El Ministerio de Relaciones Exteriores de China emitió un comunicado a última hora del 21 de mayo en el que afirmaba que el viceministro Sun Weidong había convocado al embajador japonés Hideo Tarumi para expresarle su "insatisfacción y firme oposición" a lo que China calificó de informes exagerados relacionados con China en la cumbre del G7, que tuvo lugar en Hiroshima, Japón, del 19 al 21 de mayo. 
Los líderes del G7 y la UE se reunieron en Hiroshima el 19 de mayo.
Según Reuters, el Sr. Ton afirmó que Japón se había unido a los países restantes del G7 (Reino Unido, Canadá, Alemania, Estados Unidos, Francia e Italia) "para difamar y atacar a China, interferir gravemente en los asuntos internos de China, violar los principios básicos del derecho internacional y el espíritu de los cuatro documentos políticos entre los dos países".
En respuesta, el embajador Tarumi dijo que era normal que el G7 planteara preocupaciones comunes y que continuarían haciéndolo si China no tomaba medidas positivas para cambiar su comportamiento y abordar esas preocupaciones.
El secretario jefe del gabinete japonés, Hirokazu Matsuno, subrayó el 22 de mayo que la política de Japón hacia China sigue siendo coherente y que Tokio se pronunciará sobre los asuntos necesarios, pero también cooperará en cuestiones comunes.
Según la declaración conjunta del G7, los líderes hicieron hincapié en la importancia de construir una relación estable con China, mantener un diálogo franco, pero también estar dispuestos a expresar sus preocupaciones directamente.
Los países afirmaron que la cooperación con China en cuestiones globales de interés común es necesaria y que el enfoque del G7 no pretende obstaculizar el desarrollo del país.
Sin embargo, la declaración conjunta también mencionó preocupaciones sobre el comportamiento económico negativo, la situación en el Mar del Este y el Mar de China Oriental, cuestiones de derechos humanos en China, y reafirmó la importancia de la paz y la estabilidad en el Estrecho de Taiwán.
El viceministro Sun Weidong afirmó que Taiwán era "el núcleo de los intereses fundamentales de China" y una "línea roja que no debe cruzarse". Declaró que las cuestiones de derechos humanos eran asuntos internos de China y que no se permitía que ninguna fuerza externa hiciera comentarios irresponsables ni interfiriera deliberadamente.
En otro orden de cosas, la Embajada de China en el Reino Unido emitió un comunicado instando a Londres a no difamar ni denigrar a Pekín para evitar mayores daños a las relaciones bilaterales. El comunicado se publicó después de que el primer ministro británico, Rishi Sunak, calificara a China como el mayor desafío para la seguridad y la prosperidad mundiales.
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