En el último ranking de la revista Times Higher Education, la Universidad de Zúrich ocupa el puesto 80 entre las mejores universidades del mundo - Foto: Swissinfo.ch
A mediados de marzo de este año, la Universidad de Zúrich, una importante universidad suiza, ubicada en el lugar 80 del mundo, anunció su retirada del ranking de Times Higher Education, citando el hecho de que las clasificaciones crean falsos incentivos.
Anteriormente, las facultades de derecho de Harvard, UC Berkeley y Yale se negaron a participar en las clasificaciones anuales de U.S. News & World Report. Esta decisión está transformando significativamente las clasificaciones universitarias a nivel mundial.
Muchas consecuencias del ranking
Los rankings universitarios fueron creados por la revista US News & World Report en 1983 con universidades estadounidenses, y posteriormente se extendieron gradualmente a Europa y Asia, incluyendo Vietnam en los últimos años. El objetivo original de los rankings era mejorar la calidad de las universidades para aumentar su competitividad y atraer a estudiantes altamente cualificados.
Sin embargo, en realidad, las universidades de alto rango suelen tener tasas de matrícula exorbitantes. Las clasificaciones y la reputación universitaria son un juego feroz en Asia. Muchas universidades chinas priorizan a profesores graduados de instituciones que figuran entre las 100 o 500 mejores del mundo.
Esto significa que los estudiantes ricos que pagan matrícula para asistir a universidades de alto rango (las llamadas prestigiosas) tendrán más oportunidades que los estudiantes pobres de recibir becas de universidades no clasificadas. De forma invisible, las clasificaciones universitarias generan desigualdad social al priorizar la reputación universitaria sobre la capacidad.
Esto también se observa en algunas universidades vietnamitas que compiten por la reputación, más apasionadas por las etiquetas que por la capacidad. Se consideran universidades de élite sin darse cuenta de que van en contra de los valores que el mundo está construyendo (los 17 objetivos de las Naciones Unidas).
Para desarrollar una clasificación se requieren al menos tres pasos: (1) identificar los aspectos y criterios reales en los que se basa la clasificación; (2) recopilar, procesar y sintetizar los datos para producir la clasificación; y (3) publicar la clasificación.
Hasta cierto punto, estas tres etapas son susceptibles a la influencia y la manipulación. Los proveedores de clasificación tienen una flexibilidad considerable para seleccionar y evaluar indicadores de rendimiento que no son necesariamente consistentes, justos ni universalmente aceptados.
Las clasificaciones prestan poca atención a la validez, fiabilidad y singularidad de los factores medidos en relación con lo que se considera aceptable según los estándares académicos. Además, pierden información al convertir todos los datos recopilados y medidos en valores ordinales.
En teoría, la brecha real entre las escuelas superiores y inferiores en las clasificaciones puede ser extremadamente pequeña, por lo que muchos investigadores han señalado que las clasificaciones socavan seriamente la legitimidad que estas revistas afirman proporcionar.
Reacciones necesarias
Los rankings universitarios son una ola, un juego sofisticado con muchos trucos de marketing. Los rankings pueden convertir a las malas universidades en buenas, porque si una universidad no es lo suficientemente buena en este ranking, surgirá otro para darle la bienvenida.
Muchas escuelas han centrado sus recursos en desarrollar estrategias que van desde la proactividad hasta la concesión, la evasión, el cuestionamiento y la manipulación para mejorar sus clasificaciones. El objetivo es alcanzar mejores clasificaciones en lugar de centrarse en desarrollar sus capacidades de docencia, investigación y cambio social.
Como es un juego, hay escuelas que sabotean y distorsionan las mediciones, mientras que otras hacen trampa falsificando o incluso inventando datos. Esto es extremadamente peligroso para la sociedad: ¿qué le sucederá a la sociedad si la educación hace trampa?
Muchos países también participan en este sistema de clasificación de diversas maneras. Por ejemplo, según el académico Charroin (2015), si bien la clasificación de Shanghái ha favorecido históricamente a las escuelas estadounidenses, con el tiempo ha promovido el auge de las escuelas chinas, erosionando gradualmente la ventaja de las estadounidenses.
Un enfoque arriesgado, pero viable, por parte de buenas universidades como Zúrich es rechazar las clasificaciones. Esto podría ser una forma de cuestionar la banalidad de las clasificaciones y abrir más debates sobre las herramientas de evaluación universitaria.
Sin embargo, es importante señalar que el impacto del rechazo de las clasificaciones por parte de cada universidad varía. Las mejores universidades (como Harvard y Yale) pueden optar por no participar en las clasificaciones, boicoteándolas para demostrar su disenso basado en valores, y sus voces sin duda tendrán peso. Las clasificaciones Beyond Grey Pinstripes del Instituto Aspen casi fueron eliminadas después de que cinco universidades de primer nivel optaran por no participar.
La falta de sustancia no puede ser sostenible
Muchas universidades intentan consolidar su reputación sustituyendo las clasificaciones por investigaciones y proyectos que transformen la sociedad de forma positiva y sostenible. Es un llamado a superar este juego de clasificación de suma cero y a utilizar el pensamiento sistémico para crear un nuevo juego de suma positiva con muchos ganadores y que promueva el progreso humano.
* La Prof. Dra. Bui Thi Minh Hong es actualmente Directora de Investigación, Innovación y Empresa de la Escuela de Posgrado en Administración de Empresas de la Universidad de la Ciudad de Birmingham (Reino Unido).
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