En la época feudal, era común que los hombres tuvieran cinco esposas y siete concubinas. El estatus de las mujeres en esta sociedad no era alto; la mayoría solo eran consideradas "herramientas" para dar a luz. Si una esposa daba a luz a un hijo, su vida daba un nuevo paso. Esto era especialmente evidente en el palacio real.
Las concubinas que deseaban un estatus superior y recibir más favores debían dar a luz a un príncipe, o al menos a una princesa. Sin embargo, no solo había conflictos en el harén, sino que además no era fácil para las concubinas quedar embarazadas.
La decisión de embarazarse y dar a luz no es algo que las concubinas puedan hacer a su antojo. Tras ser favorecidas, es el emperador quien decide si la concubina puede concebir el dragón o no.
Las concubinas que desean alcanzar un estatus superior y recibir más favores deben dar a luz a un príncipe, o al menos a una princesa. (Foto: Sohu)
Si pedía que la concubina no quedara embarazada, un eunuco recurría a artimañas para impedirlo. Esto también era lo que más temían las concubinas después de que el emperador se acostara con ellas.
Por el contrario, el emperador estuvo de acuerdo, los eunucos de la Sala Jing Su registrarían cuidadosamente la fecha para compararla y aplicarla si la concubina era bendecida con un embarazo de dragón.
La mayoría de las concubinas que el emperador no eligió para heredar la línea del dragón eran aquellas con parientes o clanes que amenazaban con eclipsar su posición. Además, a algunas concubinas de bajo estatus el emperador les prohibió tener hijos.
Quoc Thai (Fuente: Sohu)
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