1. La belleza épica de Chichén Itzá, patrimonio de la humanidad
Chichén Itzá es donde se adoraba a los dioses, donde se llevaban a cabo rituales sagrados (Fuente de la imagen: Recopilada)
Chichén Itzá, antiguo centro político y religioso de los antiguos mayas, fue un lugar donde se adoraba a los dioses, se celebraban ceremonias sagradas y fue testigo del auge y la caída de toda una civilización. En cada escalón de piedra cubierto de musgo, el tiempo parece detenerse, albergando historias de astronomía, arquitectura y creencias misteriosas.
Chichén Itzá fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1988 y posteriormente una de las Siete Nuevas Maravillas del Mundo. Más de un milenio después de su apogeo, la estructura aún se yergue imponente como un símbolo atemporal del conocimiento y el espíritu. No es solo un destino turístico , sino un testimonio viviente de la sabiduría superior de los mayas, quienes antaño consideraban el cielo como historia y las rocas como libros abiertos.
2. Pirámide de El Castillo
Pirámide El Castillo también conocida como Templo de Kukulcán (Fuente de la foto: Recopilada)
En el centro del complejo de Chichén Itzá se alza la Pirámide de El Castillo, también conocida como el Templo de Kukulcán. Esta estructura tiene unos 30 metros de altura y 365 escalones que simbolizan los días del año. Su magia reside en que, durante los dos equinoccios, la luz del sol crea un efecto de sombra que hace que el dios serpiente Kukulcán parezca deslizarse por los escalones de piedra: una obra maestra de la arquitectura astronómica antigua.
El Castillo no es solo un centro religioso, sino también un gigantesco reloj de sol. Con su diseño preciso y extrañamente simétrico, esta estructura refleja la firme creencia de los mayas en el universo y el ciclo del tiempo. La sensación de estar al pie de la pirámide, contemplando cada escalón de piedra que representa la luz y la sombra, es un momento que conmueve profundamente al viajero.
3. Campo de fútbol antiguo
El Juego de Pelota es el juego de pelota más grande de la antigua Mesoamérica (Fuente de la foto: Recopilada)
Una de las paradas obligadas al viajar a Chichén Itzá es el antiguo Juego de Pelota. Este es el juego de pelota más grande de la antigua Mesoamérica, con casi 166 metros de largo y 68 metros de ancho, con dos altos muros verticales a cada lado. Encima hay anillos de piedra por los que los jugadores deben pasar la pelota con la cadera, la cabeza o los codos.
Sin embargo, lo que hace especial a este campo de fútbol no es la forma en que se juega, sino el significado ritual que se le atribuye. En la cultura maya, el fútbol no era solo un deporte, sino un ritual para sacrificar y conectar a los humanos con los dioses. Algunas leyendas dicen que el ganador tendría el "honor" de ofrecerse a los dioses, una forma sagrada y misteriosa de "victoria espiritual".
4. Observatorio El Caracol
El Caracol refleja la capacidad superior de los mayas para calcular y observar la astronomía (Fuente de la imagen: Recopilada)
En medio de los terrenos arbolados se encuentra El Caracol, un observatorio con una peculiar forma espiral que refleja la superior capacidad de los mayas para calcular y observar la astronomía. Con sus agujeros de observación meticulosamente calculados, El Caracol permitió a los antiguos astrólogos rastrear los movimientos de Venus, el Sol y la Luna para calcular el calendario y determinar el momento de sembrar y realizar rituales.
La presencia de El Caracol en el complejo de Chichén Itzá es prueba viviente de que los mayas no solo fueron arquitectos talentosos, sino también científicos pioneros. Sin telescopios ni tecnología moderna, dibujaron diagramas increíblemente precisos a simple vista.
5. Temporada ideal para viajar a Chichén Itzá
La mejor época para viajar a Chichén Itzá es de noviembre a abril (Fuente de la foto: Recopilada)
La mejor época para visitar Chichén Itzá es de noviembre a abril, cuando el clima es seco, despejado y no demasiado caluroso. En particular, si vienes entre marzo y septiembre, podrás presenciar el fenómeno del "dios serpiente de la luz" en los equinoccios de primavera y otoño: una experiencia única y simbólica.
Sin embargo, se recomienda llegar temprano por la mañana para evitar las multitudes y disfrutar del espacio tranquilo y sagrado de la reliquia. Cuando el sol aún no está en lo alto, la fina niebla aún se adhiere a las rocas, Chichén Itzá parece una pintura surrealista, haciéndonos sentir como si estuviéramos entrando en otro mundo.
Viajar a Chichén Itzá no es solo un viaje a una tierra ancestral, sino un profundo diálogo entre el pasado y el presente, entre los humanos y el universo. En medio del ajetreo del mundo moderno, al poner un pie en Chichén Itzá, te relajas, escuchas y sientes lo sagrado que una vez existió. Y al regresar, no solo traerás fotos o recuerdos, sino un trocito de tu alma que ha tocado la eternidad.
Fuente: https://www.vietravel.com/vn/am-thuc-kham-pha/du-lich-chichen-itza-v17401.aspx
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