A las 6 de la mañana, la señora Nguyen Thi Binh (de 49 años) lleva una lista de habitaciones y recorre el pasillo adornado con murales de reyes y reinas de la dinastía Nguyen hasta su oficina, situada al final de la hilera. Vestida con un uniforme gris y con el cabello recogido, abre el archivo y revisa las habitaciones que requieren atención durante el turno de la mañana.
“7 habitaciones con huéspedes de pago, 4 suites, 2 habitaciones normales, 1 suite presidencial”, decía la nota, marcada con bolígrafo rojo.
Actualmente, la Sra. Binh es supervisora de limpieza en Azerai La Residence Hue , un hotel que abrió sus puertas en 2005 en la residencia de 95 años de antigüedad de un antiguo gobernador francés. Anteriormente, el establecimiento se encontraba en otra dirección.
Han pasado 28 años, el hotel ha ido adquiriendo gradualmente un aspecto de alta categoría, pero sigue siendo sencillo, manteniendo discretamente cada habitación limpia y ordenada tras la gran puerta.
En 1997, con un título de inglés de nivel B, la Sra. Binh fue contratada como camarera de piso en el hotel. Al principio, pensó que se trataba de un trabajo sencillo: limpiar, cambiar sábanas y doblar mantas. Pero todo requería una meticulosidad casi excesiva.
“Una sola arruga en la sábana, una taza mal colocada y tenemos que empezar de nuevo”, dijo.
Los días de la señora Binh comienzan a distintas horas: a las 6, a las 8 o a las 14, según su turno. Su primera tarea siempre es recibir la lista de tareas y el carrito lleno de toallas blancas, productos de limpieza, frascos de aceites esenciales y flores frescas. Para el personal de limpieza, el carrito es su espacio personal, y al verlo tan ordenado, se nota su dedicación.
Al llegar a la habitación asignada, la empleada inspeccionó cada detalle, desde el baño hasta el dormitorio. Recogió los artículos usados y los colocó ordenadamente en el carrito: los textiles abajo, los productos de limpieza arriba, separados de los artículos personales.
Según ella, lo más difícil de hacer la sábana es la coordinación entre dos personas. Aplana cada esquina, dobla la manta en un ángulo de 45 grados y la alisa con la palma de la mano. Cada paso tiene su propio estándar, meticuloso, «como un ritual».
“Pueden decir que soy exigente, pero mientras el cliente se sienta cómodo, eso ya es un éxito”, dijo la mujer. Todo el mundo piensa que la limpieza de habitaciones es un trabajo sencillo, pero para ella, dejar una habitación impecable y recibir halagos del cliente la hace “feliz todo el día”.
El hotel tiene 122 habitaciones; en cada turno, ella limpia un promedio de 20, el doble en los días de mayor afluencia. Cada habitación le toma solo entre 20 y 30 minutos, por lo que debe trabajar rápido y garantizar la limpieza.
A veces, mientras cambiaba las sábanas, la recepcionista anunciaba que los huéspedes estaban a punto de llegar, lo que la ponía ansiosa y le aceleraba el corazón.
La señora Binh nunca pensó en dejar ese trabajo. Al contrario, la amabilidad típica de los habitantes de Hue y la meticulosidad que exigía el puesto se fusionaron gradualmente. Cuanto más se enfadaban los clientes, más se esforzaba.
Como empleada, tuvo la oportunidad de estudiar para obtener un certificado en administración hotelera en el Colegio de Comercio de Danang en el año 2000.
Hasta la fecha, posee certificados profesionales que van desde el de limpieza avanzada del Departamento de Turismo de Hue hasta el certificado de "Formación de Formadores", que completó en agosto, lo que la capacita para formar a nuevo personal.
Para ella, estudiar no es obtener un título, sino comprender la profesión más profundamente.
Tras casi 30 años trabajando en el hotel, la Sra. Binh comentó que el próximo año se planteará un nuevo reto. Aunque ocupa un puesto de responsabilidad en el departamento de limpieza, desea seguir aprendiendo de las nuevas generaciones, sobre todo en lo que respecta a la aplicación de la tecnología en el trabajo.
“Si acepto mi destino, significa que estoy retrocediendo”, dijo.
El cambio para ella no tiene por qué ser ruidoso; podría venir de un curso de IA o de la digitalización de la gestión de subordinados.
Gracias a su experiencia, ya no ve su trabajo como algo simple de limpieza. Aprende año tras año, alimentando su pasión por la profesión y transmitiéndola a su hija. No la obliga a seguir la misma profesión, sino que le enseña a cultivar el camino que ha elegido.
“Limpia la habitación para que los huéspedes se sientan tranquilos”, le dijo la madre a su hija de 23 años, que acababa de graduarse con honores del Colegio de Comercio de Danang.
En sus escasos días libres, suele charlar con sus hijos y meditar. Su pasión por la meditación dura ya cuatro años y le ayuda a percibir con claridad los cambios propios de la edad.
Según ella, todo trabajo requiere tranquilidad, no solo las tareas domésticas. La meditación ayuda a respirar bien, calmar la mente, tener claridad mental y complementar el trabajo.
“La meditación me enseñó a escuchar mi respiración, y las tareas domésticas me enseñaron a escuchar el espacio”, dijo.
En un mercado turístico cada vez más acelerado, personas como la señora Binh mantienen una silenciosa dedicación. Su profesión demuestra que el lujo no reside en los azulejos ni en las ventanas relucientes, sino en las manos curtidas que doblan mantas y limpian ventanas a diario.
Fuente: https://znews.vn/nguoi-28-nam-don-phong-tai-khach-san-5-sao-hue-post1601913.html



























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