| Imagen de un producto falsificado de carne seca de búfalo de MQ Food Company Limited, similar a la carne seca de búfalo de Ha Giang (Foto: Policía Provincial de Phu Tho). |
Según la investigación, a partir de carne de búfalo importada a bajo precio, principalmente de la India, muchos establecimientos fabricaban carne de búfalo supuestamente "de Ha Giang", la envasaban en empaques falsificados y la vendían en el mercado a precios mucho más altos. Algunas empresas consumían cientos de toneladas, obteniendo ganancias de cientos de miles de millones de dongs. Cuando la policía intervino, se descubrió que la cantidad de carne importada en una aldea alcanzaba miles de toneladas, lo que demuestra que la magnitud del problema era considerable, llegando incluso a convertirse en una actividad comercial para toda la comunidad.
El hecho de que toda una comunidad esté involucrada en la falsificación demuestra que se trata de un problema sistémico. ¿Por qué puede toda una comunidad falsificar productos al mismo tiempo? ¿Se debe a una gestión deficiente, sanciones débiles o a la mentalidad de «si todos lo hacen, yo también»? Estas preguntas se plantean a las autoridades, a la sociedad en su conjunto y a los consumidores, que sufren directamente las consecuencias.
En primer lugar, la consecuencia directa es la pérdida de prestigio y de la confianza del consumidor. El búfalo seco de Ha Giang es conocido como una especialidad asociada a la cultura de las tierras altas. Cuando proliferan los productos falsificados, los consumidores se vuelven escépticos, cautelosos e incluso rechazan los productos auténticos. Una vez perdida la confianza, es muy difícil recuperarla y, como resultado, toda la industria se ve perjudicada.
En segundo lugar, la falsificación masiva supone un grave riesgo para la salud pública. Se utiliza carne de mala calidad y productos químicos de origen desconocido para crear color y sabor. Al entrar en el organismo, estas sustancias pueden provocar intoxicaciones agudas o enfermedades crónicas, poniendo en peligro la salud a largo plazo, especialmente la de los niños pequeños y las personas mayores.
Más grave aún es la degradación de la moral y la cultura. Cuando toda la comunidad se involucra, el lucro se antepone a todo lo demás. Las especialidades que antes eran motivo de orgullo se han convertido en instrumentos de lucro. Si esto no se detiene, la degradación moral se convertirá en la norma, con consecuencias impredecibles para las generaciones futuras.
Por lo tanto, la solución no se limita al enjuiciamiento penal de los infractores. Es necesario abordar la causa raíz, que reside en una gestión estricta, una coordinación coordinada y una aplicación rigurosa de la ley. Las autoridades locales deben intensificar las campañas de concientización para que la población sea plenamente consciente de las consecuencias de la falsificación. Asimismo, es fundamental implementar políticas que fomenten medios de subsistencia sostenibles y la creación de empleos legales y estables, para que las personas no se vean obligadas a recurrir a actividades ilícitas.
La falsificación de productos no es un fenómeno nuevo, pero cuando se convierte en un problema comunitario, el daño es aún mayor. Prevenirla desde la raíz, combatirla con rigor y crear las condiciones para un desarrollo sostenible es la clave para evitar la proliferación de zonas con alta concentración de falsificaciones y para no perder de nuevo la confianza del consumidor.
Fuente: https://baothainguyen.vn/xa-hoi/202509/cong-dong-lam-gia-hau-qua-khon-luong-e506eea/






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