Hace poco, durante el Festival del Té en Ciudad Ho Chi Minh, entre tantas marcas famosas, desde las mejores de Japón y China hasta modernos tés con infusión de flores, pensé: parece que hay infinidad de variedades de té en el mundo , pero en ningún otro lugar se disfruta tanto del té helado como en Vietnam. No porque sea un té especial o sofisticado, sino porque en ese vaso de té helado se encuentran las costumbres, el clima, el estilo de vida y el alma del pueblo vietnamita.
El té helado nació de lo más sencillo. Quizás debido al clima tropical, cálido todo el año, los vietnamitas idearon una forma de enfriar una taza de té con unos cubitos de hielo. Así, se convirtió en una bebida nacional. Una tetera de té verde suave, dejar enfriar, añadir un poco de hielo, y resulta delicioso y sumamente agradable. Tomarlo en una tarde soleada, la frescura se extiende desde la garganta hasta el pecho, dejándonos alerta y revitalizados. No tan fuerte como el té tailandés, ni tan sofisticado como la ceremonia del té japonesa, una taza de té helado vietnamita es simple pero auténtica, como los propios vietnamitas.
En los puestos de comida a la vera del camino, un vaso de té helado es casi indispensable. Al comer un tazón de pho, un tazón de arroz partido, un plato de fideos con cerdo a la parrilla… la gente suele acompañarlo con un vaso de té helado. Lo beben para bajar la comida, para reducir la sensación de pesadez, para refrescarse en el calor y la humedad de la ciudad. En el campo, después de trabajar en el suelo, la gente busca una taza de té verde o un vaso de té helado para combatir el cansancio. Para los conductores de larga distancia, un vaso de té helado en un pequeño puesto junto a la carretera es tanto un refresco como una forma de mantenerse alerta para el próximo viaje…
Curiosamente, el té helado suele ser… gratis. Muchos restaurantes populares en Vietnam aún conservan la costumbre de ofrecer a sus clientes un vaso de té helado sin costo alguno. Ese gesto, aunque pequeño, rebosa humanidad. Demuestra hospitalidad y amabilidad: invitarse mutuamente a un vaso de agua fresca para combatir el calor y acortar distancias. A veces, un simple vaso de té helado basta para iniciar una conversación y conectar a desconocidos.
Tomar té helado no requiere formalidades, ni taza de porcelana ni tetera de barro, ni un lugar tranquilo. Un vaso de plástico, un vaso de vidrio, incluso una taza de acero inoxidable desgastada sirve. Lo que importa es el momento de sentarse, en medio del ajetreo diario, saborear un té fresco y exhalar profundamente. En esa sencillez reside una filosofía de vida apacible: encontrar la alegría en las pequeñas cosas. Y ahí, no solo encontramos sabores refrescantes, sino también recuerdos, humanidad e identidad cultural.
Hoang Long
Fuente: https://baodongnai.com.vn/dong-nai-cuoi-tuan/202510/tra-da-6041b96/






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