Hace 80 años, la Conferencia entre los líderes de las tres potencias mundiales, Estados Unidos, la Unión Soviética y el Reino Unido, celebrada del 28 de noviembre al 1 de diciembre de 1943 en Teherán, emitió una Declaración Conjunta en la que se comprometían a actuar para poner fin a la Segunda Guerra Mundial y mantener una paz duradera en el período de posguerra.
| El mariscal de la Unión Soviética y presidente del Comité Estatal de Defensa de la URSS, Iósif Stalin, el presidente de Estados Unidos, Franklin Roosevelt, y el primer ministro británico, Winston Churchill, en la Conferencia de Teherán de 1943. (Fuente: Topwar.ru) |
El mariscal y presidente del Comité Estatal de Defensa de la Unión Soviética, Iósif Stalin, el presidente estadounidense Franklin Roosevelt y el primer ministro británico Winston Churchill dejaron de lado sus diferencias para tomar decisiones importantes, acelerando el colapso del fascismo y reduciendo las bajas entre militares y civiles.
Este acontecimiento y la lección sobre las medidas responsables adoptadas por los líderes de las principales potencias mundiales siguen siendo valiosos hoy en día, cuando los conflictos entre Rusia y Ucrania, y entre Hamás e Israel, se desarrollan con extrema ferocidad.
Decide la ubicación
No había ningún lugar en Europa Occidental que fuera demasiado peligroso o inadecuado para una reunión de las tres potencias mundiales. Los estadounidenses y los británicos no querían celebrar la conferencia en territorio soviético. En agosto de 1943, se informó a Moscú de que ni Arcángel ni Astracán eran lugares adecuados para dicha conferencia.
El presidente Roosevelt y el primer ministro Churchill propusieron una reunión en Fairbanks, Alaska. El mariscal Stalin se negó a viajar tan lejos de Moscú en medio de la contienda bélica. El líder soviético propuso celebrar la reunión en un país donde estuvieran representados los tres países, como Irán. Además de Teherán, también se mencionaron El Cairo (sugerido por Churchill), Estambul y Bagdad. Finalmente, los países acordaron Teherán, ya que la ciudad estaba entonces bajo control de tropas soviéticas y británicas, y también albergaba una guarnición estadounidense.
La campaña de Irán (Operación Concordia) fue llevada a cabo por las fuerzas anglo-soviéticas a finales de agosto de 1941. Los Aliados estaban estacionados en Irán por diversas razones estratégicas, tanto económicas como militares. Algunas unidades soviéticas se desplegaron en el norte de Irán. Los británicos controlaban las provincias del suroeste del país. El ejército estadounidense entró en Irán a finales de 1942, con el pretexto de proteger los suministros destinados a la Unión Soviética. Una importante ruta de transporte discurría entonces por territorio iraní, a través de la cual se transportaban suministros estratégicos estadounidenses a la Unión Soviética. En general, la situación en Irán era compleja, pero controlable.
Seguridad en la Conferencia
Stalin llegó a la conferencia en tren, vía Stalingrado y Bakú. Churchill viajó de Londres a El Cairo, donde esperó al presidente Roosevelt para coordinar las posturas estadounidense y británica sobre los temas clave en las negociaciones con el líder soviético. El presidente estadounidense cruzó el Atlántico a bordo del acorazado Iowa. Tras nueve días de travesía, la flota estadounidense arribó al puerto argelino de Orán. Roosevelt viajó entonces a El Cairo. El 28 de noviembre, las delegaciones de las tres potencias llegaron a Teherán.
Debido a la amenaza de agentes alemanes, se reforzaron las medidas de seguridad. La delegación soviética se alojó en la Embajada Soviética, mientras que la británica se alojó en la Embajada Británica. Las misiones diplomáticas británica y soviética estaban ubicadas una frente a la otra en la misma calle de Teherán, en una zona de no más de 50 metros de ancho. La Embajada de Estados Unidos se encontraba en las afueras de la capital, por lo que la seguridad no estaba garantizada. Por ello, el presidente estadounidense aceptó la invitación del líder soviético para alojarse en el edificio de la Embajada Soviética.
La reunión tuvo lugar en la Embajada Soviética. El Primer Ministro británico caminó por un pasillo cubierto especialmente construido que conectaba ambas embajadas. Alrededor del complejo diplomático soviético-británico, los servicios de inteligencia soviéticos y británicos habían establecido tres anillos de seguridad, apoyados por vehículos blindados. Todos los periódicos de Teherán fueron clausurados y se cortaron las comunicaciones telefónicas, telegráficas y por radio.
La Alemania nazi, valiéndose de su denso sistema de policía secreta, intentó organizar el asesinato de los líderes de las fuerzas enemigas (Operación Salto Largo). La inteligencia soviética, junto con sus homólogos británicos del MI6, dirigió y descifró todos los mensajes de los telegramas alemanes sobre el desembarco de un grupo de ataque. Agentes telegráficos alemanes fueron arrestados, y posteriormente toda la red de inteligencia alemana (más de 400 personas) fue desmantelada. Se frustró el asesinato de los líderes de la URSS, Estados Unidos y el Reino Unido.
Temas para debatir
La apertura del «Segundo Frente» por parte de los Aliados representó el problema más complejo. Tras el punto de inflexión estratégico de la Segunda Guerra Mundial en Stalingrado y Kursk, la situación en el Frente Oriental (del lado soviético) evolucionó favorablemente para Alemania. El ejército alemán sufrió pérdidas irreparables y no pudo recuperarse. La cúpula política y militar alemana perdió la iniciativa y la Alemania nazi adoptó una postura estratégica defensiva. Las tropas soviéticas liberaron el Donbás y otras regiones de Ucrania, cruzaron el río Dniéper y reconquistaron Kiev. Los soviéticos expulsaron a los alemanes del Cáucaso Norte y desembarcaron en Crimea.
Pero la victoria aún estaba lejos; Alemania seguía siendo un oponente formidable con sus poderosas fuerzas armadas e industria. Cuanto más se prolongara la guerra, mayores serían las pérdidas humanas y materiales para la Unión Soviética y los países europeos. La derrota del imperio fascista y sus aliados solo podría acelerarse mediante los esfuerzos conjuntos de las tres potencias.
Los Aliados prometieron abrir un segundo frente en 1942, pero un año después aún no había avances. El frente no se abrió por diversas razones, entre ellas consideraciones geopolíticas. Militarmente, los Aliados estaban listos para la acción en el verano de 1943. Un ejército de 500.000 soldados se desplegó en Gran Bretaña, siempre en estado de alerta máxima y abastecido con todo lo necesario, incluyendo fuerzas terrestres, navales y aéreas. Los generales estaban ansiosos por entrar en guerra.
Los británicos y estadounidenses elaboraron un plan estratégico para atacar desde el sur, a través de Italia y los Balcanes. Con la ayuda de Turquía, los aliados lanzarían un ataque contra la península balcánica. Respecto a la propuesta soviética de abrir un frente desde Francia, los británicos y estadounidenses convencieron a la delegación soviética de que un desembarco en el norte de Francia se vería complicado por la falta de transporte y las dificultades logísticas. Incorporar a Turquía a la guerra y avanzar a través de los Balcanes era un escenario más ventajoso. Esto permitiría a los aliados conectar en territorio rumano y atacar Alemania desde el sur.
Tras un intenso debate, la cuestión de abrir un segundo frente quedó estancada. En ese momento, el líder Stalin expresó su deseo de abandonar la conferencia, alegando que tenía demasiado trabajo pendiente en casa y que no quería perder el tiempo allí.
El primer ministro Churchill comprendió que no podía pedir más y cedió. Los líderes de Gran Bretaña y Estados Unidos prometieron a la dirigencia soviética abrir un segundo frente en Francia a más tardar en mayo de 1944. La fecha límite para el inicio de la campaña se fijó para la primera mitad de 1944 (el Segundo Frente —Operación Overlord— finalmente comenzó el 6 de junio de 1944). En esta campaña, la Unión Soviética se comprometió a lanzar una fuerte ofensiva en el este para impedir el avance de las tropas alemanas de este a oeste.
En la conferencia se acordó la entrada de la Unión Soviética en la guerra contra Japón. La delegación soviética, teniendo en cuenta las reiteradas violaciones del Imperio japonés al pacto soviético-japonés de 1941 sobre neutralidad y apoyo a Alemania, y atendiendo también a los deseos de los Aliados, declaró que la Unión Soviética entraría en la guerra contra Japón tras derrotar a la Alemania nazi.
En la Conferencia también se debatió el futuro de Polonia. Se acordó preliminarmente que la frontera oriental de Polonia seguiría la denominada «Línea Curzon». Esta línea se correspondía esencialmente con el principio etnográfico: al oeste se encontraban los territorios con predominio de población polaca, y al este, las tierras con predominio de población rusa occidental y lituana. En cuanto a Irán, las Tres Potencias adoptaron la Declaración sobre Irán. El documento subrayaba el deseo de Moscú, Washington y Londres de proteger la soberanía y la integridad territorial de Irán. Los países planeaban retirar sus fuerzas allí estacionadas una vez finalizada la guerra.
El futuro de Alemania fue un tema candente en la Conferencia. En su debate sobre la estructura de Europa Occidental tras la guerra, los líderes estadounidense y británico propusieron dividir la Alemania de posguerra en varias entidades estatales autónomas y establecer un control internacional sobre las regiones industriales más importantes del país, como el Ruhr y el Sarre. El líder soviético discrepó de esta idea y sugirió remitir el asunto alemán a la Comisión Consultiva Europea. Posteriormente, mantuvo su postura a favor de la unidad alemana. Sin embargo, en las posteriores Conferencias Tripartitas, Alemania permaneció dividida en Alemania Oriental y Occidental.
Sobre la cuestión de crear una organización internacional para garantizar una paz duradera tras la Segunda Guerra Mundial, el presidente estadounidense Roosevelt propuso la creación de una organización llamada Naciones Unidas (este asunto se había discutido con Moscú). El núcleo de esta organización internacional sería un Comité integrado por la Unión Soviética, Estados Unidos, Gran Bretaña y China, cuya tarea sería prevenir el inicio de una nueva guerra y la agresión por parte de Alemania y Japón. Stalin y Churchill, en general, apoyaron esta idea.
Puede decirse que la especial importancia de la Conferencia de Teherán ha quedado registrada para siempre en la historia diplomática.
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