Cuando lo sagrado se distorsiona
En la cultura tradicional vietnamita, lo sagrado no sólo se asocia con las creencias o la religión, sino también con el respeto fomentado por la fe, los recuerdos y las emociones comunitarias a lo largo de muchas generaciones.
Un antiguo baniano, un pozo de un pueblo, un decreto real, una estatua de madera… quizá no tengan valor material, pero son “sagrados” porque muchas generaciones de personas se han unido a ellos, los han adorado y les han confiado su espíritu.
Muchos tesoros nacionales, como la estatua de Avalokiteshvara de los Mil Brazos y los Mil Ojos de la Pagoda Me So, el tambor de bronce Ngoc Lu y la campana de la Pagoda Van Ban... estuvieron alguna vez presentes en el espacio de culto, estrechamente asociados con los rituales comunitarios.
Para los antiguos, los objetos solo tenían valor real cuando albergaban alma. Por lo tanto, los tambores de bronce no solo eran instrumentos musicales, sino que siempre ocupaban un lugar central en los rituales. Las estatuas de Buda no eran solo esculturas, sino también lugares de fe.
Cuando un artefacto se separa de su contexto cultural y de su reverencia, incluso si todavía conserva su forma original, se considera que ha perdido su alma.
El acto de subir al trono no es simplemente un acto ofensivo, sino un insulto a la memoria sagrada de una nación. El trono no es solo una antigüedad, sino un símbolo del poder real, del ritual cortesano, del orden social y de la continuidad histórica.
Cuando se violan los símbolos sagrados, esto es una señal del desvanecimiento de la sacralidad en los espacios culturales-espirituales, cuando los valores sagrados se están borrando gradualmente.
El trono en el Palacio Thai Hoa. (Foto: Departamento de Patrimonio Cultural) |
No sólo los artefactos, sino también muchos festivales tradicionales están siendo “desacralizados”.
Desde la procesión de la Señora del Almacén en Bac Ninh, la procesión del agua en Nam Dinh hasta la oración de la cosecha del pueblo H'Mong en Yen Bai, estos rituales con profundas creencias agrícolas y populares se han transformado gradualmente en representaciones culturales y teatrales para satisfacer las necesidades del turismo.
Muchos edificios religiosos han sido renovados de forma moderna, con tejas de cerámica, techos de chapa ondulada y estatuas antiguas sustituidas por estatuas de cemento pintado.
Los espacios que deberían ser solemnes y tranquilos para que la gente pudiera rezar con respeto están perdiendo su profundidad espiritual. Incluso en los museos, hay lugares con un uso excesivo de sonido e iluminación, lo que perturba el espacio tranquilo necesario para la contemplación. Muchas personas no mantienen el respeto al estar frente a espacios sagrados. Se suben descuidadamente a los objetos para tomar fotos, tocarlos, arrojar monedas al altar...
Muchos expertos en patrimonio han advertido: una vez que se pierde el sentido de sacralidad, nada puede reemplazarlo. Por muy valioso que sea un artefacto, si solo se exhibe sin contexto cultural ni conexión con la vida espiritual, es simplemente un objeto inanimado.
Restaurar la sacralidad del patrimonio
La lucha contra la profanación se ha mencionado durante mucho tiempo, pero en realidad hay una falta de coordinación entre los sectores cultural, turístico y educativo ... Preservar lo sagrado no se trata solo de preservar la forma externa del patrimonio, más importante aún, se trata de preservar la profundidad espiritual del patrimonio en el que la comunidad ha confiado, respetado y transmitido de generación en generación a través de muchas generaciones.
Esto es particularmente importante para el patrimonio cultural inmaterial, donde la sacralidad reside en el ritual, el espacio, el tiempo y las personas que lo practican. Por ejemplo, en la ceremonia de iniciación del Dao Rojo, la sacralidad reside no solo en los coloridos trajes o la vibrante música, sino también en el ritual de transmisión del chamán al discípulo, donde los vivos se conectan con sus ancestros.
Ceremonia de Mayoría de Edad del Dao Rojo en Lao Cai . (Foto: VU LINH) |
La sacralidad no puede ser reconstruida por la tecnología, sino que debe ser preservada desde la esencia misma de la comunidad.
Para los tesoros exhibidos en los museos, es necesario recrear cuidadosamente el espacio original desde la exhibición, la iluminación, el sonido hasta las explicaciones e historias descriptivas para despertar un sentido de sacralidad en los corazones de los espectadores.
El Museo Nacional de Kyushu (Japón) es un ejemplo típico. La estatua de Buda se exhibe bajo una luz tenue, en un espacio tranquilo con música meditativa que resuena, creando una sensación sagrada y respetuosa para el adorador.
Además, es necesario afirmar y restaurar el papel central de la comunidad. Los artesanos, guardianes de templos, chamanes y hechiceros no solo realizan rituales, sino que también preservan el conocimiento cultural y transmiten el alma del patrimonio.
Cuando las empresas de eventos "recrean" los festivales, los rituales sagrados se convierten fácilmente en espectáculos comerciales. Sin una clara delimitación entre el espacio espiritual y el espacio turístico, el riesgo de distorsión será cada vez mayor.
Para prevenir la pérdida de la sacralidad, es necesario implementar un enfoque fundamental e interdisciplinario, desde la educación hasta las políticas legales. Es necesario inculcar en los niños un sentido de sacralidad a partir de las creencias ancestrales, mediante los rituales comunitarios y su comportamiento frente a las reliquias y el patrimonio.
Muchos países con culturas arraigadas inculcan en los niños moralidad, etiqueta y respeto por el pasado como parte esencial de su camino hacia la edad adulta. Además, es urgente perfeccionar el marco legal para proteger los tesoros nacionales, controlar estrictamente las actividades de restauración y prevenir la comercialización del patrimonio.
Junto con esto existen políticas para apoyar a los equipos de preservación del patrimonio para que la sacralidad no quede "cortada" en el flujo de la modernización.
En la vida cultural nacional, el patrimonio no es solo un artefacto del pasado, sino también un "objeto sagrado" asociado a creencias, recuerdos, espiritualidad e identidad comunitaria. Ante la creciente situación de "desacredización", preservar y restaurar la sacralidad del patrimonio no solo preserva la ética cultural, sino que también restaura la fe, fortalece la identidad y preserva el fundamento espiritual para las generaciones futuras.
Fuente: https://nhandan.vn/gin-giu-gia-tri-linh-thieng-cua-di-san-post882841.html
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