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El papel de los padres en la enseñanza de la gratitud

En el contexto de la globalización, los métodos de crianza son cada vez más diversos, combinando la libertad y el respeto a la individualidad en Occidente con la cohesión comunitaria y el afecto familiar en Oriente. Entre estas tendencias, la gratitud —uno de los valores fundamentales de la personalidad— sigue desempeñando un papel central en la formación integral de la misma. Los padres no solo son compañeros, sino también los primeros en cultivar la gratitud en sus hijos.

Báo Long AnBáo Long An11/11/2025

Los padres no son solo compañeros, sino también los primeros "sembradores" en el proceso de cultivar la gratitud en los hijos (Fotografía ilustrativa AI).

La gratitud no surge de forma natural.

Desde la perspectiva de la psicología del desarrollo, la gratitud no es un estado natural, sino una habilidad y una actitud que deben desarrollarse y mantenerse a través de las interacciones sociales cotidianas. La educación liberal —fuertemente influenciada por la filosofía humanista liberal del filósofo Rousseau y la pedagoga Montessori— enfatiza la importancia de que los niños experimenten, observen y sientan por sí mismos.

En Vietnam, la gratitud se ha cultivado a lo largo de generaciones mediante profundos valores tradicionales como «recordar la fuente al beber agua» y «recordar a quien plantó el árbol al comer la fruta», convirtiéndose en un principio rector del comportamiento cotidiano. Al combinar estas dos prácticas, los niños desarrollan un espíritu de libre percepción y, al mismo tiempo, preservan las raíces de la cultura nacional.

Estudios internacionales también han demostrado que la gratitud no es una emoción espontánea en los niños, sino que se forma a través de la socialización sistemática por parte de los padres. Se ha comprobado que el ejemplo de los padres, sus conversaciones y la creación de condiciones para que los niños la experimenten tienen un fuerte impacto, no solo de inmediato, sino también a largo plazo. En particular, un entorno familiar positivo con el apoyo adecuado de los padres constituye una base sólida para cultivar y nutrir la gratitud en los niños.

Por lo tanto, la gratitud no es innata, sino que se forma mediante la práctica sistemática. Es una cualidad socioemocional que no surge de forma natural, sino que se desarrolla a través de la educación y la interacción intencional. En los estudios sobre el desarrollo infantil, la gratitud consta de cuatro componentes: percepción (observar), pensamiento (pensar), emoción (sentir) y acción (hacer), mediante los cuales los niños no solo dan las gracias, sino que también comprenden sinceramente el motivo, el origen y la práctica.

evidencia empírica global

Datos empíricos recientes confirman el papel fundamental de los padres en el fomento de la gratitud en los niños.

El estudio empleó un método de registro diario (Hussong et al., 2018): los días en que los padres mostraron más conductas que evidenciaban gratitud (dar las gracias, hablar sobre el significado de recibir ayuda, crear oportunidades para que los niños practicaran la gratitud, etc.), los niños expresaron mayor gratitud ese día. Sin embargo, este efecto no se mantuvo si no se practicó de forma continua.

El buen funcionamiento familiar aumenta la gratitud y reduce la depresión en padres e hijos (China) (Yeung, 2025): Un estudio realizado con 310 parejas de padres e hijos en China, mediante un modelo de análisis de interacción, concluyó que un buen funcionamiento familiar fomenta la gratitud y reduce la depresión tanto en padres como en hijos. La gratitud y la depresión interactúan de forma bidireccional, influyéndose mutuamente entre padres e hijos.

Alentar a los padres a aprender a expresar gratitud de manera efectiva, mejorando así la gratitud en los niños (Hussong et al., 2020): Un ensayo de un programa en línea que ayuda a los padres a mejorar sus habilidades de comunicación sobre la gratitud mostró que los padres que participaron en el programa informaron mejoras en sus comportamientos de gratitud, lo que llevó a que sus hijos también expresaran más gratitud.

La evidencia empírica de Estados Unidos y China confirma que la gratitud no es una emoción innata en los niños, sino una capacidad que se desarrolla mediante la socialización sistemática por parte de los padres. Se ha demostrado que comportamientos como el modelado, la conversación y la facilitación de experiencias tienen efectos tanto inmediatos como a largo plazo en el desarrollo de la gratitud en los niños.

En particular, un entorno familiar positivo y las herramientas de crianza desempeñan un papel fundamental en este proceso. En general, la evidencia sugiere que cultivar la gratitud no es una actividad improvisada, sino un proceso pedagógico deliberado: los padres mantienen comportamientos ejemplares —dialogando— creando experiencias en la vida diaria, a la vez que construyen un entorno familiar positivo para arraigar el valor de la gratitud y convertirlo en un estilo de vida sostenible para los niños.

¿Cuál es, entonces, el papel de los padres en este caso?

Los padres son los primeros maestros y ejercen una profunda y amplia influencia en la formación del estilo de vida de sus hijos. Tres aspectos destacados incluyen: Dar buen ejemplo: Los niños aprenden la gratitud no solo a través de las enseñanzas, sino también mediante las acciones y gestos cotidianos de sus padres: agradecimiento sincero, respeto hacia quienes les ayudan o gratitud hacia los abuelos y maestros.

Crear un espacio experiencial: Los padres pueden animar a sus hijos a participar en actividades comunitarias, visitar a los abuelos, hacer voluntariado, etc., para que experimenten la alegría de la gratitud. Diálogo y reflexión: Después de cada experiencia, es importante que los padres dediquen tiempo a hablar con sus hijos y escuchar sus sentimientos, ayudándoles así a identificar la experiencia y a profundizar en su valor.

Combinando libertad y tradición en la educación de la gratitud

La educación liberal fomenta la libertad de elección individual, pero sin una orientación cultural, los niños pueden quedarse en el nivel de las emociones pasajeras. La tradición vietnamita, con su belleza de Verdad, Bondad y Belleza, contribuye a profundizar en el desarrollo personal, haciendo de la gratitud parte de la identidad.

Verdad: Los padres ayudan a sus hijos a comprender la verdad sobre la conexión entre los individuos y la comunidad: que el éxito de cada persona siempre está ligado al apoyo de muchos. Bondad: La gratitud inspira bondad y compasión, propagando así buenas acciones en la vida. Belleza: Expresar gratitud no solo es un comportamiento ético, sino también una expresión de belleza cultural que enriquece la vida espiritual.
de niños.

En el camino del crecimiento infantil, los padres son clave para sembrar y cultivar la gratitud. La combinación de métodos educativos liberales —que respetan la individualidad— con los valores tradicionales vietnamitas —que valoran los lazos familiares y las raíces— es la vía para ayudar a los niños a desarrollar una personalidad integral. Cuando la gratitud se convierte en una forma de vida, los niños no solo son ciudadanos libres del mundo moderno, sino también vietnamitas con una rica identidad, que saben apreciar la Verdad, la Bondad y la Belleza.

Profesora asociada, Dra. Dang Thi Phuong Phi

Fuente: https://baolongan.vn/vai-tro-cua-cha-me-trong-giao-duc-long-biet-on-a206191.html


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