“Sin zonas prohibidas, sin excepciones” en la lucha contra la corrupción

El 11 de abril, después de más de un mes de juicio por el caso de Truong My Lan y sus cómplices ocurrido en Van Thinh Phat Group y Saigon Commercial Joint Stock Bank (SCB) contra la acusada Truong My Lan y otros 85 acusados, el Panel de Juicio del Tribunal Popular de la Ciudad de Ho Chi Minh emitió el veredicto de primera instancia.

Se trata de un caso económico de gran envergadura llevado a juicio, y también de un caso clave de corrupción, con numerosos acusados condenados por delitos relacionados con la corrupción, como malversación de fondos, soborno, abuso de posición y poder en el ejercicio de funciones oficiales, y negligencia que causó graves consecuencias...

El veredicto invita a la reflexión, pero puede afirmarse que constituye una expresión clara y contundente de la idea de «convertir la determinación política en acción práctica, predicando con el ejemplo»; de «integrar estrechamente la prevención, la detección y la lucha contra la corrupción y la negatividad»; de «promover la detección y la lucha contra la corrupción y la negatividad» en la labor anticorrupción y antinegatividad de nuestro Partido y Estado. En particular, las penas impuestas a los acusados en esta sentencia de primera instancia son una clara muestra de la estricta aplicación de la ideología y la postura del Partido en materia de lucha contra la corrupción: «No existen zonas prohibidas, ni excepciones, independientemente de quién sea la persona, sin presión alguna por parte de ninguna organización o individuo».

En primer lugar, se trata del estricto control de los altos funcionarios del Estado. Deben recibir severos castigos por “los actos de personas con cargos y poderes que se han aprovechado de ellos para obtener beneficios personales” - actos de corrupción (Ley Anticorrupción de 2018).

El Secretario General Nguyen Phu Trong enfatizó en una ocasión que el tratamiento riguroso de numerosos funcionarios, incluyendo altos cargos que han cometido irregularidades, es algo que nadie desea, incluso resulta doloroso y desgarrador; pero por el bien común, por la estricta disciplina del Partido, el estado de derecho, la pureza, la fortaleza y el prestigio del Partido y del Estado, y la voluntad del pueblo, debemos hacerlo con firmeza. Disciplinar a unos pocos para salvar a miles, y continuaremos haciéndolo con mayor resolución y contundencia en el futuro, inspirados en las enseñanzas del Tío Ho: «Cortar algunas ramas infestadas de gusanos para salvar todo el árbol».

Este caso ha impuesto penas muy severas a las violaciones relacionadas con delitos de corrupción cometidos por numerosos funcionarios, quienes ocupaban altos cargos. En concreto, la acusada Do Thi Nhan (exdirectora del Departamento de Inspección y Supervisión Bancaria II de la Agencia de Inspección y Supervisión Bancaria del Banco Estatal y jefa de la delegación de inspección) fue condenada a cadena perpetua por el delito de «comisión de soborno»; el acusado Nguyen Van Hung (ex subinspector jefe a cargo de la Agencia de Inspección y Supervisión Bancaria del Banco Estatal) fue condenado a 11 años de prisión por el delito de «abuso de poder en el ejercicio de sus funciones».

La idea de «ninguna zona prohibida, sin excepciones» se refleja no solo en la lucha contra la corrupción en el sector público, por parte de personas con cargos y poder en organismos, organizaciones y dependencias estatales, sino también en la lucha contra la corrupción en el sector privado, por parte de personas con cargos y poder en empresas y organizaciones no estatales. Concretamente, en este caso, la acusada Truong My Lan fue condenada a muerte por «malversación de fondos»; a 20 años de prisión por «cohecho» y a 20 años de prisión por «infracción de la normativa crediticia en el ejercicio de las actividades de las entidades de crédito», siendo la pena capital la condena total.

Se observa que, desde la entrada en vigor del Código Penal de 2015 (modificado y complementado en 2017), esta es la primera vez que el tribunal aplica la pena de muerte al delito de malversación de fondos, incluso contra personas ajenas al Estado, cometido por quienes ocupan cargos y tienen poder en empresas y organizaciones del sector privado. Esta particularidad demuestra, una vez más, la ideología anticorrupción que exige el estricto cumplimiento de la ley frente a los actos de corrupción, sin excepciones ni restricciones, independientemente de quién sea el responsable, ya sean altos funcionarios del Estado o personas ajenas al sector público.

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