Durante décadas, la búsqueda de vida extraterrestre por parte de la NASA y la comunidad científica mundial ha seguido un principio fundamental: "Buscar agua".
El concepto de "zona habitable" (la distancia ideal desde una estrella para que exista agua líquida) se ha convertido en el estándar de oro para elegir objetivos de observación.

Ilustración de Kepler-186f, un exoplaneta ubicado en la zona habitable alrededor de su estrella (Imagen: NASA).
Sin embargo, la realidad actual demuestra que el agua no es el único factor que determina la posibilidad de vida. El descubrimiento de miles de exoplanetas con climas, geologías y características de radiación diversos ha trazado un panorama mucho más complejo de la vida extraterrestre.
Ante este desafío, un equipo de científicos de la NASA, dirigido por el Dr. Daniel Apai de la Universidad de Arizona, propuso un modelo innovador: “Habitabilidad Cuantitativa”.
Se trata de un modelo pionero que evalúa la probabilidad de que exista vida en planetas distantes combinando datos ambientales astrofísicos con aptitud biológica experimental.

Kepler 186 se encuentra en la zona habitable similar a la Tierra, aunque orbita una estrella enana M1 (Foto: NASA).
En lugar de simplemente preguntar si un planeta es adecuado para ser habitado, el nuevo modelo va más allá: “¿Puede este planeta albergar una forma particular de vida, ya sean bacterias anaeróbicas o extremófilos?”.
A diferencia del enfoque binario tradicional, este modelo construye dos capas de análisis. La primera capa es un modelo ambiental basado en métricas recopiladas por telescopios, como la temperatura, la composición atmosférica y los niveles de radiación.
La segunda capa simula la supervivencia de extremófilos reales en la Tierra, desde bacterias que viven en manantiales ácidos y permafrost hasta criaturas que viven en respiraderos hidrotermales en las profundidades del océano.
Esta combinación proporciona una probabilidad cuantitativa de vida más flexible y realista, permitiendo que los sistemas de observación se concentren en los objetivos con mayor potencial, en lugar de distribuir su tiempo entre cientos de planetas “similares a la Tierra” de valor biológico desconocido.
En un universo vasto y misterioso, esta podría ser una herramienta clave para ayudar a la humanidad a acercarse a la respuesta a la eterna pregunta: ¿Estamos realmente solos en el universo?
La incertidumbre también puede ser información valiosa

Ilustración de un observatorio que fotografía exoplanetas que podrían albergar vida (Foto: Scientific Visualization Studio).
Otro avance del nuevo modelo es su capacidad para manejar datos inciertos, una práctica común en astronomía.
Cuando un planeta se encuentra a cientos de años luz de distancia, los científicos solo pueden captar señales luminosas tenues, analizando el espectro para inferir su atmósfera o temperatura superficial. En muchos casos, estos parámetros solo se determinan con una probabilidad del 60-90%, no con conclusiones absolutas.
Anteriormente, este nivel de incertidumbre obligaba a los investigadores a descartar datos o a emitir juicios subjetivos. Sin embargo, gracias a herramientas avanzadas de computación probabilística, el equipo del Dr. Apai ahora puede incorporar este nivel de incertidumbre en sus modelos y, aun así, emitir juicios útiles.
Se trata de un cambio metodológico importante que permite convertir datos imperfectos en valiosa información científica.
En las próximas etapas, el equipo planea continuar ampliando la base de datos de extremófilos, y también simular formas de vida teóricas que no se basan en carbono o agua, como organismos que utilizan amoníaco o viven en atmósferas de metano.
Estos son pasos necesarios para ampliar la capacidad de evaluar las biosferas extraterrestres de manera más amplia, especialmente a medida que las misionespara explorar lunas como Europa o Encélado se vuelven cada vez más realistas.
Fuente: https://dantri.com.vn/khoa-hoc/mo-hinh-moi-cua-nasa-mo-duong-tim-su-song-ngoai-trai-dat-20250616073348287.htm
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