La educación , después de todo, no se trata solo de impartir conocimientos, sino también de cultivar el carácter. Su objetivo final es formar personas amables, bondadosas, cariñosas y responsables.
No añadas otro corte al dolor del estudiante.
Si la disciplina es la fuerza del ejército, entonces el amor es la fuerza de la educación. Porque solo el amor es capaz de influir y guiar a los estudiantes.
Por lo tanto, muchas opiniones apoyan la nueva regulación del sector educativo: no se debe obligar a los estudiantes a abandonar la escuela. Un niño expulsado no solo pierde la oportunidad de estudiar, sino que también cae fácilmente en la oscuridad. En lugar de un estudiante problemático, la sociedad tendrá que afrontar el riesgo de que surja otro delincuente o sinvergüenza.
Los "malos estudiantes", un término que a veces se usa con mucha dureza, en realidad tienen raíces profundas. Algunos son impulsivos, irascibles e irreflexivos; otros presentan desviaciones psicológicas debido a las circunstancias; y algunos arrastran heridas familiares difíciles de sanar.

La escuela es un lugar que abre la puerta a la esperanza para todos los estudiantes. (Foto solo con fines ilustrativos). Foto: HOANG TRIEU
Una vez conocí a un estudiante gruñón, que hablaba con rudeza, incluso robaba objetos insignificantes y vivía aislado, sin amigos. Solo cuando lo conocí supe que era huérfano, que su padre lo abandonó para casarse con otra mujer y que solo vivía con su abuela, anciana y olvidadiza. Carecía de amor hasta el punto de volverse terco y rebelde. Otro estudiante llevaba una vida muy filial, pero tenía un temperamento irascible y se metía en peleas si sus amigos se burlaban un poco de él. Si golpeaba a sus amigos un par de veces, lo expulsaban de la escuela.
En tales casos, si solo observamos la superficie y concluimos que el niño está "dañado", "imposible de educar" y decidimos expulsarlo de la escuela, la escuela está agravando su sufrimiento, empujándolo hacia la delincuencia. Porque si los padres lo han abandonado y la escuela también les da la espalda, ¿de quién dependerán esos niños?
¿Cuál es la solución para los estudiantes con problemas?
Por supuesto, también es necesario admitir con franqueza que no todos los estudiantes son fáciles de influenciar. Hay estudiantes con personalidades particularmente fuertes, incluso aquellos con el potencial de causar daño a otros. En estos casos, la solución no es expulsarlos del sistema, sino construir escuelas especiales —si no están cualificadas, debería haber clases especiales— donde se apliquen métodos adecuados, con profesorado bien capacitado para acompañarlos.
En realidad, hay estudiantes que son buenos estudiando, pero sus personalidades están distorsionadas y desviadas. He conocido casos de estudiantes que obtuvieron altas calificaciones en exámenes de opción múltiple, pero sus exámenes estaban llenos de malas palabras. O hay estudiantes que, cuando sus calificaciones no eran las esperadas, les hacían berrinches a sus profesores.
En realidad, para disciplinar a un estudiante problemático, la escuela necesita confiar la tarea a profesores experimentados y verdaderamente dedicados. Deben ser pacientes, dedicados e incluso estar dispuestos a sacrificar mucho tiempo y esfuerzo sin cobrar nada extra. Pero ese sacrificio vale la pena, porque en lugar de perder a un mal estudiante, podemos ganar un ciudadano decente, salvando así el futuro de una persona.
“La educación puede enseñar a un oso a cantar”. Puede parecer una exageración, pero encierra una gran verdad. La educación puede hacer posible lo aparentemente imposible. Pero para que un oso cante, se necesita más que amor y determinación, también buenos maestros y las escuelas adecuadas.
Por lo tanto, la nueva regulación del sector educativo no es simplemente una regulación administrativa. Es una afirmación filosófica: todo niño merece la oportunidad de aprender y educarse. No es solo su derecho, sino también la responsabilidad de toda la sociedad. Una educación humana es una educación que sabe cómo conectar con los demás, sabe cómo ser paciente, sabe cómo encontrar un camino distinto para cada estudiante, en lugar de eliminarlos.
Abre la puerta de la esperanza
Si realmente creemos en el poder del amor, que las escuelas sean siempre lugares que abran la puerta a la esperanza, incluso para los niños más difíciles. Porque la educación, después de todo, es un camino para sembrar semillas de bondad y amor. Y en ese camino, nadie merece quedarse atrás.
Fuente: https://nld.com.vn/suc-manh-cam-hoa-trong-giao-duc-196251021214837381.htm
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