El aroma de las hojas se mezclaba con el humo de la cocina y las risas de los niños en el patio. En ese lugar aparentemente común, se conservan siglos de conocimiento de una comunidad étnica, en silencio, con humildad y firmeza como una montaña.

El pueblo Dao, al pie del monte Ba Vi, es famoso desde hace mucho tiempo por su medicina herbaria tradicional. Cada familia conserva algunas de sus propias recetas, elaboradas con docenas de hojas del bosque, algunas con más de sesenta ingredientes. No van a la escuela, no usan fórmulas preescritas, sino que aprenden a través de la vista, memorizan con el olfato y sienten por fe: fe en la naturaleza, en la experiencia de sus abuelos, en el poder curativo de las plantas.
Hablamos mucho de “transformación digital”, “alta tecnología”, “medicina moderna”, pero a veces olvidamos que el conocimiento indígena también es una tecnología, la tecnología de los pueblos que entienden la naturaleza con el corazón.
Sin necesidad de laboratorio, los Dao saben qué plantas elegir para bajar la fiebre, cuáles para aliviar el dolor articular y qué hojas para ayudar a las mujeres a recuperarse del parto. Sin necesidad de publicidad ostentosa, el servicio de baños de hierbas de los Dao se ha convertido en un atractivo destino de ecoturismo para los turistas en Hanói, porque todos pueden sentir la paz que emana de las manos y el corazón del sanador.
Conocimiento indígena: la " tecnología blanda" de la nación
El conocimiento indígena de las minorías étnicas es un tesoro que durante mucho tiempo hemos considerado como "costumbres" y "hábitos", pero no lo hemos considerado un sistema de conocimiento aplicado con valor económico , científico y cultural.

Desde la artesanía medicinal del pueblo Dao, el tejido de brocados del pueblo Mong, el teñido con índigo del pueblo Tay, la elaboración de levadura para vino del pueblo Ede… todas estas tradiciones encierran una filosofía de vida en armonía con la naturaleza, basada en la austeridad, la economía circular y la sostenibilidad, que el mundo moderno intenta reaprender. Si sabemos cómo descifrar y transformar ese conocimiento en productos, servicios y marcas, no solo preservaremos la cultura, sino que también impulsaremos la economía, manteniendo intacta la esencia de la nación. Preservar no es un mero adorno, sino una forma de seguir viviendo, de vivir en el presente.
Trabajo étnico: del apoyo al estímulo de la fuerza interior
Durante muchos años, las políticas étnicas se han centrado principalmente en el apoyo, la asistencia y la distribución. Pero quizás sea hora de pasar de «dar» a «confiar», de «apoyar» a «acompañar», de «socorrer» a «fomentar la fortaleza interior».

Los grupos étnicos no carecen de inteligencia ni de habilidades, sino de oportunidades para demostrarlas. Una persona Dao quizá no sepa leer fórmulas químicas, pero conoce a la perfección qué hojas contienen aceites esenciales, qué raíces tienen un sabor picante y qué hojas se combinan para producir distintos efectos. Un artesano Ede tal vez desconozca el término «diseño sostenible», pero entiende que el tejido debe comenzar con fibras cultivadas en la propia comunidad, teñirse con plantas cultivadas en la propia comunidad y venderse a quienes realmente lo necesitan.
El conocimiento étnico no reside en los documentos, sino en el corazón de las personas. Si solo «planificamos su preservación» sin crear oportunidades para que puedan ganarse la vida con su oficio, ese conocimiento desaparecerá gradualmente con cada generación.
Cuando la política escucha
En Ba Vi, el gobierno local ha apoyado inteligentemente al pueblo Dao en la creación de jardines de hierbas medicinales, baños termales y alojamientos familiares, preservando así la tradición medicinal y generando un medio de subsistencia. Esta es una política de escucha activa, que no impone ni reemplaza, sino que acompaña y apoya las buenas prácticas de la comunidad.

Los asuntos étnicos no deberían ser competencia exclusiva de los organismos políticos, sino un tema que concierne a toda la sociedad, donde cada persona valora la diversidad y aprecia la sabiduría ancestral de las tierras altas y los bosques profundos. Cuando los pueblos Kinh, Dao, Muong y Thai se miran con respeto, construimos una sociedad que no solo se centra en el desarrollo, sino también en la armonía.
Conocimiento indígena: fuente de identidad y creatividad
Cada hoja medicinal, cada canción, cada artesanía tradicional es un fragmento de identidad nacional. Cuando permitimos que desaparezcan, perdemos una parte de nuestra memoria colectiva, una parte de nuestra propia «cultura del desarrollo».
En la era de la inteligencia artificial, el big data y las ciudades inteligentes, tal vez el conocimiento indígena sea la “inteligencia natural” donde las personas aprenden a vivir con calma, a comprender profundamente y a convivir en armonía. Esa es también una gran lección para el trabajo con las comunidades étnicas de hoy: si quieres ayudar a tus compatriotas a progresar, empieza por creer que pueden valerse por sí mismos.

Desde las montañas de Ba Vi - pensando en mí mismo
Al observar los manojos de hojas medicinales secándose al sol, me viene a la mente una imagen hermosa. Como esas hojas, cada grupo étnico vietnamita posee un color único que, al combinarse, forma una imagen unificada y diversa. Si nos centramos en un solo color, la imagen será pálida; si sabemos respetar cada color individual, la imagen completa será brillante. El desarrollo no se trata solo de mejorar la vida material, sino también de enriquecer el alma de la nación.
El pueblo Dao de Ba Vi no solo conserva su profesión médica, sino también su fe en su propio conocimiento. Y quizás ese sea el «impulso sutil» que el trabajo étnico más necesita hoy: despertar la fe para que cada comunidad pueda mantenerse firme en su propio conocimiento e identidad.
Fuente: https://hanoimoi.vn/tu-la-thuoc-nguoi-dao-nghi-ve-cong-tac-dan-toc-va-tri-thuc-ban-dia-721957.html






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