El desarrollo de la humanidad siempre ha estado ligado al uso y cálculo de números. Desde el registro monótono del tiempo y los acontecimientos mediante números, los seres humanos han progresado gradualmente hasta descubrir modelos complejos del mundo .
Los matemáticos, como grandes exploradores, han utilizado el lenguaje de los números para buscar la verdad del universo. Tras describir el espacio unidimensional y bidimensional, los seres humanos han logrado conceptualizar y cuantificar el espacio tridimensional en el que vivimos.
Sin embargo, la curiosidad no terminó ahí. La cuestión de si existía una dimensión espacial superior fue confirmada por el famoso matemático alemán Bernhard Riemann.

Espacio tetradimensional: El tiempo es la cuarta dimensión
Para comprender el espacio tetradimensional, debemos remontarnos a los conceptos más básicos. En el espacio bidimensional, una línea unidimensional es simplemente un segmento de línea en un plano.
Cuando un objeto tridimensional, como una gota de agua, atraviesa este espacio bidimensional, las criaturas que viven en él solo verán una sombra fugaz de tamaño en constante cambio.
De manera similar, el profesor Riemann dedujo el modelo completo de los objetos de cuatro dimensiones analizando los innumerables detalles que dejan a su paso por nuestro mundo tridimensional.
Según su hipótesis, el espacio tridimensional es solo un punto en el plano del espacio tetradimensional. Dicho de otro modo, el espacio tetradimensional es una integración infinita de todos los espacios tridimensionales. Y el atributo limitante de las entidades tridimensionales es el tiempo.
Para un ser tetradimensional, el tiempo no fluye en una sola dirección, sino que es una dimensión espacial que puede desplazarse a voluntad. Puede observar y experimentar cualquier instante, desde el pasado hasta el futuro, como si viera una película y modificara la barra de progreso a su antojo.

"El gusano tetradimensional" y el deseo de inmortalidad
Aunque los humanos somos los seres más inteligentes en el espacio tridimensional, no somos entidades tetradimensionales «absolutas». Solo podemos fluir pasivamente con el tiempo sin poder modificarlo.
Riemann argumentó que carecemos de un «órgano» para percibir y modificar el tiempo. Sin embargo, también llegó a una conclusión sorprendente: los humanos pueden compensar esta «deficiencia» mediante el uso de «herramientas».
De forma similar a cómo un ser bidimensional crea su “altura” plegando planos, los humanos también pueden entrar en el espacio tetradimensional “plegando” sus propias unidades de tiempo.
Cuando los humanos entramos en el espacio tetradimensional, podemos convertirnos en un «gusano tetradimensional», con un nivel de detalle temporal infinito. Podemos observar cada instante de nuestra vida, desde el nacimiento hasta la vejez, como quien ve una película completa.
Este concepto explica un deseo humano instintivo: el deseo de superar los límites del tiempo, de buscar la inmortalidad.
Sin embargo, aunque en última instancia estamos sujetos al tiempo, ligados al ciclo de nacimiento, envejecimiento, enfermedad y muerte, el viaje de búsqueda y exploración del espacio tetradimensional nos ha aportado una nueva perspectiva sobre nuestra existencia.
En lugar de preocuparnos por las limitaciones, es mejor que valoremos y utilicemos nuestro tiempo para crear valor para nosotros mismos. Al fin y al cabo, como seres que solo vivimos una vez en este espacio tridimensional, ¿quién no desea vivir una vida más plena?
Fuente: https://dantri.com.vn/khoa-hoc/bi-an-cua-thoi-gian-va-tham-vong-vuot-qua-gioi-han-cua-loai-nguoi-20250922035422529.htm






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