Esta misión forma parte del proyecto interdisciplinario NODSSUM iniciado por el Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia (CNRS), llevado a cabo del 16 de junio al 10 de julio.
Desde la década de 1950 hasta principios de la década de 1990, varios países europeos, entre ellos Bélgica, Francia, Gran Bretaña y Alemania, arrojaron en secreto unos 200.000 barriles de residuos radiactivos a las profundidades marinas en medio del Atlántico Norte.
En aquel momento, se consideró que esta era una solución "segura" para la eliminación de residuos nucleares en un contexto en el que la tecnología era limitada.
Sin embargo, desde 1993, el vertido de residuos al mar está totalmente prohibido por convenios internacionales debido al riesgo de contaminación ambiental.
Con la ayuda del robot sumergible autónomo UlyX de la Flota Oceanográfica Francesa, los científicos alcanzaron una profundidad de más de 4.000 m y cartografiaron la zona sospechosa de contener residuos. En la primera inmersión, el robot descubrió unos 100 barriles, una cifra sorprendente, ya que una operación similar en la década de 1980 solo encontró 6 barriles.
Tras un mes de investigación, el equipo recopiló más de 5000 fotografías, de las cuales se identificaron 3350 barriles de residuos radiactivos, y 50 de ellos fueron filmados de cerca. Algunos barriles incluso explotaron al ser arrojados al mar, lo que provocó fugas radiactivas.
Las imágenes del lugar no muestran criaturas vivas alrededor de los puntos de fuga, lo que demuestra claramente el grave impacto de los desechos en el medio ambiente.
"Cuando aparecen en el mapa los puntos rojos, que representan los contenedores de residuos, podemos rastrear las rutas de los barcos que vertieron los residuos y aislar zonas para tomar muestras y realizar análisis adicionales", explicó el ingeniero de mediciones nucleares del CNRS, Patrick Chardon.
Además del mapeo, el equipo también tomó muestras de sedimentos, agua y vida marina para evaluar el grado de radiactividad en el ecosistema. Cabe destacar que se recolectaron 17 granaderos (un pez de aguas profundas que puede vivir hasta 60 años) para su análisis.
Algunos individuos podrían haber sobrevivido desde el momento en que los contenedores de residuos comenzaron a arrojarse al mar, lo que abre la posibilidad de estudiar directamente los efectos de la radiación en los organismos a lo largo del tiempo.
Ahora se está planificando una segunda misión científica para seguir investigando la posibilidad de que el material radiactivo se acumule en la cadena alimentaria en el fondo del océano.
El descubrimiento de miles de barriles de residuos nucleares en el fondo del océano demuestra claramente la importancia de la ciencia para desentrañar los vestigios del pasado. Con la ayuda de la tecnología moderna, la gente comprende cada vez mejor lo que ocurre en el fondo del mar.
Fuente: https://tuoitre.vn/robot-nhin-thay-hang-ngan-thung-chat-thai-phong-xa-duoi-day-bac-dai-tay-duong-20250802063801946.htm
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