Los voluntarios sumergieron sus manos en agua durante 30 minutos. 24 horas después, repitieron el procedimiento y los resultados de las imágenes mostraron las mismas arrugas que antes.

A medida que el agua penetra a través de los capilares sudoríparos hasta la piel, reduce la concentración de sal en la capa externa de la piel de las yemas de los dedos. Los nervios transmiten señales que alertan al cerebro sobre este cambio en el estado de la piel, lo que desencadena una vasoconstricción automática.
A medida que estos pequeños vasos sanguíneos se contraen, tiran de la superficie de la piel hacia abajo, provocando que la piel normalmente lisa de los dedos de las manos y de los pies se contraiga y adopte una textura áspera y arrugada.

"Los vasos sanguíneos no cambian mucho de posición, pero, en comparación con otros vasos sanguíneos, son bastante estáticos. Esto sugiere que las arrugas se forman de la misma manera, y lo hemos demostrado", afirmó el profesor Guy German, experto biomédico de la Universidad de Binghamton (EE. UU.), autor principal del estudio.
La aparición de arrugas en la piel al sumergirse en agua no es simplemente un efecto secundario aleatorio. Estos cambios crean una ventaja medible en condiciones húmedas: surcos y crestas temporales en la piel brindan un mejor agarre, lo que nos permite caminar o agarrar cosas mojadas con mayor facilidad.
Si estas arrugas nos ayudan a agarrar mejor, ¿por qué la piel de nuestras manos no está siempre arrugada? Aunque los investigadores no están seguros de por qué, creen que es posible que esta textura arrugada temporal reduzca la sensibilidad de los dedos o los haga más susceptibles a las lesiones.
Este fenómeno es controlado con precisión por el cuerpo con la participación del sistema nervioso, porque el seguimiento muestra que las personas con nervios dañados en la parte media de los dedos no tienen las yemas de los dedos arrugadas después de sumergirlas en agua durante mucho tiempo.
El descubrimiento podría ayudar a la ciencia forense; por ejemplo, comprender la deformación de la piel de los dedos podría ayudar a identificar cuerpos después de una exposición prolongada al agua o después de desastres naturales.
Así, además de las huellas dactilares, que desde hace tiempo se consideran un signo de identificación individual, los científicos pueden ahora disponer de más base gracias al patrón único de arrugas de la piel de los dedos de cada persona.
Fuente: https://dantri.com.vn/khoa-hoc/da-tim-ra-loi-giai-cho-cau-hoi-vi-sao-ngon-tay-nhan-neu-ngam-nuoc-lau-20250516002049967.htm
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