Mientras la Unión Europea elabora una legislación para frenar la volatilidad de los precios de la electricidad, Francia se enfrenta a Alemania por el futuro de la energía nuclear.
El proyecto de ley para reformar el mercado eléctrico, actualmente en elaboración por la Comisión Europea, plantea un importante desafío a la necesidad de Francia de modernizar sus centrales nucleares. Por ello, Francia ha presentado documentos para persuadir a la Comisión a que considere sus propuestas, pero se ha topado con una fuerte oposición de Alemania y sus aliados.
Incluso los aliados tradicionales de Francia en el sector nuclear, como el Bloque del Este y Finlandia, muestran un apoyo cauteloso. Francia intenta conseguir el apoyo de otros países antes de las vacaciones de verano, pero la situación sigue siendo bastante frágil, según Le Monde .
Tras el aumento repentino de los precios de la energía en el verano de 2022 debido al conflicto de Ucrania, la Comisión Europea presentó el 14 de marzo un proyecto de ley para limitar la volatilidad de los precios de la electricidad, siempre que se descarbonicen.
El proyecto de ley permitiría a los Estados miembros subvencionar la producción de energía en sus territorios, ya sea de fuentes renovables o nucleares, sin infringir las leyes de ayuda. También permitiría a los países imponer impuestos repentinos a los productores de electricidad cuando los precios suben.
El vapor se eleva desde las torres de refrigeración de la central nuclear de Bugey, en Saint-Vulbas, en el centro de Francia, el 20 de julio. Foto: AFP
Para Alemania y aliados como Luxemburgo y Austria, Francia no puede aprovechar esta nueva ley para financiar programas de modernización destinados a prolongar la vida útil de las centrales nucleares. «Berlín está en pánico porque su industria está perdiendo competitividad. Quieren mantener altos los precios de la electricidad para que Francia no se beneficie de la energía nuclear», declaró un diplomático partidario de la energía nuclear.
Alemania, con su creciente número de proyectos de energías renovables, apoya el mecanismo propuesto por la Comisión para subvencionar la construcción de nuevas centrales eléctricas. Los aliados de Francia —aquellos que no cuentan con energía nuclear a gran escala— están preocupados por cómo financiar nuevas centrales. Por lo tanto, «París corre el riesgo de quedar aislado en su lucha», explicó una fuente.
En la reunión del Consejo Europeo de los días 29 y 30 de junio, el canciller alemán Olaf Scholz y el presidente francés Emmanuel Macron abordaron el tema, pero no lograron un consenso. Habían planeado volver a tratarlo el 3 de julio, en el marco de la visita de Estado del presidente francés a Alemania. Sin embargo, el Palacio del Elíseo se vio obligado a cancelar el viaje debido a los disturbios tras la muerte del joven Nahel. Desde entonces, las conversaciones entre ambos países se han estancado.
Alemania, que no quiere que Francia se aproveche del nuevo proyecto de ley, también quiere más subsidios para la electricidad de sus industrias de alto consumo. Planean lanzar un paquete de 30 000 millones de euros de aquí a 2030, pero exigir la aprobación de la Comisión Europea es incompatible con la normativa vigente. «En Alemania, la energía se basa principalmente en combustibles fósiles. Esto queda fuera del alcance del proyecto de ley de reforma del mercado eléctrico de la Comisión», añadió la fuente.
Francia también está perdiendo terreno en el Parlamento Europeo. La Comisión de Industria revisó su proyecto de reforma el 19 de julio, lo que dificulta el apoyo gubernamental a las centrales nucleares. «Francia perdió en la Comisión de Industria, pero la batalla se librará de nuevo en el pleno de septiembre y, sobre todo, en el Consejo Europeo», declaró Pascal Canfin, presidente de la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo.
Desde que Berlín decidió eliminar gradualmente la energía nuclear tras el desastre de Fukushima en 2011, Francia y Alemania han estado enfrentadas sobre el destino de la energía atómica en Europa. Ha sido una interminable batalla económica, política y diplomática, agravada aún más por el calentamiento global y el conflicto en Ucrania.
Esta confrontación se está librando contra una serie de diferentes proyectos de ley de la UE diseñados para descarbonizar la economía europea, fortalecer la independencia energética y evitar un aumento en los precios de la electricidad como el del año pasado.
A veces, París sale victorioso, como en el acalorado debate sobre la inclusión de la energía nuclear en el sistema de clasificación y etiquetado ecológico para orientar la inversión privada. Pero en otras ocasiones, Berlín se impone, por ejemplo, con el proyecto de ley presentado por la Comisión Europea el 16 de marzo, destinado a apoyar el desarrollo de la industria de la descarbonización en Europa. El proyecto de ley aún debe negociarse en el Parlamento Europeo y entre los 27 Estados miembros, pero los primeros pasos no son favorables para París.
Sin embargo, los europeos suelen llegar a acuerdos complejos que permiten a ambas partes lograr, en mayor o menor medida, sus objetivos. Un ejemplo claro es la Directiva sobre Energías Renovables. Esta política estipula que, para 2030, el 42,5 % del suministro energético europeo deberá provenir de energía eólica y solar. Aprobada a mediados de junio tras intensos debates, la Directiva finalmente permitió a Francia incluir el hidrógeno producido a partir de energía nuclear al medir la producción de energía verde del país.
Phiên An ( según Le Monde )
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