Con un arancel del 15% sobre la gran mayoría de las exportaciones de la UE a EE. UU., el acuerdo se ha considerado una victoria diplomática . Pero, en el contexto más amplio de las normas comerciales, los desequilibrios de poder y las normas internacionales, la pregunta es: ¿es realmente un éxito para la UE o simplemente una capitulación ante la presión de un socio impredecible?
¿Un paso atrás se llama victoria?
El acuerdo europeo sobre un arancel del 15%, significativamente superior al promedio anterior del 1,47%, ayudó a evitar la amenaza del presidente Donald Trump de imponer aranceles del 30%, que debían entrar en vigor el 1 de agosto. Desde una perspectiva táctica, esto representa una clara victoria: la UE ha evitado la posibilidad de aranceles más altos, manteniendo al mismo tiempo la mayor parte de su comercio con EE. UU. Sin embargo, resulta preocupante que esta medida de "éxito" se base en evitar el peor escenario posible, no en lograr un resultado mejor que el statu quo.
Hace apenas unos meses, muchos Estados miembros de la UE advirtieron que un arancel del 10 % era una "línea roja". Sin embargo, en las negociaciones reales, se aceptó un arancel del 15 % e incluso se anunció como un acuerdo innovador. Esto muestra la diferencia en las posiciones negociadoras: la UE entró en las negociaciones no como un socio en igualdad de condiciones, sino como una forma de evitar pérdidas.
Uno de los puntos destacados de la declaración conjunta es el compromiso de la UE de invertir cerca de 600 000 millones de dólares en EE. UU. y de comprar 250 000 millones de dólares en energía estadounidense (petróleo, gas natural licuado, combustible nuclear) cada año durante tres años (según la CNBC). Sin embargo, los observadores señalan que la naturaleza y el carácter vinculante de estos compromisos parecen imprecisos.
No está claro si las cifras reflejan un aumento real con respecto a la inversión y las importaciones existentes o si simplemente reafirman las tendencias existentes. Además, la falta de detalles específicos sobre el calendario, los tipos de inversión o los mecanismos de seguimiento dificulta la cuantificación de las "ganancias" de las partes del acuerdo. Si estas cifras son meramente simbólicas o se utilizan como herramienta de propaganda política , es posible que la UE haya acordado un acuerdo asimétrico: concesiones sustanciales a cambio de compromisos vagos.
Impacto económico bidireccional
Desde el punto de vista estadounidense, la tasa impositiva del 15% puede contribuir a aumentar los ingresos federales y proteger a algunas industrias nacionales. Sin embargo, los analistas afirman que el precio que debe pagar Estados Unidos no es bajo. Los aranceles suelen tener dos consecuencias negativas: aumentar los precios de los productos para los consumidores y presionar los costos de las empresas nacionales que dependen de las cadenas de suministro globales.
Para la UE, el mayor coste no reside en los aranceles exactos, sino en el mensaje que transmite: que la UE está dispuesta a ceder terreno para preservar el comercio bilateral. Si las empresas europeas optan por invertir directamente en el mercado estadounidense en lugar de exportar, el superávit comercial de bienes (que se situó en 198 000 millones de euros el año pasado) podría reducirse. Sin embargo, la salida de inversiones significa que el mercado interno de la UE se debilita y su capacidad productiva se fragmenta.
La paradoja es clara: para mantener su cuota de mercado en EE. UU., la UE debe transferirse a EE. UU., lo que reduce su papel como centro de fabricación global; esto, a largo plazo, difumina la línea entre el comercio justo y las concesiones estratégicas. De ser un exportador competitivo, la UE podría verse obligada a ajustar su estructura económica para adaptarse a las condiciones impuestas por EE. UU.
Un acuerdo a corto plazo para desafíos a largo plazo
El presidente Donald Trump es conocido por su estilo negociador agresivo, que a menudo utiliza medidas drásticas como herramienta de presión para obligar a la otra parte a hacer concesiones. Durante las negociaciones con la UE, se planteó la posibilidad de aranceles elevados, lo que creó un clima de urgencia y definió el marco del acuerdo. En ese contexto, el arancel del 15%, aunque muy superior al promedio anterior, parecía más aceptable comparado con los aranceles potenciales, mucho más elevados.
Como uno de los actores clave del sistema multilateral de comercio global, la UE tiene el deber no solo de proteger los intereses a corto plazo de sus exportadores, sino también de mantener la coherencia con los principios fundamentales del libre comercio y los mercados justos. Sin embargo, muchos argumentan que la respuesta del bloque en este caso refleja en parte una falta de sincronización entre palabras y acciones. Tras advertir que un arancel del 10% es una "línea roja", pero luego aceptar un arancel del 15%, puede generar dudas sobre la coherencia de su mensaje y su capacidad para proteger los intereses comunes a largo plazo.
Los analistas afirman que el acuerdo podría ofrecer una tregua a corto plazo, pero no aborda las diferencias estructurales. Asuntos más importantes, como los subsidios agrícolas, la protección tecnológica, las normas ambientales y los derechos de propiedad intelectual, siguen sin resolverse. Cuando estos asuntos se lleven a la mesa de negociación, la UE se enfrentará a una mayor presión, especialmente si se repite el precedente de este acuerdo.
El acuerdo comercial del 27 de julio entre EE. UU. y la UE es más que un simple ajuste arancelario; refleja cambios profundos en la interacción de las principales economías en un entorno global volátil. Al evitar temporalmente una confrontación comercial, ambas partes han ganado tiempo para reestructurar su relación económica bilateral y ajustar sus prioridades estratégicas.
Pero el acuerdo también pone de relieve los desafíos fundamentales que existen en el sistema comercial internacional: la tensión entre el proteccionismo y el libre comercio, entre los intereses a corto plazo y la orientación a largo plazo. A pesar de cierto consenso, tanto la UE como EE. UU. se enfrentan a una cuestión más amplia: cómo mantener los principios y, al mismo tiempo, mantenerse flexibles ante la aceleración de los cambios políticos y económicos.
En última instancia, lo que importará no es la esencia del acuerdo actual, sino cómo las partes lo utilizarán como punto de partida para alcanzar objetivos más sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar e incierto, la transparencia, la coherencia y la voluntad de cooperación entre todas las partes serán clave para forjar un entorno comercial justo y predecible en el futuro.
Hung Anh (colaborador)
Fuente: https://baothanhhoa.vn/thoa-thuan-thuong-mai-eu-my-dam-phan-thanh-cong-hay-thoa-hiep-chien-luoc-256263.htm
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