La pulverización de herbicidas es beneficiosa a corto plazo, pero perjudicial a largo plazo. Foto: Documento |
En muchos campos, incluyendo los de maíz, los herbicidas se utilizan a menudo como paso preliminar tras la siembra. No solo en la producción, sino también para tratar cercas, aceras y caminos rurales, lugares que antes solo requerían desherbado manual. A lo largo de las carreteras nacionales, es fácil ver con cada vez mayor frecuencia manchas de hierba seca y amarillenta, señal de la aplicación de productos químicos.
Las razones subyacentes de esta situación son fáciles de adivinar. Hay escasez de mano de obra rural, los jóvenes abandonan sus lugares de origen y los ancianos se quedan a cultivar. En este contexto, los herbicidas se han convertido en una solución práctica y que ahorra mano de obra, elegida por muchos hogares. Por otro lado, la falta de conocimiento también es un gran problema. Muchos agricultores nunca han recibido capacitación sobre el uso de pesticidas, no leen atentamente las etiquetas y no pueden distinguir entre pesticidas prohibidos y permitidos.
Esa "comodidad" se paga con tierras degradadas, fuentes de agua contaminadas y riesgos para la salud pública. Los productos químicos residuales reducen la microflora, destruyen la estructura del suelo, aumentan la erosión y reducen la fertilidad. Más grave aún, algunos pesticidas pueden filtrarse a las aguas subterráneas y fluir con la lluvia a ríos y arroyos, dejando consecuencias a largo plazo. Mientras el mundo avanza hacia una agricultura ecológica, orgánica y circular, el uso excesivo de herbicidas va en la dirección opuesta. Si no cambiamos, la agricultura de nuestro país se enfrentará al riesgo de perder su ventaja competitiva, especialmente en las exportaciones agrícolas.
Para detener esta tendencia, se necesitan una serie de soluciones coordinadas. En primer lugar, es necesario generar conciencia. Las localidades necesitan aumentar la comunicación, amplia y diversa, en radio, televisión, redes sociales, folletos, carteles, etc., para informar a las comunidades sobre los efectos nocivos de los herbicidas en el suelo, el agua y la salud humana.
Al mismo tiempo, los ministerios y organismos pertinentes deben organizar capacitaciones sobre técnicas de cultivo sin pesticidas, instruyendo a los agricultores sobre cómo identificar los pesticidas seguros y prohibidos. Fomentar el uso de productos biológicos y fertilizantes orgánicos para controlar las malezas naturales. En particular, es necesario expandir los modelos de agricultura ecológica y orgánica asociados al consumo de productos limpios. También debe reforzarse la gestión del mercado. Los establecimientos que comercializan pesticidas de origen desconocido deben ser controlados rigurosamente. La lista de pesticidas prohibidos debe hacerse pública, actualizada y de fácil acceso.
Acabar con el uso excesivo de herbicidas no es algo que se logre de la noche a la mañana. Pero con el esfuerzo conjunto del gobierno, la industria y la ciudadanía, podemos construir gradualmente una agricultura segura y sostenible donde no se envenene el suelo solo para "limpiar el césped".
Fuente: https://baothainguyen.vn/xa-hoi/202508/thay-doi-thoi-quen-gay-hai-ee36527/
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