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Aroma de flor de castaño

Việt NamViệt Nam31/03/2024

El sol de marzo es frágil. Camino apresuradamente después de la escuela, y en algún lugar flota un aroma extraño pero familiar. Se me llenan los ojos de lágrimas mientras busco recuerdos. Ese aroma, ese color de flor, esas tardes tranquilas se han desvanecido con el tiempo, pero en lo más profundo de mi alma, todo sigue anclado. El aroma de las flores de castaño: ¡el aroma de la infancia! El aroma que emana de los sencillos pétalos verdes y amarillos tiene el poder de retener los pasos de tantas personas.

Aroma de flor de castaño

Ilustración: LNDUY

Al volver a ver el aroma de las flores de castaño en medio del bullicio de la ciudad, de repente me pican las comisuras de los ojos. Los años escolares transcurren en silencio por las laderas de interminables colinas de color púrpura. La adolescencia solo sabe cómo embelesarse con el aroma de las flores de castaño cada marzo. Mucha gente compara las flores de castaño con una fruta dulce.

Inicialmente verdes, absorbiendo el sol, la lluvia y las penurias de los años, los suaves pétalos se transforman en el color de la inmensa luz solar.

Entonces, tras la silenciosa espera, las flores adquirieron un aterciopelado amarillo intenso. En medio del vasto aroma de la montaña, aquellos racimos de verde claro mezclados con amarillo oscuro parecían desconcertados y lastimosos, exudando silenciosamente un aroma inconfundible.

Cogí una pequeña flor de castaño en cuanto floreció, la sujeté a mi bolso de tres hojas y la escondí tras mi abundante pelo para que, por la tarde, su dulce aroma se extendiera por el sinuoso callejón de la ladera. A veces guardaba algunas flores secas de castaño en el bolsillo y otras prensadas en mis cuadernos de estudiante justo después de recogerlas.

Crecemos con los años. Al dejar atrás esa tranquilidad rural, nos convertimos en mujeres jóvenes. De vez en cuando, al limpiar viejos recuerdos, al volver a ver flores secas de castaño, me inundan los recuerdos de mi infancia.

Mamá habló de esa flor con voz triste. La frágil flor de castaño simbolizaba el amor puro de una campesina por un príncipe. Los severos prejuicios de la etiqueta los separaban. La niña, por anhelo y arrepentimiento, se transformó en una flor silvestre con una extraña fragancia que atrajo a muchos al separarse.

Muchas estaciones han transcurrido en silencio, pero esta tarde, ese simple aroma ha ralentizado mis pasos. Los colores verdes y amarillos que se esconden bajo la luz del sol me hacen palpitar el corazón de nuevo. Me quedo de pie, distraída, en la acera, con la mano en la mejilla, dejando que mis recuerdos regresen con el aroma, dejando que mi sueño también se llene del aroma de las castañas. Y entonces, en ese sueño, recupero vagamente los viejos versos: «Albaricoques amarillos como fruta madura/ Racimos de castañas colgando en algún lugar/ El viento trae una extraña fragancia/ El camino a la escuela es bullicioso...».

El ajetreo diario de la vida. La lluvia y el sol nos han obligado a guardarlo todo en un rincón de nuestro corazón, atreviéndonos a darle la vuelta solo al anochecer. ¡A veces lloro y me culpo por ser tan cruel! ¿Acaso he olvidado mi infancia?

¿Has olvidado las vastas laderas de flores de sim púrpura y castaño amarillo? El tiempo se graba en la mirada, en cada cabello teñido del color de la tarde. Pero, afortunadamente, en lo profundo de la tierra nostálgica, aún se conservan intactos los caminos rojos y polvorientos que bordean las laderas, con castaños que producen flores amarillas con un aroma único e inconfundible. No es fácil olvidar una flor en nuestros recuerdos de infancia.

Hoy en día, la ciudad también desprende el tenue aroma de las flores de castaño. Las castañas se cultivan en huertos familiares. Los pequeños racimos de flores aún difunden su fragancia incansablemente. Esos racimos de verde claro mezclados con amarillo oscuro a veces desconciertan a quienes viven lejos de casa en medio del bullicio de la ciudad. Y esta tarde, alguien aspiró con avidez el aroma de la infancia, disipando la nostalgia.

La tarde cae poco a poco. La vida es tan dulce y apacible. El aroma de la infancia nos trae de nuevo viejos recuerdos, a los dulces sueños de la juventud pura. En medio del bullicio de la ciudad lejana, encontramos vagamente los sonidos familiares de una armonía apasionada e inmensa.

Thien Lam


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