No es casualidad que la Resolución 68 sobre desarrollo económico privado afirmara que el sector económico privado es parte integral de la economía nacional; el motor más importante de la economía de mercado de orientación socialista. El desarrollo económico privado representa un avance crucial para activar el espíritu pionero y creativo de este sector en la creación de empleos, el crecimiento económico, la inversión en el desarrollo de nuevos sectores productivos, la mejora de la calidad de vida de la población y la construcción de un país cada vez más desarrollado.
Además, la resolución también enfatizó que, junto con la economía estatal y la economía colectiva, la economía privada desempeña un papel fundamental en la construcción de una economía independiente, autónoma y autosuficiente. Desarrollar la economía privada de manera rápida, sostenible, eficaz y con alta calidad es una tarea clave, urgente, estratégica y a largo plazo.
Sin embargo, cabe reconocer que la economía privada aún enfrenta numerosas barreras que dificultan su desarrollo, no ha alcanzado un crecimiento significativo en escala y competitividad, y no cumple con los requisitos ni las expectativas para ser el motor de la economía del país. En concreto, la mayoría de las empresas son micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES); su potencial financiero y su nivel de gestión son limitados. Su capacidad tecnológica e innovación son bajas; la productividad laboral, la eficiencia operativa y la competitividad son escasas. El pensamiento empresarial carece de visión estratégica y de vínculos con las empresas estatales y las empresas con inversión extranjera directa.
La razón de esta situación radica en que la concepción y la comprensión del papel y la posición del sector privado en la economía aún son insuficientes y no se ajustan a las exigencias del desarrollo; las instituciones y las leyes siguen siendo complejas e inadecuadas. Además, el sector privado aún enfrenta numerosas dificultades y obstáculos para acceder a los recursos, especialmente al capital, la tecnología, la tierra, los recursos naturales y el talento humano altamente cualificado. Algunas políticas preferenciales y de apoyo resultan poco efectivas y de difícil acceso, y los costos empresariales siguen siendo elevados.
Para un análisis más claro, un experto señaló que la productividad laboral en el sector no estatal, incluido el sector privado, no solo es mucho menor que en otros sectores, sino que su tasa de crecimiento también es inferior. En consecuencia, la productividad laboral representa apenas el 34 % de la del sector estatal y alrededor del 69 % de la del sector de inversión extranjera directa (IED). La capacidad científica y tecnológica también es débil: la tasa de empresas de alta tecnología es de solo el 12,1 %; los ingresos de los trabajadores son solo el 57 % de los del sector estatal y el 80,5 % de los del sector de IED. El beneficio promedio antes de impuestos de una empresa privada es solo el 0,52 % del de una empresa estatal y casi el 3,1 % del de una empresa de IED.
En particular, además de 1 millón de empresas, existen 5 millones de hogares con negocios individuales que aún no se han convertido en empresas por diversas razones, entre ellas la mentalidad de "no querer crecer" y "no estar dispuesto a crecer" debido a las preocupaciones y dudas sobre las limitaciones de las regulaciones y los procedimientos tanto al momento de la conversión como durante el proceso operativo.
Con estas deficiencias y limitaciones, para alcanzar el objetivo de un crecimiento del PIB de dos dígitos y las metas establecidas en la Resolución 68, como lograr que haya 2 millones de empresas operando en la economía para 2030, con al menos 20 grandes empresas participando en la cadena de valor global. Estas empresas, con una tasa de crecimiento promedio de entre el 10 % y el 12 % anual (superior a la tasa de crecimiento de la economía), contribuyen con entre el 55 % y el 58 % del PIB, entre el 35 % y el 40 % de los ingresos totales del presupuesto estatal y generan empleo para entre el 84 % y el 85 % de la fuerza laboral total, con un aumento promedio de la productividad laboral de entre el 8,5 % y el 9,5 % anual, presentan grandes desafíos. El más importante es contar con mecanismos y políticas macroeconómicas adecuadas, estables a largo plazo, que permitan liberar recursos y potenciar la economía, creando a la vez las bases para el desarrollo del sector privado.
Fuente: https://daibieunhandan.vn/khai-phong-nguon-luc-suc-manh-noi-sinh-10388638.html






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