El PIB mundial podría crecer un 2,4% este año, según las previsiones del Banco Mundial (BM) en su último informe de Perspectivas Económicas Mundiales, publicado el 9 de enero.
Esta cifra es inferior a las previsiones del 2,6 % para 2023, del 3 % para 2022 y del 6,2 % para 2021, una vez finalizada la pandemia de la COVID-19. No obstante, el Banco Mundial afirmó que el riesgo de una recesión mundial se ha reducido gracias a la fortaleza de la economía estadounidense tras una sorprendente recuperación en 2023.
Reuters citó al economista jefe adjunto del Banco Mundial, Ayhan Kose, quien declaró a los periodistas que el crecimiento en el período 2020-2024 será menor que durante la crisis financiera mundial de 2008-2009, la crisis financiera asiática de finales de la década de 1990 y la recesión de principios de la década de 2000.
Excluyendo la desaceleración económica de 2020 relacionada con la pandemia, el Banco Mundial prevé que la tasa de crecimiento de este año sea la más baja desde la crisis financiera mundial de 2009. El Banco Mundial pronostica un crecimiento mundial ligeramente superior, del 2,7%, para 2025, aunque inferior a su previsión del 3% de junio.
Sin un cambio radical, «la década de 2020 pasará a la historia como una década de oportunidades perdidas», afirmó Indermit Gill, economista jefe del Banco Mundial. El crecimiento a corto plazo seguirá siendo débil, lo que dejará a muchos países en desarrollo —en especial a los más pobres— atrapados en una espiral de deuda asfixiante y con casi un tercio de la población mundial sin acceso a alimentos suficientes.
Las sombrías perspectivas para este año se presentan después de que se estimara que el crecimiento mundial en 2023 sería un 0,5% superior a lo previsto en junio, gracias al buen desempeño de la economía estadounidense, impulsada por un fuerte gasto de los consumidores. La economía estadounidense creció un 2,5% en 2023, un 1,4% más de lo estimado en junio. El Banco Mundial prevé que el crecimiento de EE. UU. este año se desacelerará hasta el 1,6% debido a una política monetaria más restrictiva en un contexto de caída del ahorro, pero aun así, esta cifra duplica la estimación de junio.
El panorama para la zona euro es significativamente más sombrío, con un crecimiento previsto para este año del 0,7% después de que los altos precios de la energía provocaran un crecimiento de tan solo el 0,4% en 2023. El endurecimiento de las condiciones crediticias ha recortado las perspectivas de la región para 2024 en un 0,6% con respecto a la previsión del Banco Mundial de junio.
También se prevé que China crezca un 4,5% en 2024, el crecimiento más lento en más de tres décadas, excluyendo los años 2020 y 2022, afectados por la pandemia. Esta previsión se redujo un 0,1% con respecto a junio, reflejando una menor demanda de los consumidores en medio de la continua incertidumbre en el sector inmobiliario, con un crecimiento que se ralentizará hasta el 4,3% en 2025.
Se prevé que los mercados emergentes y las economías en desarrollo crezcan un 3,9% este año, por debajo del 4,0% previsto para 2023 y un 1% por debajo de su promedio de la década de 2010.
Para Vietnam, el Banco Mundial prevé que, tras un año de estancamiento, la tasa de crecimiento económico del país se recupere hasta el 5,5% en 2024 y el 6,0% en 2025. Se espera que la demanda interna siga siendo el principal motor de crecimiento, aunque la tasa de crecimiento siga siendo baja.
Según el Banco Mundial, la clave para impulsar el crecimiento, especialmente en los mercados emergentes y los países en desarrollo, reside en acelerar las inversiones anuales de 2,4 billones de dólares necesarias para la transición a la energía limpia y la adaptación al cambio climático.
El Banco Mundial ha estudiado aceleraciones de inversión rápidas y sostenidas de al menos un 4 % anual y ha constatado que impulsan el crecimiento del ingreso per cápita, la producción manufacturera y de servicios, y mejoran la situación fiscal de los países. Sin embargo, lograr dicha aceleración generalmente requiere reformas integrales, incluidas reformas estructurales para expandir el comercio transfronterizo y los flujos financieros, así como marcos de política fiscal y monetaria más sólidos.
Fuente






Kommentar (0)