Edema, hipertensión, disminución de la micción, sangre en la orina, dificultad para respirar y tos, fiebre leve... son signos de alarma de una glomerulonefritis aguda.
La glomerulonefritis aguda es una afección en la que se inflaman los glomérulos y los vasos sanguíneos de los riñones. Según la Dra. Mai Thi Hien, jefa de Urología, Andrología y Nefrología del Hospital General Tam Anh de Hanói , la enfermedad puede presentarse a distintas edades y tiene múltiples causas. Las personas con dolor de garganta, infecciones de oído o infecciones cutáneas causadas por estreptococos betahemolíticos del grupo A tienen un alto riesgo de desarrollar glomerulonefritis aguda. La enfermedad también puede presentarse tras neumonía neumocócica, endocarditis, sepsis, paperas, varicela, infecciones fúngicas, hepatitis B e infección por VIH. Los casos causados por infecciones parasitarias son poco frecuentes.
La glomerulonefritis aguda suele progresar de forma asintomática. Muchos casos se detectan casualmente durante exámenes para otras enfermedades o mediante análisis de sangre u orina que muestran hematuria microscópica y proteinuria. Los signos y síntomas de esta enfermedad son muy variados y se manifiestan de forma diferente en cada individuo.
A continuación se presentan algunos síntomas fácilmente reconocibles de la glomerulonefritis aguda.
Edema
El primer signo es hinchazón en ambas piernas, especialmente alrededor de los tobillos, junto con párpados hinchados y sensación de pesadez en el rostro. La hinchazón suele ser más pronunciada por la mañana y disminuye gradualmente hacia la noche. Sin embargo, esta afección solo dura unos 10 primeros días, tras los cuales remite a medida que el paciente orina con más frecuencia.
Además de observar visualmente la hinchazón en la pierna, los pacientes pueden verificar si hay edema presionando firmemente con el pulgar en el área de la tibia alrededor del tobillo; se verá una hendidura clara que tardará mucho tiempo en recuperarse.
Micción poco frecuente, cambios en la orina.
Los pacientes suelen orinar menos de 500 ml al día durante la primera semana de la enfermedad, que dura unos 3-4 días, y esto puede reaparecer en las 2-3 semanas siguientes; la orina es amarilla y espumosa. Los análisis de sangre no muestran aumento de urea ni creatinina, o solo un ligero aumento. Los análisis de orina revelan proteína en la orina (proteinuria). En casos de oliguria o anuria prolongadas, el aumento de los niveles de urea y creatinina en sangre aumenta el riesgo de que la glomerulonefritis aguda progrese rápidamente a glomerulonefritis crónica.
Sangre en la orina
Este es un signo importante en el diagnóstico de glomerulonefritis aguda. Los pacientes pueden experimentar hematuria (sangre en la orina) una o dos veces durante la primera semana, que puede reaparecer en las siguientes dos o tres semanas. La frecuencia de la hematuria disminuye gradualmente, hasta aproximadamente una vez cada tres o cuatro días, y luego desaparece por completo.
Hipertensión
Según el Dr. Hien, esta manifestación representa aproximadamente el 60% de los casos de glomerulonefritis aguda. En niños, la presión arterial fluctúa alrededor de 140/90 mmHg, y en adultos, 160/90 mmHg. En algunos casos, la presión arterial se dispara y se mantiene relativamente estable durante varios días alrededor de 180/100 mmHg, lo que causa fuertes dolores de cabeza, mareos, convulsiones, coma por edema cerebral e incluso la muerte.
Dificultad para respirar y tos
Cuando los riñones sufren daño, el exceso de líquido que no se puede eliminar se acumula en los pulmones, causando retención de líquidos que provoca dificultad para respirar, tos y fatiga. Esta afección es común en personas con glomerulonefritis aguda con edema y suele mejorar después de 4 semanas si se trata de forma oportuna y adecuada; sin embargo, puede durar muchos meses y volverse crónica si no se trata.
Los pacientes con glomerulonefritis aguda pueden experimentar tos y dificultad para respirar. (Imagen: Freepik)
Un aumento repentino del volumen circulante puede provocar hipertensión paroxística e insuficiencia cardíaca aguda. En este punto, el paciente presenta síntomas de edema pulmonar, como disnea, respiración rápida y superficial; retracción de la escotadura supraesternal, la escotadura supraclavicular y los espacios intercostales; y expectoración de líquido rosado. Sin tratamiento de emergencia inmediato, el paciente corre un alto riesgo de muerte.
Además, las personas con glomerulonefritis aguda pueden experimentar otros síntomas como fiebre leve de 38-38,5 grados centígrados, dolor en la espalda o las costillas, calambres nocturnos, náuseas o vómitos...
El Dr. Hien afirmó que, con la glomerulonefritis aguda, los pacientes pueden recuperarse completamente después de 4 a 6 semanas de tratamiento. Sin embargo, si no se detecta y trata a tiempo, después de cada episodio agudo, la enfermedad puede progresar a insuficiencia renal crónica y es irreversible. Los pacientes con insuficiencia renal crónica a largo plazo pueden desarrollar atrofia renal. Por lo tanto, la detección temprana para prevenir la progresión de la enfermedad desde las etapas iniciales es crucial.
Para prevenir la glomerulonefritis aguda, es fundamental mantener un estilo de vida y una dieta saludables: mantener una buena higiene para minimizar el riesgo de infecciones; practicar sexo seguro; hacer ejercicio regularmente; realizarse chequeos médicos periódicos; controlar la presión arterial y las enfermedades metabólicas; beber suficiente agua; limitar el consumo de alimentos procesados; y evitar los alimentos salados. Ante enfermedades infecciosas como faringitis o impétigo, es fundamental consultar a un médico para recibir tratamiento oportuno y evitar complicaciones como la glomerulonefritis aguda. Si se sospecha glomerulonefritis aguda, es necesario acudir a clínicas especializadas de nefrología y urología para recibir tratamiento y asesoramiento dietético adecuado.
Trinh Mai
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