Durante las reuniones vecinales, afirmó repetidamente que una calle cultural no puede prescindir de una sala de lectura y un periódico. Leer libros es la clave para aprender a vivir y a prosperar. La gente observa las calles y ve que lo tienen todo. En los días siguientes, visitó cada casa para solicitar su colaboración. El jefe de la calle se esforzó al máximo, y la sala de lectura y el periódico de la calle se pusieron en marcha rápidamente.
El día de la inauguración, el jefe de la calle estaba muy contento. Días antes, había anunciado repetidamente por megafonía la importancia de construir e inaugurar la sala de lectura y el periódico. Los vecinos lo escucharon y comprobaron que tenía razón. Pero, lamentablemente, tras la apertura de la sala de lectura, el periódico permanecía abierto todo el día, pero la gente que acudía a leer se podía contar con los dedos de una mano. Poco a poco, la sala de lectura solo abría durante las reuniones vecinales. Después, dejó de hacerlo. Incluso algunas personas que habían apoyado con entusiasmo la iniciativa y la financiación para construir la sala de lectura y el periódico, nunca volvieron. Las estanterías estaban cubiertas de polvo. Nadie sabía dónde habían ido a parar los libros. Hasta que un día, durante un evento en la calle, pasé por allí y solo vi las estanterías vacías. El jefe de la calle explicó que la cultura de la lectura había cambiado mucho; la gente había optado por los libros electrónicos en lugar del método tradicional de leer en papel. El cierre de la sala de lectura fue muy diferente al de su inauguración.
Entonces, el jefe de la calle solicitó apoyo para comprar computadoras para el centro cultural de la calle, de modo que la gente pudiera leer periódicos y consultar documentos, como en tal o cual calle. Esta vez, su proyecto no recibió el mismo apoyo que antes.
Invertir en instituciones culturales, como salas de lectura y quioscos de periódicos, es necesario. Pero esta inversión debe estar vinculada a la promoción de valores, no solo a adquirir bienes para no quedar en desventaja frente al resto del pueblo y evitar ser tachado de inferior.
A principios de verano, cuando fue a recaudar fondos para organizar actividades infantiles, el jefe de la calle sonrió ampliamente y dijo que sería la última vez que lo haría, pues se preparaba para fusionar la calle. Enumeró las instalaciones culturales y deportivas del barrio, afirmando que, independientemente de si se usarían en el futuro o no, serían siempre símbolos del cariño y la fortaleza de la comunidad. Entre las obras que mencionó figuraban un centro cultural, un sistema de radiodifusión, una cancha de bádminton, una mesa de ping-pong, un columpio y cámaras de seguridad, pero no mencionó la sala de lectura, el proyecto que más le apasionaba.
Tal vez se dio cuenta de que su error al construir y administrar la sala de lectura y el periódico no fue apropiado. Simplemente se percató de su error justo antes de dejar el cargo. Ojalá su sucesor lo entienda, para que no haya más historias de movilización popular para fines polémicos, siguiendo la moda.
Felicidad
Fuente: https://baothanhhoa.vn/dung-on-ao-theo-phong-trao-257487.htm






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