Cuando incluso un saludo se vuelve difícil de decir
Desde la secundaria hasta la preparatoria, los estudiantes atraviesan un período importante y complejo de desarrollo psicológico. Tras las señales de rebeldía o retraimiento se esconde una realidad preocupante: muchos niños experimentan traumas psicológicos que a los adultos les resulta difícil comprender e intervenir oportunamente.
MH (estudiante de 9.º grado en una prestigiosa escuela secundaria de Hanói ) fue un estudiante excelente durante seis años consecutivos. Pero desde el comienzo del 9.º grado, empezó a cambiar: sus calificaciones bajaron, interactuaba menos con sus amigos y apenas se comunicaba con sus padres, salvo por respuestas breves.
Cada vez que mis padres me preguntan cómo van mis estudios, siento que me están cuestionando. En casa, todo gira en torno a mis estudios, pero nadie me pregunta si me va bien. No me atrevo a decir que estoy bajo presión, por miedo a que me llamen débil —compartió MH.
MH no reaccionó discutiendo ni resistiéndose; simplemente se quedó callada poco a poco. Para sus padres, fue cruel, pero para MH, era la única manera de protegerse.

No solo MH, muchos estudiantes comparten la sensación de no poder hablar con sus padres, sentirse juzgados y no ser confiables. Algunos estudiantes se enfrentan al aislamiento en sus grupos de pares, a la violencia escolar sofisticada en las redes sociales o simplemente a la sensación de no pertenecer a ningún lugar. Si estas emociones ocultas no se liberan, pueden acumularse en ansiedad y depresión, y tener consecuencias a largo plazo para el desarrollo de la personalidad.
Sin embargo, aunque los estudiantes anhelan ser escuchados y respetados, el entorno escolar y familiar suele enfatizar la disciplina y el logro, lo que a menudo reemplaza la empatía por las expectativas. Muchos estudiantes que parecen "indisciplinados", "desmotivados" o "rebeldes" en realidad envían señales de malestar a través de su comportamiento.
El profesor asociado Dr. Tran Thanh Nam, vicerrector de la Universidad de Educación (Universidad Nacional de Vietnam, Hanoi), comentó que en el contexto de que los jóvenes evitan cada vez más compromisos serios y descuidan fácilmente valores fundamentales como la disciplina, la gratitud o el profesionalismo, el papel de un mentor se vuelve más esencial que nunca.
Según él, un mentor es alguien que actúa como un "faro": no solo ayuda a los estudiantes a identificar sus propios valores y a desarrollar un sentido de responsabilidad, sino que también les crea un espacio abierto para que se atrevan a compartir sin temor a ser juzgados. A diferencia del rol supervisor de los padres o maestros, los mentores acompañan a los estudiantes con respeto e igualdad, ayudándoles así a comprender que la libertad no es sinónimo de comodidad, y que la inteligencia solo es verdaderamente valiosa cuando se combina con la amabilidad y la disciplina.
Los mentores no solo enseñan habilidades, sino que también inspiran a los niños a seguir su ejemplo. Si bien no pueden reemplazar el rol de los padres, pueden apoyar a los niños siendo modelos positivos. Pueden enseñarles a gestionar sus emociones, a tomar decisiones responsables y a comprender que las decisiones tienen consecuencias.
Un mentor puede guiar a los niños a planificar pequeñas tareas, lo que les permitirá comprender el valor de la disciplina y el compromiso. También puede animarlos a participar en actividades grupales para que aprendan a respetar el esfuerzo de los demás, en lugar de centrarse solo en su propio ego. El Sr. Nam puso un ejemplo.
Para que los niños no tengan que “crecer” sin rumbo
Frente a esta situación, la Sra. Ha Minh, fundadora de Mentors14 (un programa de consultoría de desarrollo personal de Mentoring 1:1) cree que los estudiantes necesitan ser acompañados como personas completas, no sólo en el sentido de "aprendices".
“Creo que cada estudiante tiene el potencial de desarrollarse positivamente, pero necesita ser escuchado y visto como un ser humano con todas sus emociones, miedos, deseos y limitaciones. Solo con un compañero de confianza se atreverá a abordar sus problemas personales y a superarlos”, afirmó la Sra. Minh.

Según la Sra. Ha Minh, la solución no reside en adquirir habilidades ni en aumentar el control, sino en despertar la comprensión interna de los estudiantes: sobre sí mismos, sus emociones y el camino que desean seguir. «En la relación mentor-aprendiz, la confianza es fundamental. A partir de ahí, los mentores no solo desempeñan un papel en la orientación del aprendizaje, sino que también ayudan a los estudiantes a desarrollar la autoconciencia, la capacidad de expresar emociones sanas y un sentido de valor personal».
La Sra. Ha Minh afirmó que, actualmente, los programas de mentoría de Mentors14 no solo ayudan a los estudiantes a obtener mejores calificaciones. Más importante aún, aprenden a responder a las preguntas "¿Quién soy?", "¿Qué puedo hacer?" y "¿Qué quiero realmente para mi vida?". Esta es la base para formar una persona independiente que se comprende a sí misma, es capaz de afrontar el cambio y es responsable de la comunidad.
La Sra. Ha Minh enfatizó: “La verdadera educación no se trata solo de formar personas con conocimiento, sino también de ayudar a cada estudiante a convertirse en una persona con personalidad, capaz de conectar consigo mismo y con la sociedad. La mentoría no reemplaza a los padres ni a las escuelas, sino que es el vínculo que falta —silencioso pero esencial— en el camino del crecimiento de los niños. Para avanzar hacia una educación integral, el apoyo psicológico a los estudiantes durante la pubertad debe considerarse un elemento esencial. Es necesaria la coordinación entre familias, escuelas y unidades profesionales, no solo para ayudar a los estudiantes a superar la etapa de desorientación, sino, aún más importante, para que desarrollen su valentía y fuerza interior para dominar sus vidas”.
Fuente: https://vietnamnet.vn/tre-khong-noi-chuyen-duoc-voi-cha-me-phai-lam-sao-2396191.html
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