(QBĐT) - En la ciudad, a finales de año, el viento sopla con fuerza, haciendo cada vez más frío, y los corazones de las personas que están lejos de casa, como yo, se sienten más inquietos.
Cada año, regresa el viento de fin de año, con el mismo frío intenso, pero me siento diferente cada año. Y cuando llega la nueva temporada de vientos, siento nostalgia de la anterior. La sensación en ese momento es difícil de describir, tan dulce como apasionada. Como recordar la promesa de un amante, un beso fragante, una mirada coqueta, para que la noche traiga amor y anhelo infinitos.
La temporada de viento de fin de año, ¿por qué parece que el tiempo pasa tan rápido, aunque un día siga durando lo mismo? Recuerdo cuando aún vivía en el campo; cada vez que llegaba el viento de fin de año, mi madre siempre tenía prisa. Recordar a mi madre es recordar una figura pequeña, delgada y de piernas cortas, madrugando para correr contra el tiempo. Cuando mi madre enumeraba algunas cosas, veía una montaña de trabajo, con y sin nombre.
Recuerdo el humo matutino que salía de la cocina, el olor a batatas hervidas, a yuca hervida, el tazón de arroz frito frío con grasa de cerdo aromática que mi madre había encendido mientras yo aún dormía profundamente. Recuerdo los momentos en el porche, con mi madre quejándose de que se negaba a usar más ropa de abrigo, más bufandas, porque el viento de fin de año suele ser… venenoso. Las quejas de las madres en el campo son siempre las mismas: suenan a regaños, pero están llenas de amor infinito.
Recuerdo las veces que iba a la escuela con mis amigos por el camino del pueblo, las ruedas pesadas al pedalear contra el viento. Pisando los pedales y sonriendo, soñando con el Tet que se acercaba. A uno le gustaba ir al mercado del Tet a jugar juegos populares como "Bầu, cua, tôm cá", disparando dardos a globos... Otro ansiaba un tazón de bánh duc caliente en el frío invierno, exhalando humo. Yo soñaba con ropa y sandalias nuevas. Pero mis padres no podían permitírselas cada Tet.
Durante la última temporada ventosa del año, recuerdo las noches tumbada junto a mi madre, escuchando sus suspiros, ocultando sus pensamientos. Los niños son despreocupados e inocentes, pero para los adultos, el Tet es a veces una carga, un miedo invisible. A mi madre le preocupa que sus hijos no tengan ropa nueva para ponerse durante el Tet, le preocupa que la casa no tenga suficiente carne, dulces ni mermelada. ¿Le preocupa si las gallinas se venderán a buen precio durante el Tet? Luego habrá verduras, leña...
En la temporada de viento de fin de año, al pensar en mi pueblo, siempre me siento en deuda con muchos favores. Desde el camino del pueblo, cuando aún era de tierra roja, hasta que se vertió hormigón limpio, fue el lugar que sostuvo mis pasos desde mis primeros pasos hasta que crecí y me fui lejos. Hasta las hileras de eucaliptos, que tienen muchos años y nadie recuerda el nombre, con las hojas susurrando y cayendo, que los niños a menudo amontonan para quemarlas y calentarse. Y el rincón familiar del mercado rural con tantos olores: el olor a plástico de los globos con forma de conejo que a todos los niños les encantaba de pequeños; el olor de algunas bolsas de mermelada de jengibre, mermelada de calabaza, mermelada de jengibre que alguien había cocinado temprano para vender; el olor del agua del río subiendo con un persistente olor a musgo; el olor de la gente sencilla del campo, que persiste con la camisa marrón...
Estos días, a finales de año, vuelve el viento. El susurro del viento parece intensificar aún más mi nostalgia. Cada ráfaga de viento es una sensación de añoranza indescriptible. Ay, parece como si gotas de agua caliente rozaran mis mejillas. Solo entonces me doy cuenta de que he llorado. No es que esté triste, sino que me siento muy afortunada de haber vivido tantas temporadas de viento de fin de año con tantos recuerdos dulces...
Tang Hoang Phi
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Fuente: https://www.baoquangbinh.vn/van-hoa/202412/mua-gio-cuoi-nam-2222988/
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