Manus AI, el primer agente de IA autónomo del mundo desarrollado en China, está revolucionando el mundo tecnológico global, al tiempo que plantea cuestiones legales y éticas.
Una tarde en Shenzhen, un grupo de ingenieros de software se reunieron en un espacio de trabajo con poca luz, tecleando furiosamente mientras supervisaban el rendimiento de un nuevo sistema de IA.
El zumbido de los servidores se mezclaba con el brillo de las pantallas de alta resolución. Estaban probando a Manus, un agente de IA capaz de pensar y actuar de forma independiente.
En apenas unas horas, su llegada el 6 de marzo provocará una onda expansiva en la comunidad global de IA, reavivando un acalorado debate que lleva décadas latente: ¿Qué sucede cuando la IA deja de pedir permiso y empieza a tomar sus propias decisiones?
Manus es más que un simple chatbot. Es el primer agente de IA autónomo del mundo, un sistema que no solo asiste a los humanos, sino que también los reemplaza.
Desde analizar transacciones financieras hasta examinar perfiles de candidatos, Manus navega por el mundo digital sin supervisión humana, tomando decisiones con tanta rapidez y precisión que incluso los profesionales más experimentados no pueden seguirle el ritmo.
En esencia, se trata de un científico digital capacitado para desempeñar múltiples trabajos en diferentes industrias sin dudarlo.

Pero ¿cómo logró China, a menudo considerada rezagada con respecto a Estados Unidos en investigación fundamental sobre IA, crear algo que Silicon Valley aún considera teórico? Y, más importante aún, ¿qué implicaciones tiene esto para el equilibrio de poder en el campo de la IA?
“El momento DeepSeek”
A finales de 2024, DeepSeek lanzó un modelo de IA de bajo coste y alto rendimiento que rivalizaba con el GPT-4 de OpenAI. Fue descrito como el “momento Sputnik” del mundo de la IA y la primera señal tangible de que los investigadores chinos estaban reduciendo la brecha en las capacidades de los grandes modelos de lenguaje (LLM).
Sin embargo, Manus representa algo completamente diferente: es un Agente, un sistema de IA que puede pensar, planificar y actuar de forma independiente.
Eso es lo que distingue a Manus de sus competidores occidentales. Mientras que ChatGPT y Google Gemini requieren intervención humana, Manus no necesita ninguna guía. En cambio, está diseñado para funcionar de forma autónoma, aprendiendo nueva información y adaptando su enfoque de manera proactiva.
Por ejemplo, cuando se le presenta un conjunto de perfiles de candidatos, Manus no solo los clasifica, sino que también lee cada perfil uno por uno, extrae las habilidades relevantes, las compara con las tendencias del mercado y toma decisiones de contratación optimizadas utilizando un archivo de Excel generado automáticamente.
Cuando se le pide que “encuentre un apartamento en San Francisco”, Manus no solo mira los resultados de búsqueda, sino que también considera las tasas de criminalidad, las tendencias de alquiler e incluso los patrones climáticos para elaborar una lista de opciones adecuadas para el usuario.
Personal invisible
Manus puede considerarse un asistente invisible que usa el ordenador igual que tú, solo que nunca se cansa. La clave está en su arquitectura multiagente.
En lugar de depender de una única red neuronal, Manus actúa como director, supervisando un equipo de subagentes especializados. Ante una tarea compleja, la descompone en sus componentes, asigna cada uno a un agente y verifica su progreso.
Esta arquitectura aborda flujos de trabajo de varios pasos que anteriormente requerían múltiples herramientas de IA trabajando juntas.
Otra diferencia radica en su funcionamiento asíncrono basado en la nube. Los asistentes de IA tradicionales requieren la interacción activa del usuario, mientras que Manus funciona en segundo plano y solo notifica al usuario cuando los resultados están listos.
Manus marca un cambio de paradigma: la IA pasa de ser una asistente a un agente independiente. Rowan Cheung, escritor especializado en tecnología, probó Manus y le pidió que escribiera su biografía y le creara un sitio web personal.
En tan solo unos minutos, la IA analiza las redes sociales, extrae los aspectos más destacados de su trayectoria profesional, crea una biografía atractiva, redacta un sitio web y lo publica. Incluso gestiona el alojamiento sin necesidad de intervención adicional.
Para los desarrolladores de IA, es el Santo Grial: un sistema que no solo genera información, sino que también la aplica, corrige errores y perfecciona los resultados. Para los trabajadores, Manus es una crisis existencial.
Impacto en Silicon Valley
Durante años, la IA giró en torno a las grandes empresas tecnológicas estadounidenses: OpenAI, Google, Meta. Se daba por sentado que quien creara el chatbot más sofisticado controlaría el futuro de la IA. Manus rompió con esa suposición.
Manus es una categoría de IA completamente nueva que cambia el enfoque de la asistencia pasiva a la acción autónoma. Además, es un producto de China.
Esto inquieta a Silicon Valley. El fuerte impulso de China hacia los sistemas autónomos le otorgará una ventaja de pionero en áreas clave.
Temen que Manus represente la industrialización de la IA: sistemas tan eficaces que las empresas pronto se verán obligadas a sustituir a los humanos por IA.
Pero Manus también plantea interrogantes sobre gobernanza y ética. ¿Qué ocurre si un agente de IA toma una decisión financiera que le cuesta millones de dólares a una empresa? ¿O si ejecuta una orden incorrecta? ¿Tendrá consecuencias reales? ¿Quién es responsable cuando un sistema automatizado y sin supervisión comete un error?
Hasta ahora, la mayor incógnita no es si Manus “hace honor a su nombre”, sino cuánto tardará el resto del mundo en alcanzarla.
Ha comenzado la era de los agentes de IA autónomos, y China lidera el camino. Mientras tanto, quizá debamos replantearnos cómo trabajamos, innovamos y competimos en un mundo donde la IA ya no es una simple asistente.
(Según Forbes)
Fuente: https://vietnamnet.vn/manus-ai-khung-hoang-hien-sinh-cua-nguoi-lao-dong-2379265.html






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