El insomnio, especialmente el insomnio crónico, no solo provoca cansancio constante y falta de energía, sino que también es un "culpable oculto" que acelera el envejecimiento cerebral, aumenta el riesgo de demencia y muchas otras enfermedades peligrosas.
Dormir mal: una señal de alerta temprana del deterioro cognitivo
Según la definición médica, el insomnio crónico es una condición caracterizada por dificultad para dormir al menos 3 días a la semana durante más de 3 meses. No se trata simplemente de un trastorno del sueño, sino que también puede ser una señal de alerta temprana de una enfermedad neurológica.
Durante el sueño profundo, el cerebro organiza y almacena recuerdos y consolida el aprendizaje. La mala calidad del sueño interrumpe este proceso, lo que provoca que el paciente tenga menos concentración y sea olvidadizo.
Un estudio publicado en la revista Neurology que siguió a casi 2.800 adultos mayores sanos durante más de cinco años descubrió que las personas con insomnio crónico tenían un riesgo 40 por ciento mayor de deterioro cognitivo leve (DCL) o demencia que el otro grupo.
Los resultados también mostraron que la privación de sueño a largo plazo puede provocar un envejecimiento cerebral equivalente a cuatro años. Las tomografías computarizadas revelaron una acumulación de placas amiloides y lesiones en la sustancia blanca, cambios característicos de la enfermedad de Alzheimer.

Esto lleva a los expertos a advertir: el insomnio crónico no es solo un síntoma transitorio, sino que puede ser el "punto de partida" de trastornos de memoria graves más adelante.
Otros efectos graves del insomnio prolongado
El insomnio no solo afecta la memoria, sino que también conlleva una serie de consecuencias para la salud física y mental. Los efectos nocivos más comunes incluyen:
Cambios de humor, irritabilidad
La falta de sueño provoca cansancio físico y un estado de ánimo negativo. Las personas con insomnio suelen enfadarse con facilidad, reaccionar de forma exagerada y tener dificultades para controlar sus emociones, lo que afecta a sus relaciones sociales.
Mayor riesgo de depresión
Dormir menos de seis horas por noche aumenta significativamente el riesgo de depresión. La falta de sueño crónica conlleva un deterioro de la salud mental y crea las condiciones para el desarrollo de ansiedad y trastornos del estado de ánimo.
Sistema inmunitario debilitado
Durante el sueño, el cuerpo secreta citocinas, compuestos necesarios para el funcionamiento del sistema inmunitario. La privación del sueño reduce la producción de citocinas, lo que hace que el cuerpo sea más susceptible a las enfermedades y que la recuperación sea más lenta.

Enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares
Numerosos estudios demuestran que el insomnio está estrechamente relacionado con la hipertensión arterial, la insuficiencia cardíaca y la aterosclerosis. La Asociación Mundial del Ictus advierte: los jóvenes con insomnio frecuente (de 18 a 34 años) tienen un riesgo ocho veces mayor de sufrir un ictus que las personas que duermen lo suficiente.
Trastornos metabólicos, riesgo de diabetes
La falta de sueño provoca un desequilibrio en las hormonas insulina y cortisol, lo que causa trastornos en el metabolismo del azúcar en sangre y aumenta el riesgo de obesidad y diabetes tipo 2.
¿Qué hacer para escapar del "círculo vicioso del insomnio"?
El insomnio crónico requiere un diagnóstico y tratamiento precoz. Sin embargo, además del tratamiento médico, puedes mejorar tu sueño de forma proactiva con hábitos sencillos.
Crea un "ritmo biológico" para el cuerpo
Intenta acostarte y levantarte a la misma hora, incluso los fines de semana. Evita dormir demasiado durante el día, no uses el móvil antes de acostarte y limita el consumo de cafeína y alcohol por la noche.
Alimentación e hidratación para favorecer el sueño
Algunos alimentos, como el salmón, las almendras, el kiwi o las nueces, son ricos en nutrientes que ayudan a producir melatonina, la hormona que regula el sueño. Evita las comidas grasosas, los dulces y los alimentos procesados por la noche.
Gracias al poder de las hierbas
El té de manzanilla, el té de loto y el té de pasiflora se han utilizado durante mucho tiempo como sedantes naturales. Además, se ha demostrado que el ginkgo biloba y el arándano mejoran la circulación sanguínea cerebral, lo que favorece una mejor calidad del sueño.
Deja que el aroma natural te acompañe en tu sueño.
Los aceites esenciales de lavanda, jazmín o limoncillo tienen un efecto relajante sobre los nervios, ayudando a conciliar el sueño más fácilmente. Un poco de aceite esencial en el dormitorio puede convertir el espacio en un verdadero remanso de paz.
Ejercicio para “desestresarse”
El ejercicio regular no solo es bueno para la salud del corazón, sino que también ayuda a dormir mejor. Dedica 30 minutos al día a caminar a paso ligero, practicar yoga o nadar, y verás que conciliar el sueño llega de forma más natural.
Fuente: https://www.vietnamplus.vn/mat-ngu-man-tinh-day-nhanh-qua-trinh-lao-hoa-nao-va-tang-nguy-co-mat-tri-post1061708.vnp






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