Rusia afirma haber destruido el 90% de los drones ucranianos mediante interferencias. Esta cifra no está confirmada, pero un informe de RUSI, un centro de estudios con sede en el Reino Unido, reveló que, en los primeros meses de la guerra, los drones tenían una vida útil promedio de tan solo tres días antes de quedar inutilizados.
Incluso algunos drones militares especializados son vulnerables. Estados Unidos envió drones de reconocimiento RQ-11 Raven a Ucrania en 2016, pero fueron rápidamente desechados porque no podían operar bajo las fuertes contramedidas electrónicas del ejército ruso.
Debilidades inherentes
Al principio de la guerra, los drones, en su mayoría modelos Mavic fabricados por la empresa china DJI, ayudaron a los equipos de cazatanques de Kiev a acechar a sus presas en ciudades y pueblos. También realizaron misiones de reconocimiento y vigilancia, localizando indirectamente artillería, tanques y morteros.
Sin embargo, incluso antes de que estallara el conflicto entre Rusia y Ucrania, los investigadores militares observaron que las comunicaciones por radio eran el talón de Aquiles de los drones de consumo. Mientras tanto, Rusia es una potencia en guerra electrónica, con una serie de potentes sistemas de interferencia capaces de cortar las señales de comunicación o emitir sonido con longitudes de onda que sobrepasan las señales de control de los drones, así como las señales GPS.
"En algunas zonas de Ucrania, los drones DJI ni siquiera pueden despegar debido a la interferencia en todas las frecuencias", dijo Ivan Tolchinsky, ex francotirador de las Fuerzas de Defensa de Israel y fundador de Atlas Dynamics, una empresa que suministra drones al ejército ucraniano.
Para solucionar este problema, los drones están equipados con nuevos sistemas de salto de frecuencia que pueden escanear las ondas de radio, detectar qué frecuencias están siendo interferidas y cambiar automáticamente a una nueva. Sin embargo, esta no es una solución a largo plazo en la guerra.
Comunicación distribuida descentralizada
Atlas Dynamics está desarrollando la próxima generación de drones trirotor basados en el principio de transmisión en malla: una configuración donde cada transmisor actúa como un nodo que se comunica con sus vecinos, formando una poderosa red de comunicación.
Por ejemplo, un dron en un valle profundo podría no poder comunicarse directamente con su operador, pero sí podría comunicarse con otro dron sobre él para recibir órdenes del comandante. En teoría, esto podría ocurrir en múltiples saltos.
Actualmente, la empresa está probando una configuración que incluye hasta 5 drones/red con un solo operador.
“La idea es aumentar la capacidad de la red a 50 drones a la vez, pero aún más importante, crear un ecosistema común”, dijo Tolchinsky, refiriéndose a los diferentes drones que operan en la misma red para especializarse en distintas tareas para cada dispositivo. Por ejemplo, un dron de vuelo alto mantiene la comunicación, mientras que los drones de vuelo bajo están equipados con diferentes tipos de sensores, capaces de conectar incluso a robots en tierra.
El operador se convierte entonces en un comandante de “enjambre”, que gestiona el grupo de drones que realizan la mayor parte del trabajo por sí mismos y solo necesitan tomar decisiones importantes.
El chip integrado optimiza la potencia del hardware
Según Atlas Dynamics, los drones estarán equipados con chips de matriz de puertas programables (FPGA), que son esencialmente microchips que permiten la creación de procesadores especializados que aprovechan eficientemente la potencia del hardware para una aplicación específica sin tener que construir una fábrica multimillonaria.
La tecnología ha sido investigada y desarrollada por la startup durante los últimos cinco años, desde antes de que estallara la guerra, y se espera que se lance oficialmente a finales de este año.
Tolchinsky dijo que la cuestión central de la próxima generación de drones no es sólo equiparlos con equipos nuevos y más avanzados, sino también reducir al máximo el coste de cada dispositivo, para que los usuarios ya no tengan que preocuparse por el derribo de costosos aviones.
“Hay drones muy caros en Ucrania, pero no funcionan por miedo a fallar o ser derribados. Tienen que usar algo lo suficientemente barato”, dijo el exfrancotirador israelí.
El sector militar tradicional se ha enfrentado a una tendencia hacia equipos cada vez más complejos y costosos. Por ejemplo, el avión espía Predator 1 comenzó como un aerodeslizador equipado con cámara de un millón de dólares, pero rápidamente evolucionó al avión furtivo Reaper, de 22 millones de dólares.
Pero los fabricantes de drones militares no pueden permitirse seguir subiendo los precios cuando se enfrentan a la competencia de fabricantes de drones civiles de bajo coste. Además, cuando estalle una guerra, los equipos baratos y eficientes tendrán ventaja sobre el hardware sofisticado pero caro.
(Según Popular Mechanics)
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