«Pagaron el rescate, el trato se acabó», declaró un representante de Lockbit a Reuters a través de la aplicación de mensajería Tox. ICBC, el banco más grande del mundo por activos, no respondió de inmediato, según Bloomberg.
Anteriormente, la filial de ICBC, ICBC Financial Services (ICBCFS), con sede en Nueva York (EE. UU.), sufrió un ciberataque el 8 de noviembre que se prolongó hasta el 9 de noviembre, impidiendo que ICBCFS completara transacciones con bonos del Tesoro estadounidense. A última hora del 9 de noviembre, ICBCFS publicó un comunicado en su sitio web confirmando que la empresa había sufrido un ataque de ransomware que provocó interrupciones en ciertos sistemas de servicios financieros.
El logotipo del Banco Industrial y Comercial de China (ICBC) se ve en Beijing, China, el 30 de marzo de 2016.
El 10 de noviembre, Reuters citó varias fuentes que revelaron que el ciberataque había provocado que ICBCFS contrajera temporalmente una deuda de 9.000 millones de dólares con el Bank of New York Mellon (BNY Mellon) debido a transacciones pendientes, lo que obligó a ICBC a inyectar capital en la unidad para saldar dichas transacciones. Las fuentes añadieron que BNY Mellon ya había recibido el pago de esa deuda.
¿Por qué pagar un rescate?
En los últimos meses, Lockbit ha atacado a varias organizaciones importantes de todo el mundo, robando y filtrando datos confidenciales si las víctimas se niegan a pagar el rescate. En tan solo tres años, Lockbit se ha convertido en la principal amenaza de ransomware a nivel mundial, según Reuters, que cita a funcionarios estadounidenses.
Se cree que Lockbit ha pirateado más de 1700 organizaciones estadounidenses en casi todos los sectores, desde servicios financieros y alimentación hasta escuelas, transporte y agencias gubernamentales .
Las autoridades llevan tiempo advirtiendo sobre los peligros de pagar a grupos de ransomware para que interrumpan sus modelos de negocio. Los rescates suelen exigirse en criptomonedas, que son más difíciles de rastrear y proporcionan anonimato a los destinatarios.
Algunas empresas que han sufrido ciberataques han pagado discretamente el rescate para recuperar rápidamente su operatividad y evitar el daño reputacional que supondría la filtración pública de sus datos confidenciales. Según Reuters, las víctimas que no disponen de copias de seguridad digitales que les permitan restaurar sus sistemas sin descifrarlos a veces no tienen más remedio que pagar el rescate.
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