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Viaje de amor sin límites

Hay niños que no pueden llamar "mamá" a sus madres por primera vez en sus vidas. Hay ojos desconcertados que no responden a los brazos cariñosos... Ese es el sentimiento de las familias con niños con trastorno del espectro autista: un viaje de lágrimas, esperanza y amor incondicional.

Báo Lào CaiBáo Lào Cai30/06/2025

El hijo de la Sra. Hoang Thi Dao, residente en el barrio de Coc Leu, ciudad de Lao Cai , nació sano. En sus primeros años como madre, esperaba con ansias que su hijo llamara "mamá" por primera vez, que sus ojos siguieran su gesto. Sin embargo, a medida que crecía, su comportamiento se volvió cada vez más inusual: no balbuceaba como los niños de su edad, no interactuaba y ni siquiera respondía cuando sus familiares lo llamaban por su nombre. "Al principio, pensé que era un poco lento para hablar. Pero luego, por muchas veces que lo llamaba, seguía sin voltearse. Cuando los demás niños ya reían y jugaban, mi hijo simplemente se sentaba solo, dando vueltas a su juguete, repitiendo lo mismo una y otra vez todo el día..."

La intuición de la madre le decía que algo andaba mal. Cuando recibió el diagnóstico de autismo, toda la familia sintió que se hundía en una oscuridad incierta. Tras el impacto inicial, Dao y su esposo decidieron afrontarlo, avanzando con su hijo paso a paso, con gestos sencillos pero cariñosos. La pareja empezó a leer libros, a unirse a grupos de padres con hijos autistas en redes sociales y a aprender sobre métodos de intervención conductual y educación especial.

Sin detenerse allí, la Sra. Dao llevaba a su hijo con insistencia todos los días al Hospital Provincial de Rehabilitación para recibir terapia intensiva. Escuchó con paciencia las instrucciones del médico y aprendió a interactuar con él y a apoyarlo. Ese proceso no duró unas semanas o meses, sino años tras años, con la firme convicción de que su hijo cambiaría. Tras más de un año y medio de compañía, el niño sabía girar la cabeza cuando alguien lo llamaba por su nombre, mirar a su madre a los ojos y balbucear "mamá". "Ahora interactúa mejor, sabe hablar más. Cada vez que llama "mamá", todo mi cansancio y mis dificultades desaparecen".

No solo la Sra. Dao, todavía hay abuelas, madres y padres que en silencio acompañan a niños con autismo, como la Sra. Ban Thi Thu, de la comuna de Phong Nien, distrito de Bao Thang. Aunque tiene más de sesenta años y el pelo canoso, cada semana lleva a su nieto de Phong Nien al Hospital Provincial de Rehabilitación para recibir tratamiento. El nieto de la Sra. Thu tiene autismo, presenta comportamientos repetitivos, es difícil de abordar y tiene dificultades para controlar sus emociones. Al principio, toda la familia estaba confundida, nadie sabía qué hacer, pero la Sra. Thu no se dio por vencida. "Empecé a hablar mucho con mi nieto. Al principio, no respondía a nada. Pero seguí hablando. Seguía repitiendo. Le hablaba de la mañana a la noche. Le decía que trajera una cuchara, que trajera esto, aquello, y luego se lo repetía".

Sin un teléfono inteligente ni redes sociales para aprender sobre el autismo, la Sra. Thu aprendió poco a poco en las sesiones de terapia, observando al médico y recordando todas las maneras de enseñarle a su nieto a sostener una cuchara, doblar la ropa y decir "sí" cuando la llamaban. Para ella, cada pequeña cosa que hacía su nieto era una simple alegría.

Para una mujer que ha pasado por dificultades, el viaje de ayudar a su nieto a superar el autismo es un desafío sin nombre, pero también es lo que la hace sentir que su vida tiene más sentido que nunca.

Los niños con trastorno del espectro autista no pueden crecer solos. Necesitan ser alimentados con amor, con una mirada cariñosa y una mano que los guíe a través de la confusión y el miedo de la infancia. Lo más importante es la atención y la detección temprana durante la etapa dorada, antes de los 24 meses de edad, cuando una intervención oportuna puede cambiar por completo el desarrollo del niño.

La Dra. Nguyen Thi Hong Hanh, Jefa del Departamento de Medicina Interna Pediátrica del Hospital Provincial de Rehabilitación, se ha dedicado por completo al tratamiento de niños autistas y comparte: «El trastorno del espectro autista es una afección del neurodesarrollo que afecta la comunicación, el comportamiento y la interacción social. La detección temprana ayuda a que la intervención sea más eficaz. Sin embargo, el factor clave sigue siendo el papel de la familia. Los niños pasan la mayor parte del tiempo con sus familias, e incluso los cambios más pequeños son percibidos primero por sus padres. Con amor y compañía, la familia puede ayudar a los niños autistas a desarrollarse mejor que cualquier terapia».

El autismo no es el fin. Es solo un camino diferente, más tortuoso, más desafiante, pero no sin la luz de los seres queridos que están ahí para animarlos y animarlos. Muchos adultos con autismo han podido estudiar, trabajar, incluso convertirse en artistas, escritores, programadores, inspiración... cuando se detecta a tiempo, se interviene adecuadamente y, sobre todo, se recibe la compañía de la familia y la comunidad.

El viaje de la Sra. Dao, la Sra. Thu y muchos otros padres y madres es una prueba viviente de algo simple pero grandioso: el amor no puede curar el autismo, pero puede abrir otra puerta, donde los niños son aceptados, pueden ser ellos mismos y vivir una vida significativa.

Fuente: https://baolaocai.vn/hanh-trinh-yeu-thuong-khong-gioi-han-post404093.html


Etikett: autismo

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