Así que, al elegir Kioto como destino para los primeros días del nuevo año, me embarqué en la emoción y la curiosidad por la antigua capital, que conserva templos antiguos, barrios tradicionales y profundos valores culturales. Sin tanta actividad como Tokio ni tanta majestuosidad como Osaka, Kioto es como una serena melodía del tiempo.
Niñas japonesas rezan en un santuario en Kioto durante los primeros días del año nuevo.
La decisión de Japón de celebrar el Año Nuevo según el calendario gregoriano es histórica y refleja el cambio de un país arraigado en la tradición, que se esfuerza por preservar sus valores culturales sin dejar de desarrollarse. Oshogatsu, el Año Nuevo del país, es un momento sagrado para que los japoneses recuerden a sus antepasados, pidan bendiciones y fortalezcan los lazos familiares. A diferencia del bullicioso y vibrante Año Nuevo de otros países del este de Asia, el Año Nuevo en Japón, especialmente en Kioto, tiene un carácter tranquilo, apacible y contemplativo.
Kioto, la milenaria capital, es un lugar donde cada calle, cada paso, está impregnado de tradición y sacralidad. Kioto no solo preserva la esencia de una cultura milenaria, sino que también es el lugar ideal para sentir la atmósfera de Año Nuevo al estilo japonés, tan apacible como el ritmo inherente de la vida. Gion e Higashiyama, dos famosos barrios antiguos de belleza ancestral, con tranquilos techos de madera, faroles que se reflejan en las calles empedradas y cerezos en flor en el aire frío, como caligrafía primaveral. Templos como Fushimi Inari Taisha, el Santuario Yasaka o Kiyomizu-dera no solo son lugares de peregrinación, sino que también conservan el aliento de Kioto a lo largo de los siglos.
A la medianoche del 31 de diciembre, se celebra la ceremonia "Joya-no-Kane" en los templos de Kioto. Las 108 campanas, que representan 108 aflicciones, repican para purificar el alma, disipar las preocupaciones y dar la bienvenida a un año nuevo en paz. El momento no es ruidoso ni bullicioso, sino tranquilo y sagrado, dejando una maravillosa sensación de serenidad en los corazones de quienes participan.
El Santuario Yasaka en Gion brilla especialmente en Nochevieja durante el festival Okera Mairi, un ritual sagrado de encender fuego que existe desde hace mucho tiempo en Kioto. El fuego se enciende con el árbol okera, una hierba medicinal tradicional que transmite la creencia de la purificación, la exorcización de los malos espíritus y la bendición del nuevo año. La gente entra lentamente en el santuario, rezando en silencio ante el fuego rojo brillante. Llevan las brasas a casa para cocinar ozoni, una sopa tradicional de pastel de arroz mochi, o encienden el altar ancestral para dar la bienvenida a la suerte y la paz. La imagen de innumerables fuegos ardiendo con fuerza en Nochevieja en el Santuario Yasaka no solo simboliza el año nuevo en Kioto, sino que también muestra el espíritu de preservación de las tradiciones japonesas. En un país moderno, este rasgo cultural aún se respeta y se transmite de generación en generación, como una llama eterna que ilumina la esperanza.
Una tradición indispensable durante Oshogatsu es el Hatsumode: la costumbre de visitar un santuario sintoísta para rezar por el comienzo del año. Los japoneses suelen realizar este ritual desde la víspera de Año Nuevo o durante los primeros días del nuevo año. Aunque tienen que hacer fila en el frío, mantienen la paciencia, sosteniendo una taza de amazake caliente, rezando en silencio por un año en paz. Temprano en la mañana del primer día del año, una larga fila de personas se extiende frente a la puerta del santuario, entrando lentamente en el espacio sagrado, donde las oraciones resuenan con solemnidad. Después de rezar, compran omamori (amuletos de la suerte) o escriben sus deseos en ema (pequeñas tablas de madera que cuelgan al viento). La caligrafía pulcra, los deseos sencillos pero sinceros, hacen que el espacio sea más tranquilo, como si albergara la esperanza de un nuevo comienzo.
El Año Nuevo en Kioto no es solo una época de transición, sino también una oportunidad para disfrutar de los valores tradicionales a través de la gastronomía . El Osechi Ryori, el festín japonés de Año Nuevo, se prepara meticulosamente en cajas de madera lacadas. Cada plato tiene su propio significado: las huevas de bacalao simbolizan la prosperidad, la langosta la longevidad, el arenque la fertilidad, la soja la longevidad y el rábano encurtido la armonía familiar. Además, el ozoni, la tradicional sopa de mochi, aporta un sabor sencillo pero profundo. Un tazón caliente de ozoni con un caldo ligero, combinado con un suave mochi, me recuerda al mismísimo Kioto: tranquilo, sofisticado y con un cálido regusto primaveral en el corazón de los comensales.
Además de las ceremonias religiosas, los habitantes de Kioto también limpian sus casas y decoran sus porches con pinos Kadomatsu, símbolo de prosperidad y paz. Estas costumbres no solo dan la bienvenida al año nuevo, sino que también demuestran el espíritu japonés de conectar con la naturaleza y respetar la tradición.
Aunque Japón se ha integrado profundamente con el mundo , Kioto sigue siendo un lugar donde el pasado y el presente se funden en cada esquina, en cada tejado de templo cubierto de musgo y en cada puerta torii de un rojo brillante. En los primeros días del año, Kioto no es ruidoso ni bullicioso, sino tranquilo y apacible, permitiendo que el caos desaparezca y dé paso a cosas nuevas y buenas. Los habitantes de Kioto dan la bienvenida al año nuevo con sencillez pero con profundidad, como una taza de té caliente en un tranquilo jardín, una acogedora comida tradicional o un momento de contemplación ante un fuego sagrado ardiente en Nochevieja. Todo esto crea un comienzo apacible y significativo, que ayuda a las personas a detenerse a apreciar los valores eternos: la naturaleza, la cultura, la familia y la comunidad.
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Fuente: https://hanoimoi.vn/diu-dang-kyoto-693283.html
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