Un depósito es cuando una parte (en adelante denominada el depositante) entrega a la otra parte (en adelante denominada el receptor del depósito) una suma de dinero o metales preciosos, piedras preciosas u otros objetos de valor (en adelante denominados la propiedad depositada) por un período de tiempo para garantizar la celebración o el cumplimiento de un contrato.
En caso de que el contrato se firme y se cumpla, el depósito se devolverá al depositante o se deducirá para cumplir la obligación de pago; si el depositante se niega a firmar o cumplir el contrato, el depósito pertenecerá al receptor del depósito; si el receptor del depósito se niega a firmar o cumplir el contrato, el depósito se devolverá al depositante y una cantidad de dinero equivalente al valor del depósito, a menos que se haya convenido en otra cosa.
Así, con base en las disposiciones anteriores, un depósito de alquiler es cuando una parte entrega a la otra parte una suma de dinero o metales preciosos, piedras preciosas u otros objetos de valor por un período de tiempo para garantizar la celebración o ejecución de un contrato de alquiler.
En caso de que el depositante se niegue a celebrar o ejecutar el contrato, el bien depositado pertenecerá al receptor del depósito. En caso de que el receptor del depósito se niegue a celebrar el contrato, el depósito deberá ser devuelto.
Por lo tanto, en caso de abonar una fianza por el alquiler pero no habitar y negarse a firmar o cumplir el contrato, la fianza no se devolverá si el inquilino se niega a firmar el contrato, salvo pacto en contrario.
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