Envías una pregunta al chatbot y la IA te responde en un abrir y cerrar de ojos. Pero pocas personas saben que incluso ese agradecimiento hay que “pagarlo” con… electricidad. Un ingeniero tecnológico acaba de lanzar una herramienta especial para demostrar: el uso de IA no es gratuito, al menos no para el medio ambiente.

El uso de IA no es gratuito, al menos no para el medio ambiente.
Julien Delavande, ingeniero de la popular plataforma de inteligencia artificial Hugging Face, acaba de desarrollar una herramienta que puede estimar el consumo de energía de cada mensaje que envías a un chatbot. La idea surgió de la curiosidad: ¿cuánta electricidad gastamos cada vez que interactuamos con la IA?
Cada pregunta, cada agradecimiento también “consume” electricidad.
La nueva herramienta permite a los usuarios medir el consumo de energía en tiempo real de modelos de IA como Llama 3.3 70B de Meta o Gemma 3 de Google, a través de la interfaz Chat UI de código abierto.
Por ejemplo, según las estadísticas de esta herramienta, con solo pedirle a Llama 3.3 70B que escriba un correo electrónico normal, habrá gastado aproximadamente 0,1841 vatios-hora. Ese número aparentemente pequeño equivale a encender el microondas durante 0,12 segundos o utilizar la tostadora durante 0,02 segundos.
¿Suena insignificante? Pero si se multiplica por millones, incluso miles de millones de consultas al día, la cantidad de electricidad consumida es realmente un problema que no se puede ignorar.

Delavande Julien advierte que incluso pequeños cambios, como la elección del modelo, pueden marcar una diferencia ambiental significativa.
¿Cuanto más inteligente es la IA, más se “queja” el entorno?
Los modelos de IA funcionan en GPU y chips de procesamiento especializados, que requieren enormes cantidades de electricidad para manejar tareas computacionales pesadas. A medida que la IA se utiliza cada vez más en nuestras vidas, desde la redacción de contenidos, la escritura de poesía, la programación hasta la programación o la consultoría, el riesgo de una explosión en el consumo de electricidad es completamente real.
Delavande advierte que incluso pequeños cambios, como la elección del modelo o la reducción de la longitud de la respuesta, pueden marcar una diferencia ambiental significativa.
No sólo cuenta los vatios-hora, sino que también ofrece una comparación fácil de entender: qué electrodoméstico consume la misma cantidad de electricidad. Esta transparencia ayuda a los usuarios a comprender mejor la “huella energética” de la IA.
"Queremos promover la transparencia en la comunidad de código abierto", compartió Delavande con el equipo. “Algún día, el consumo de energía de la IA podría ser tan público como la etiqueta nutricional de los alimentos”.
Ask AI también tiene que tener en cuenta
A medida que la IA se convierte en una herramienta omnipresente en la vida cotidiana, desde la educación hasta los negocios, sus impactos ambientales “ocultos” se notan menos. Elegir un modelo ligero, acortar las consultas o incluso no utilizar IA cuando no es necesaria son acciones prácticas para reducir los costes energéticos y ambientales.
Resulta que cada conversación con una IA no es solo una interacción virtual, sino que también tiene un “costo” real: en facturas de electricidad y emisiones de carbono. Y la herramienta de Delavande es un recordatorio amable pero reflexivo de la era de la IA.
Fuente: https://vtcnews.vn/chat-voi-ai-ton-dien-nhu-bat-lo-vi-song-moi-cau-hoi-la-mot-hoa-don-dien-ngam-ar939688.html
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