Espacio de influencia no significa control
A diferencia del modelo hegemónico clásico, Rusia no puede (ni puede) ejercer un control total sobre sus vecinos como lo hizo durante la era soviética. Sin embargo, su influencia sigue presente a través de cuatro ejes principales:
(1) El sistema educativo , el derecho, la lengua y el pensamiento administrativo de muchos países todavía llevan la marca rusa/soviética.
(2) Las comunidades rusas, étnicamente rusas y de la diáspora postsoviética continúan creando canales transnacionales informales de influencia.
(3) Dependencias de infraestructura y seguridad económica : Especialmente en los campos de energía, transporte y defensa.
(4) Estrategias de poder duro-blando: desde la presencia militar (como en Armenia, Bielorrusia y Tayikistán) hasta herramientas de influencia blanda a través de los medios y la cultura.
Sin embargo, la influencia no equivale a confianza. Al contrario, el temor a las intenciones de Rusia aumenta con la proximidad histórica y geográfica. Los países con vínculos más estrechos con Rusia son más propensos a buscar ampliar sus opciones mediante la cooperación con Turquía, China, Occidente o incluso organizaciones multilaterales como los BRICS.
Los analistas señalan que una característica especial del caso ruso es el fenómeno de la "superpotencia próxima". A diferencia de Estados Unidos, que está geográficamente aislado y no tiene vecinos fuertes, Rusia comparte una extensa frontera con muchos países pequeños y débiles que a menudo son vistos con recelo. Esto genera un tipo particular de tensión estratégica: los países pequeños se sienten amenazados por la posibilidad de una intervención, mientras que Rusia se siente rodeada por la idea de distanciamiento y cooperación con el exterior.
El temor no solo proviene de la historia, sino también de la realidad: Rusia ha ejercido una fuerte influencia en Georgia (2008) y Ucrania (desde 2022 hasta la actualidad) y ha ejercido una influencia significativa en la crisis entre Armenia y Azerbaiyán. Por lo tanto, por muy bienintencionadas que sean sus intenciones, Moscú difícilmente puede convencer a sus vecinos de que es un "socio normal".
Rusia no tiene fronteras naturales fácilmente defendibles como las de Estados Unidos o el Reino Unido. Con fronteras continentales abiertas que se extienden por muchas regiones inestables, el control de la seguridad no puede lograrse únicamente por medios militares, sino que debe basarse en la influencia sociopolítica sobre el espacio circundante.
Al mismo tiempo, la estructura etnosocial de Rusia impide la construcción de una barrera radical. Aislarse del espacio postsoviético no solo implicaría una ruptura geopolítica, sino también el riesgo de una fragmentación interna, con rusos, tártaros, daguestaníes, baskires, chechenos y diásporas centroasiáticas formando capas de conexiones transfronterizas, tanto culturales como económicas. Esto no es solo un problema de seguridad, sino también una cuestión de la existencia de la Federación Rusa.
De la asimetría al equilibrio blando
La presencia de Turquía en el Cáucaso o Asia Central no puede eclipsar el papel tradicional de Rusia, pero es suficiente para generar influencia blanda para los países más pequeños en las negociaciones con Moscú. Este es un ejemplo típico de estrategia de "equilibrio blando": no confrontar directamente a la potencia central, sino buscar enriquecer las opciones estratégicas fomentando la participación de terceros.
Sin embargo, Turquía no es el único actor. Durante la última década, la presencia e influencia cada vez más visibles de Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y, en especial, China, han transformado la estructura de poder en el espacio postsoviético. Mientras que Estados Unidos se centra en la asistencia militar, el entrenamiento y la cooperación en materia de seguridad con países como Georgia, Ucrania, Moldavia y algunos países bálticos, principalmente para contener la influencia militar-estratégica de Rusia, la UE invierte considerablemente en reformas institucionales, infraestructuras y comercio, especialmente a través de la política de la «Asociación Oriental», un mecanismo flexible pero a largo plazo para integrar gradualmente a países como Ucrania, Moldavia y Georgia en el espacio europeo, no geográficamente, sino en términos de modelo operativo.
China está avanzando en una dirección diferente: principalmente a través del poder económico y las inversiones estratégicas, especialmente en Asia Central. Pekín ha evitado la confrontación directa con Rusia, pero ha expandido su influencia mediante la Iniciativa de la Franja y la Ruta, proyectos energéticos y el creciente papel de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS).
El resultado es un espacio postsoviético que ya no es el "patio trasero" exclusivo de Rusia, sino un escenario multipolar de competencia por la influencia. Los países de la región, especialmente los pequeños y vulnerables, son cada vez más proactivos en la diversificación de sus socios, no para aislar a Rusia, sino para evitar una dependencia absoluta. Esto hace que la red de relaciones en la región sea más multidimensional y compleja que nunca: Rusia ya no es el único centro, pero sigue siendo un eje indispensable. Los países de la región buscan ampliar sus márgenes estratégicos sin romper completamente sus vínculos con Moscú. Los nuevos vínculos con China, Turquía, la UE o Estados Unidos son de naturaleza táctica y flexible, y a menudo se utilizan como herramientas para generar poder de negociación en círculos estratégicos más amplios.
En este contexto, la diplomacia se convierte en la herramienta central, y cualquier solución de política exterior requiere tacto, considerando las consecuencias interregionales y a largo plazo. Las soluciones unilaterales o unidireccionales ya no existen, ni siquiera con una potencia como Rusia.
Es evidente que el espacio postsoviético se ha vuelto más complejo en los últimos años, donde la influencia de Rusia persistirá, pero su control ha disminuido. Cualquier política exterior eficaz en la región debe basarse en una profunda comprensión de las inseguridades de los pequeños Estados, la apertura del espacio geográfico y los límites de la propia estructura estatal rusa. La estabilidad a largo plazo solo podrá alcanzarse cuando Rusia pase de una mentalidad de "proteger la influencia" a una mentalidad de "gestionar las relaciones", donde el poder se exprese no a través de su capacidad de coerción, sino a través de su fiabilidad como socio regional.
Hung Anh (colaborador)
Fuente: https://baothanhhoa.vn/khong-gian-hau-xo-viet-va-nghich-ly-anh-huong-cua-nga-253898.htm
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