¿Sabes?, yo era una chica del campo que se fue a Hanói a estudiar en la universidad. Una chica con muchas ambiciones, con ganas de "revolucionarme", de reinventarme y escapar del calor sofocante de la región central. Recuerdo el día que subí al tren a Hanói para convertirme en estudiante; pensé que había empezado una nueva vida, una vida muy diferente…
Tras graduarse, mi madre se convirtió en una reportera intrépida, siempre dispuesta a ir a los lugares más remotos por trabajo. Hubo una época en que estuvo desempleada, pero aun así salió adelante gracias a su pluma y a los viajes de trabajo que organizaba para poder escribir artículos y enviarlos a los periódicos cuando lo necesitaba. Además, se esforzaba por mejorar, por convertirse en una buena periodista. Olvidó sus costumbres femeninas, como salir con amigos, ir de compras... estaba completamente absorbida por los "incidentes", los viajes de negocios y las entrevistas.
Mamá vivía orgullosa de tener el “cuarto poder”, siendo admirada y envidiada por todos. Se equivocó al trasladar ese orgullo a la vida familiar, provocando que rara vez compartieran las comidas, la casa siempre estaba cerrada, haciendo que los vecinos pensaran que mamá y papá eran residentes temporales, lo que causaba que ambos tuvieran que hablar entre sí con tanta tensión que papá tuvo que poner una condición: “¡o la familia o el periodismo!”.
Pero desde que tengo hijos, ya no soy la reportera arrogante que era antes. Me he convertido en una mujer que hace cálculos a diario. Mirando hacia atrás, veo que la vida familiar me ha cambiado de maneras inesperadas. Antes, a menudo me molestaba ver a mis colegas mayores en el trabajo corriendo de un lado a otro con las tareas diarias, siempre mirando el reloj para saber cuándo recoger a sus hijos del colegio. Pero ahora, sin saber cuándo, repito el mismo ciclo.
Ahora, mi mente ya no se centra en qué artículo escribir para generar revuelo en la opinión pública, sino en qué tema es adecuado para mi hijo, qué dieta debo seguir para que crezca más este verano, o cómo modificar su alimentación tras su reciente enfermedad... Las imágenes de mis hijos ocupan constantemente mis pensamientos, alejándome poco a poco de las reuniones con amigos y de las aficiones que antes me encantaban, como ver películas, leer libros y viajar ...
Mamá pasó de ser una persona sociable y activa, siempre presente en las fiestas, a una persona que vivía al margen, sin personalidad, ni demasiado alegre ni demasiado triste. Al encontrarse con amigos, tras unos pocos saludos, sacaba a relucir el tema de los niños...
Eso es todo, ¿pero qué puedo hacer? Porque cuando decidí tenerte, supe que mi vida había dado un giro radical. Dejé de lado mi sueño de convertirme en una "escritora influyente", de ser una reportera con personalidad, respetada allá donde fuera. Me convertí en una madre siempre ocupada con las compras, la cocina y el trabajo de oficina. También me convertí en una mujer calculadora, con tantos pensamientos mezquinos... Y así, me veía... como una más entre millones de mujeres, con una carrera, una familia y una fortuna, ¡como tú!
Mamá se siente orgullosa de ver crecer a sus hijos día a día, de llevar a su hijo a la ceremonia de inicio de primer grado, de charlar con él todos los días durante la cena, de ver crecer a su hermanita...
Hijos míos, a veces siento un poco de nostalgia por aquellos tiempos gloriosos, pero cuando juego con vosotros, os baño, os doy de comer, todos esos pensamientos desaparecen. Y sé que soy inmensamente feliz de ser… la madre de Dop.
Si junio tiene tres días memorables, sin duda recordaré el 28, seguido del Tet de mis hijos. Me llena de alegría verlos crecer cada día, las salidas familiares de fin de semana, los momentos en que cocino con mi hija susurrándome... Y el periodismo, para mí, es como cientos de miles de otros trabajos. El 21 de junio, mi padre siempre me anima con un gran ramo de flores, y eso me basta y sobra.
Fuente: https://giadinhonline.vn/noi-voi-con-ve-nghe-bao-d199576.html






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