El campo magnético errante podría haber tenido efectos notables en los humanos. Fuente: Maximilian Schanner (Centro de Geociencias GFZ Helmholtz, Potsdam, Alemania)
Una colaboración entre un arqueólogo que estudia la relación entre los humanos y el medio ambiente y dos geofísicos que estudian la actividad solar y el campo magnético terrestre ha arrojado resultados sorprendentes. Inicialmente, el equipo se preguntó si era posible vincular el clima espacial con el comportamiento humano. Pero después de dos años, afirman que los resultados —personales, profesionales y científicos— han valido la pena.
El trabajo, publicado en la revista Science Advances, comienza con una gran pregunta: ¿Qué pasó con la vida cuando el escudo magnético de la Tierra casi colapsó hace 41.000 años?
Los dioses brillantes en los cielos de Europa podían ser espectaculares o aterradores, o ambas cosas, para los pueblos antiguos. Fuente: The Conversation
El evento Laschamps: Cuando la Tierra perdió su escudo
El fenómeno se conoce como el Evento de Laschamps. Fue una breve pero drástica disrupción geomagnética detectada por primera vez en depósitos volcánicos de Francia. Cerca del final del Pleistoceno, los polos magnéticos no se invirtieron por completo, como suele ocurrir cada pocos cientos de miles de años, sino que se desplazaron caóticamente a lo largo de miles de kilómetros. La intensidad del campo magnético se redujo a menos del 10 % de su intensidad actual.
En condiciones normales, el campo magnético terrestre actúa como un imán gigante. Pero durante el evento de Laschamps, el campo se dividió en varios polos débiles dispersos por todo el globo. La magnetosfera, que bloquea el viento solar y los rayos ultravioleta, se debilitó gravemente.
Como resultado, las auroras aparecieron incluso cerca del ecuador, y la Tierra quedó expuesta a niveles de radiación solar mucho más altos que los actuales. Los cielos eran gloriosos y peligrosos a la vez. Los científicos afirman que la población de la época debió verse gravemente afectada.
El ocre natural puede actuar como protector solar al aplicarse sobre la piel. Fuente: Museo Egipcio de Turín
¿Cómo se las arreglaban los pueblos antiguos?
La arqueología demuestra que las personas de este período tenían una reacción distinta. Las auroras podían causar asombro, miedo o inspirar rituales. Pero el verdadero peligro provenía de la radiación ultravioleta, que causaba quemaduras solares, pérdida de visión, defectos de nacimiento y otros problemas de salud.
Para adaptarse, los humanos se refugiaron en cuevas, usaron ropa extra e incluso se aplicaron ocre en la piel como protector solar. La evidencia arqueológica en Europa sugiere que estos comportamientos aumentaron significativamente durante el período Laschamps.
En aquella época, tanto los neandertales como el Homo sapiens coexistían en Europa. Sus áreas de distribución solo se solapaban parcialmente, y respondieron de forma diferente: algunos grupos dependían en gran medida de los refugios, mientras que otros desarrollaron herramientas y una cultura material para protegerse.
Los investigadores enfatizan que este cambio no puede atribuirse completamente al clima espacial, y que el evento de Laschamps no fue la única causa de la extinción de los neandertales. Fue solo uno de los muchos factores invisibles pero poderosos que moldearon la adaptación e innovación humanas.
Ilustración artística de cómo podrían verse las auroras en latitudes más bajas durante la expedición Laschamps. Crédito: Maximilian Schanner (Centro Helmholtz de Geociencias GFZ, Potsdam, Alemania)
Lecciones de la colaboración interdisciplinaria
Combinar la arqueología y la geofísica fue inicialmente difícil, pero abrió nuevas perspectivas. La arqueología estaba acostumbrada a descifrar los rastros invisibles del clima, mientras que la geofísica se centraba más en los datos y la modelización. Cuando ambos campos se fusionaron, la historia de cómo el espacio afecta la vida humana se volvió más clara.
Los científicos afirman que el evento de Laschamps no fue un evento único. El campo magnético de la Tierra se ha visto alterado muchas veces y seguramente volverá a hacerlo en el futuro. Comprender cómo nuestros antepasados lidiaron con los cielos cargados de radiación hace 41.000 años podría ayudar a los humanos modernos a prepararse para escenarios similares.
El estudio también demuestra el valor de trascender las fronteras profesionales. El espacio, aunque vasto, nos conecta con la Tierra. Y a veces, esa conexión comienza con algo tan simple como el ocre, un abrigo o una capa de protector solar prehistórico.
Fuente: https://doanhnghiepvn.vn/cong-nghe/41-000-nam-truoc-trai-dat-bien-thanh-lo-vi-song-vu-tru-to-tien-loai-nguoi-da-thoat-hiem-ra-sao/20250904082741945






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