El tiroteo se centró en el derecho a usar el agua del río Helmand, de 1.000 km de longitud, que fluye desde Afganistán hasta Irán. En 1973, ambos países firmaron un tratado sobre el uso compartido de esta fuente hídrica.
Teherán acusó a los talibanes de violar el tratado al construir presas y centrales hidroeléctricas, reduciendo el caudal río abajo en Irán y causando graves daños a la economía y la vida de los iraníes. Los talibanes alegaron la necesidad de bloquear ríos y construir presas para afrontar la sequía y combatir el cambio climático.
El reciente enfrentamiento dejó soldados muertos en ambos bandos. Pero fue solo un incidente menor en una disputa mayor entre ambos países, que tradicionalmente han tenido malas relaciones. La desavenencia surge de diferencias religiosas e ideológicas, así como de la preocupación de Irán por los desafíos y amenazas a la seguridad que representan las fuerzas y regímenes islamistas radicales en Afganistán.
Este importante desacuerdo impide que la relación bilateral se normalice y mejore pronto. El incumplimiento del antiguo tratado, las sequías frecuentes debido al impacto del cambio climático y la creciente demanda de Afganistán de esta fuente de agua para su desarrollo socioeconómico son indicios de que pronto ambos países tendrán fuertes disputas sobre esta fuente, lo que dificultará aún más la resolución de este importante desacuerdo.
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