
En un aula pequeña, una clase de unos veinte estudiantes de todas las edades practica el alfabeto. Abajo, manos ásperas, a veces incluso temblorosas, escriben con diligencia cada trazo. Muchos estudiantes sujetan un bolígrafo correctamente por primera vez en su vida, ya que, por diversas razones, nunca han ido a la escuela. Algunos provienen de familias pobres, que luchan por sobrevivir desde la infancia. Otros crecieron en zonas montañosas remotas, en condiciones precarias. Y también están aquellos que, siguiendo un camino equivocado en la vida, pronto cayeron en la espiral de los vicios. Ahora, al iniciar su tratamiento por adicción a las drogas, se enfrentan a una deficiencia aparentemente pequeña pero muy influyente: no saber leer ni escribir. «Nunca he ido a la escuela; tengo que pedirle a alguien que me lea dondequiera que voy. Lo más difícil es cuando cojo un autobús y no puedo leer el origen ni el destino; a veces, cuando voy al trabajo, me engañan sin darme cuenta», compartió tímidamente un estudiante de más de cincuenta años.

Según las estadísticas, de los casi 600 estudiantes que reciben tratamiento en el Centro de Rehabilitación de Drogas de la provincia de Quang Ninh, más de 20 son completamente analfabetos. La mayoría pertenecen a minorías étnicas, con dificultades económicas y escasas oportunidades educativas; algunos son de la provincia y otros de fuera. Consciente de las barreras que supone el analfabetismo para acceder a los tratamientos, realizar actividades cotidianas y obtener formación profesional, el centro decidió abrir un curso de alfabetización a principios de octubre de 2025, que se ha impartido regularmente hasta la fecha.

El Sr. Nguyen Van Dung, profesor a cargo de la clase, comentó: «Enseñar a leer y escribir ya es una tarea difícil, pero hacerlo con personas que han tenido problemas de drogadicción lo es aún más. Muchos alumnos son mayores y tienen un fuerte complejo de inferioridad. Algunos temen ser ridiculizados, otros temen el contacto físico. No solo les enseñamos a leer y escribir, sino que también debemos trabajar psicológicamente con ellos y animarlos a tener la confianza suficiente para abrir su primer cuaderno». Hay clases en las que el profesor debe guiar a cada alumno paso a paso, desde la letra «O» hasta la «A», especialmente con las letras más difíciles, manteniendo la distancia correcta. Estos pequeños detalles son importantes primeros pasos para que los alumnos se abran a un conocimiento que antes ni siquiera se atrevían a imaginar.
Tras más de un mes de perseverancia, la clase ha recogido sus primeros frutos. Una alumna de 43 años acaba de escribir la primera línea de una carta a mano a su hija, en la que le confiesa: «Mis dos hijos ya son mayores y autodidactas. Nunca me atreví a pensar que algún día les escribiría yo misma una carta. Los profesores de aquí son muy dedicados. Quiero intentar rehacer mi vida».

Esa mañana, en el aula reinaba la tranquilidad; solo resonaba el sonido de los niños deletreando con regularidad. Rostros que antes reflejaban preocupación ahora brillaban de alegría al leer las palabras más sencillas. Aún estaban formando letras, sin leer con fluidez, pero para ellos, esos eran cambios positivos. Tenían canas, algunos incluso cabello blanco, y sus manos aún escribían con torpeza en sus cuadernos, procurando que las letras fueran redondas, rectas y a la distancia correcta. En sus ojos, mezclados con un toque de timidez, aún se veía la determinación de aprender a leer y escribir, para que, al reintegrarse a la comunidad, pudieran hacerlo. Aquella pequeña aula se había convertido en un apoyo espiritual para quienes habían cometido errores.

El comandante Pham Hoang Trung, subdirector del Departamento de Policía Provincial para la Prevención de Delitos de Drogas, declaró: «Un estudiante alfabetizado tiene mayores oportunidades de reintegrarse a la sociedad. Saber leer y escribir les facilita el acceso al conocimiento, les permite aprender un oficio con mayor facilidad y les brinda mayor seguridad al regresar a la comunidad. Para muchos, esta clase no solo les enseña a escribir, sino que también les permite "reescribir" sus vidas con perseverancia, deseo de cambio y la convicción de que, al reintegrarse, podrán ser personas útiles para sus familias y la sociedad. Esta es también una de las medidas de la educación terapéutica, así como una base para que continuemos implementando la formación profesional para los estudiantes durante el proceso de rehabilitación de drogas en el centro».
Fuente: https://baoquangninh.vn/lop-hoc-dac-biet-xoa-mu-chu-trong-co-so-cai-nghien-3384569.html






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