En los casos en que no se permiten clases extraescolares, la organización docente extraescolar establecida en el Artículo 4 de la Circular 29 estipula que «los docentes que imparten clases en centros educativos no podrán impartir clases extraescolares ni cobrar a los alumnos que la escuela les asigne según su plan educativo ». Este punto es nuevo respecto a la Circular 17/2012/TT-BGDDT y está siendo objeto de amplio debate en redes sociales con diversas opiniones. Entonces, ¿es razonable esta normativa?
Anteriormente, la Circular 17/2012 estipulaba que los docentes que percibían salarios del fondo salarial de las unidades de servicio público no podían impartir clases extraescolares a los alumnos que impartían en el currículo principal sin la autorización del director del organismo que los gestionaba. Esta normativa se basa en la Ley de Empleados Públicos, lo que significa que los empleados públicos pueden firmar contratos para tareas y colaborar con otros organismos, organizaciones y unidades que no estén prohibidos por ley, pero deben cumplir las tareas asignadas y contar con la autorización del director de la unidad de servicio público.
Sin embargo, la Circular 17/2012 omitió la condición de “cumplir las tareas asignadas” (aunque es difícil determinarla); además, la facultad de decidir si el profesorado puede impartir clases extraescolares con sus propios alumnos corresponde al director de la unidad. Debido a la falta de una normativa estricta, se han producido abusos, ya que el profesorado ha recortado el currículo y los conocimientos necesarios para impartir clases extraescolares en clase.
Por lo tanto, para evitar desventajas en la evaluación de los resultados de aprendizaje y la adquisición de conocimientos, los estudiantes deben estudiar en clase y tomar clases extraescolares de la misma asignatura con el mismo profesor. Esto se traduce en un aumento de los costos financieros y de tiempo, lo que afecta el estudio de otras asignaturas y el desarrollo integral del alumnado. Por lo tanto, se debe prohibir a los profesores tomar clases extraescolares a cambio de dinero de los estudiantes a los que imparten clases directamente.
Éticamente, los docentes tienen la responsabilidad de enseñar con todo su corazón al impartir conocimientos a sus alumnos. Si los docentes retienen parte del conocimiento para "obligar" a los alumnos a tomar clases adicionales, esto afectará negativamente la misión de la educación y creará desigualdad entre los estudiantes, ya que no todos tienen la capacidad económica para tomar clases adicionales.
Así pues, para que los docentes sean objetivos, desempeñen adecuadamente sus funciones y tengan la ética docente, los intereses económicos no deben dominar el proceso de enseñanza formal. Para ello, la legislación debe eliminar las lagunas legales que permitan a los docentes ser "inocentes" durante su jornada docente.
Además de las cuestiones éticas, un principio en la legislación es evitar conflictos entre disposiciones legales. La Ley Anticorrupción estipula que quienes ostentan cargos y poderes no pueden aprovecharse de ellos para obtener beneficios personales. Por otro lado, la Circular 17/2012 permite a los docentes cobrar clases adicionales a los alumnos que imparten en sus clases regulares si cuentan con la autorización del director del organismo que los gestiona.
Por lo tanto, existe una falta de sincronización y conflictos entre los documentos legales. Cuando los docentes imparten clases extraescolares y cobran dinero a los alumnos a los que enseñan directamente, incurren en un conflicto de intereses, contrario al principio de transparencia en el ejercicio de la función pública. La Circular 29/2024 ha superado los posibles aspectos negativos, garantizando la sincronización y unificación de la legislación, eliminando así el riesgo de que se abuse de la docencia extraescolar para distorsionar el proceso docente y afectar la carrera docente.
Por lo tanto, desde una perspectiva ética y legal, se puede afirmar que es completamente razonable prohibir al profesorado impartir clases extras remuneradas a los alumnos que imparten directamente en el currículo principal, con el fin de garantizar la equidad y la transparencia, y evitar conflictos de intereses en la educación. Este proceso también contribuye a mejorar la calidad de la enseñanza durante el horario del currículo principal, a mantener la ética profesional del profesorado y, al mismo tiempo, a crear un entorno de aprendizaje saludable para el alumnado.
Tung Lam
Fuente: https://baoquangtri.vn/cam-giao-vien-day-them-cho-chinh-hoc-sinh-cua-minh-la-hop-ly-191973.htm
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