No sorprende que Pyongyang también haya hecho públicos numerosos detalles sobre este asunto. Por ejemplo, Corea del Norte ha aclarado que la misión del satélite es monitorear directamente las actividades militares de Estados Unidos y sus aliados estratégicos tradicionales en el noreste de Asia —Japón y Corea del Sur— con el fin no solo de comprender la situación, sino también de responder y prevenir de forma proactiva, así como para continuar probando otras características y tecnologías relacionadas con cohetes y satélites. Pyongyang solo informó a Tokio con antelación.
Corea del Norte se prepara para lanzar un satélite militar, Japón se prepara para posibles contingencias.
Todo esto tiene un significado y un propósito ocultos. Corea del Norte está prohibida y sancionada por la ONU por sus pruebas nucleares y lanzamientos de misiles. Sin embargo, la ONU no puede prohibir ni sancionar a Pyongyang por lanzar un cohete para poner un satélite en órbita. Esto significa que Estados Unidos, Japón, Corea del Sur o cualquier otro país solo pueden oponerse o intentar impedir que Corea del Norte lance un cohete para poner un satélite en órbita.
El líder norcoreano Kim Jong-un se reúne con miembros del comité de preparación para el lanzamiento de satélites en Pyongyang el 16 de mayo.
Recientemente, Estados Unidos, Corea del Sur y Japón han intensificado su coordinación en respuesta a los continuos lanzamientos de misiles de Corea del Norte. Esta acción, por lo tanto, representa una forma en que Corea del Norte juega sus cartas abiertamente para lograr simultáneamente todos sus objetivos: reafirmar la continuidad de su programa de misiles y disuadir a los otros tres países, de modo que Japón no derribe los misiles norcoreanos y se cree un hecho consumado que obligue a la otra parte a detenerse.
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