Mark Travers, doctor en psicología por la Universidad de Cornell (EE.UU.), ha identificado una secuencia general de evolución matrimonial, que incluye seis etapas principales.
Relación amorosa
En esta primera etapa, todos tienen en común la alegría y la felicidad de satisfacer las necesidades del otro. Esta satisfacción junto con el matrimonio ayuda a reforzar los sentimientos de amor y cuidado. Las dos partes pueden entenderse más profundamente a pesar de las distracciones de la vida diaria. También se consideran perfectos, pensando y actuando de manera similar.
La "luna de miel" ha terminado
Durante esta etapa, la dinámica cambia cuando uno de los socios no cumple con las expectativas del otro, lo que genera decepción y frustración. La responsabilidad compartida por la felicidad permanece, pero el comportamiento de la pareja es responsable de intentar restablecer el estado original del amor. El amor y el cuidado ya no son incondicionales, y las partes pueden oscilar entre la crítica y el sentimiento de dolor o decepción cuando la relación no alcanza su estado ideal.
Conflicto
La frustración se convirtió en ira, dando lugar a una lucha de poder marcada por frecuentes represalias.
La lucha sirve como mecanismo de defensa contra la frustración constante porque una de las partes no puede reavivar la relación amorosa original. Las discusiones giran en torno a cuestiones de control, como el dinero, el sexo o el tiempo que pasan juntos.
En casos extremos, el adulterio puede ocurrir como una forma de lastimar a un cónyuge. La “crisis del séptimo año” puede ocurrir en esta etapa.
Persistente
Durante esta etapa, las parejas, emocionalmente agotadas y en riesgo de separación, dirigen su atención a otros aspectos de la vida en lugar de resolver los conflictos existentes.
A pesar de la disminución de la intensidad emocional, el compromiso en el matrimonio permanece y ambas partes se centran en intereses comunes para el beneficio de la familia, como construir una casa, criar hijos o avanzar en sus carreras.
Aunque la satisfacción con la relación disminuyó, la conexión de la pareja se mantuvo positiva mientras colaboraban en objetivos comunes.
Concéntrese en sus propios objetivos
En esta etapa, el marido y la mujer admiten que “no pueden esperar que el otro satisfaga sus necesidades”. Esta conciencia promueve una mayor independencia y confianza en uno mismo, ya que los individuos buscan satisfacción sólo para sí mismos.
La búsqueda de la felicidad pasa del cónyuge a fuentes externas, lo que marca un período de pasión renovada pero también un reconocimiento de las limitaciones de la relación matrimonial. También aprenden gradualmente a compartir y comprender los objetivos de su pareja.
Maduro
La etapa final se caracteriza por la aceptación de la realidad, desplazando el foco hacia el presente. Las personas en esta etapa desarrollan la autosuficiencia y reconocen la necesidad de mantener identidades emocionales separadas para una relación madura. El éxito en esta etapa incluye aceptar la responsabilidad de las propias alegrías y dolores y aumentar la capacidad de relacionarse más plenamente con los demás, especialmente con la pareja.
Según los expertos, esta es nuevamente la etapa de la intimidad y la reciprocidad. Las parejas se dan cuenta poco a poco de que pueden coexistirpacíficamente basándose en sus propias identidades.
Fuente VNE
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