Cuando me topé por casualidad con un breve vídeo que mostraba a reporteros abriéndose paso entre el lodo y las inundaciones para informar sobre las noticias con rapidez, quedé sumamente impresionado. A partir de ese momento, comencé a aprender más sobre periodismo, sobre las personas que trabajan silenciosamente detrás de cada página de noticias.
Joseph Pulitzer, un gran referente del periodismo moderno que inauguró una nueva era para la escritura y los medios de comunicación, dijo: «Un buen periodista no solo debe ser inteligente, sino también tener corazón». Esa frase está grabada en mí como una brújula. Comencé a escribir, no por un objetivo concreto, sino por una necesidad muy real: contar, comprender, conectar.

Mi primer artículo fue sobre el subdirector del colegio con motivo del Día del Maestro en Vietnam, el 20 de noviembre, que coincidió con el 40 aniversario de mi querido colegio. Cuando mi tutor me sugirió que escribiera un artículo para la revista del colegio, dudé bastante porque nunca pensé que escribiría lo suficientemente bien como para que alguien quisiera leerlo.
Pero entonces la imagen de la subdirectora —que siempre quiso transmitir su pasión por las matemáticas a sus alumnos escuchándolos con cariño y dedicación— me impulsó a escribir. Sin técnica ni estructura convencional, aquel artículo fue simplemente un torrente de emociones sinceras, repleto de recuerdos y gratitud, pero conmovió los corazones y la memoria de los lectores: generaciones de sus colegas y alumnos.

Desde ese momento, comprendí que escribir no es solo registrar acontecimientos, sino también conectar, compartir, aportar una voz amable en el ajetreo de la vida. Aquel primer artículo me abrió nuevas perspectivas. Comencé a observar más, a escuchar más. Las cosas sencillas de la vida se convirtieron en la materia prima, la fuente de inspiración para los artículos siguientes, escritos de forma sincera, serena e íntima.
En la era de la tecnología y la transformación digital, cualquiera puede convertirse en "periodista", pero cuanta más información, más confusión; cuantas más voces, más escritores honestos, atentos y compasivos se necesitan.
En mis inicios profesionales, tuve la oportunidad de conocer a muchos reporteros y periodistas veteranos. Escuché historias de trabajo en zonas remotas, de amenazas constantes pero sin rendirse jamás; de escritores veteranos cuyas manos temblaban al teclear, pero que aun así mantenían las luces encendidas hasta altas horas de la noche solo por una noticia que aún no estaba libre de errores. Y comprendí que escribir un periódico no es llamativo ni colorido. Es una profesión silenciosa, pero requiere valentía, perseverancia y una gran convicción.

Un periodista veterano me dijo una vez: «No hay verdad que no esté escrita; solo que al escritor le falta valor». Esa frase me ha acompañado durante muchos años. Y para lograrlo, el escritor necesita pulir cada palabra, mantener la pluma limpia y, sobre todo, no olvidar para quién escribe.
Cuando tuve la oportunidad de seguir a reporteros, periodistas y grupos de voluntarios hasta las bases, hasta las vidas difíciles, comprendí cada vez más que la prensa no es solo un medio de comunicación, sino también un puente que conecta cosas hermosas y humanas que a veces olvidamos en las prisas de la vida cotidiana.
Como persona joven, todavía tengo muchas lecciones que aprender, muchas deficiencias que corregir, especialmente cuando he elegido el camino de la escritura conmovedora, de días y noches silenciosos tecleando, de momentos de alegría desbordante cuando sé que mi escritura toca los corazones de los lectores.

El 21 de junio, Día de la Prensa Revolucionaria de Vietnam, es una ocasión para honrar y expresar gratitud. Gratitud hacia quienes sentaron las bases del periodismo en el país; gratitud hacia las líneas escritas con sudor y sangre por la generación de periodistas de guerra; gratitud hacia los artículos redactados con valentía y profunda fe en la patria; gratitud hacia quienes trabajan incansablemente día y noche en las redacciones; gratitud hacia los reporteros de campo que no temen al peligro.
Y creo que, independientemente de si me dedico al periodismo toda la vida o no, lo que el periodismo me aporte será un valioso bagaje que me acompañará a lo largo de mi camino, porque el periodismo no es solo una profesión, sino también una forma de vida. Una forma de vida que sabe mirar con profundidad, pensar a largo plazo y amar más.
Fuente: https://baohatinh.vn/va-toi-da-den-voi-bao-chi-nhu-the-post290133.html






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