero se equivocaron por completo: subestimaron el entusiasmo de unos pocos clientes.
Cuando apareció el "usuario diamante" y la gota que colmó el vaso fue la gota que colmó el vaso.
Steven Rothstein no es un viajero cualquiera. Ha convertido su AAirpass en una herramienta esencial para su estilo de vida. En más de 20 años, ha realizado más de 10 000 vuelos, acumulando más de 30 millones de millas. Eso equivale a viajar a la Luna y regresar más de 60 veces.
Vuela a Londres para almorzar, a otra ciudad solo para ver un partido de béisbol, o lleva a su hija al colegio en otro estado. Incluso, generosamente, usa su billete para reservar asientos para amigos, familiares o incluso desconocidos a quienes quiere ayudar, simplemente añadiendo sus nombres a un billete de acompañante.
El departamento financiero de American Airlines tardó mucho en darse cuenta de la magnitud de la pérdida. A medida que los sistemas de seguimiento se volvieron más sofisticados, descubrieron que solo Steven Rothstein le había costado a la aerolínea unos 21 millones de dólares, 84 veces más de lo que había gastado inicialmente. Cada vuelo en primera clase que realizó representó una venta de boleto perdida.
En 2008, la gota que colmó el vaso fue la llegada de American Airlines, que decidió tomar medidas. Inició una investigación y acusó a Rothstein de fraude, alegando que había abusado de sus privilegios al reservar billetes para personas ficticias o al reservar billetes que cancelaba a última hora.
La aerolínea le revocó unilateralmente el billete de forma permanente y lo demandó. El caso finalmente se resolvió extrajudicialmente, pero marcó el fin de la era de los "billetes dorados".

A lo largo de 20 años, Rothstein realizó más de 10.000 vuelos, lo que ocasionó a la aerolínea pérdidas estimadas en 21 millones de dólares (Foto: Reddit).
Lecciones sangrientas y el moderno billete "ilimitado"
La historia de Steven Rothstein y Tom Stuker (un caso similar al de United Airlines) se ha convertido en una lección clásica en la industria aérea. Demuestra que ofrecer un producto con un compromiso "ilimitado" sin términos y condiciones estrictos supone un enorme riesgo financiero.
Hoy en día, la idea del billete de «vuelos ilimitados» aún existe, pero las aerolíneas la han «modernizado» para garantizar que sus beneficios estén siempre bajo control. Aerolíneas como Frontier Airlines (EE. UU.) o Wizz Air (Europa) siguen ofreciendo paquetes anuales, pero con multitud de condiciones y restricciones cuidadosamente calculadas.
Por ejemplo, el plan "Vuela todo lo que puedas" de Frontier Airlines cuesta alrededor de 599 dólares al año, pero los pasajeros solo pueden reservar vuelos nacionales con un día de antelación y vuelos internacionales con diez días de antelación. Además, el programa tiene fechas restringidas, que corresponden a días festivos y temporada alta, durante las cuales no se puede utilizar.
Del mismo modo, el plan de WizzAir limita las reservas a tres días antes de la salida. Ninguno de los planes incluye extras como equipaje facturado o selección de asiento, y si pierde su vuelo, su billete podría ser cancelado.
La naturaleza de estos paquetes ha cambiado por completo. Ya no son billetes de lujo de primera clase, sino una herramienta para que las aerolíneas de bajo coste llenen asientos vacíos a última hora, asientos que casi con toda seguridad quedarán sin vender. Son una forma de maximizar los ingresos procedentes de la «ocupación desactualizada», no un privilegio ilimitado para los clientes. Ahora, la aerolínea se beneficia claramente.
Desde la arriesgada apuesta de 21 millones de dólares de AAirpass hasta los paquetes de vuelos estrictamente controlados de hoy en día, la mentalidad empresarial ha evolucionado enormemente. Es improbable que el sueño del "billete dorado" para volar gratis alrededor del mundo vuelva. En cambio, se ha convertido en un valioso caso de estudio que recuerda a las empresas que la palabra "ilimitado" en cualquier acuerdo siempre conlleva riesgos imprevistos.
Fuente: https://dantri.com.vn/kinh-doanh/hang-bay-my-choi-dai-voi-tam-ve-khong-gioi-han-danh-cho-mot-vi-khach-20251107135646270.htm






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