El gasto continuo de enormes sumas de dinero por parte de los gobiernos ha disparado la carga de la deuda pública. (Fuente: Reuters) |
Esta es la conclusión de un estudio presentado en la Conferencia de Bancos Centrales de Jackson Hole organizada por la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) el 26 de agosto en Kansas City, Wyoming, EE.UU.
El estudio indica que, desde 2007, la deuda pública mundial ha aumentado, en promedio, del 40 % del PIB al 60 %. En los países avanzados, esta proporción es aún mayor. Normalmente, Estados Unidos, la mayor economía del mundo , tiene una deuda pública superior al PIB. Hace 15 años, la deuda pública estadounidense equivalía a aproximadamente el 70 % del PIB.
A pesar de las preocupaciones sobre un crecimiento basado en un alto apalancamiento de la deuda pública, “la reducción de la deuda, aunque deseable en principio, es difícil de lograr en la práctica”, señaló el experto Serkan Arslanalp, economista del Fondo Monetario Internacional (FMI), y el profesor Barry Eichengreen de la Universidad de California (EE.UU.).
Esto representa un cambio significativo respecto del pasado, cuando los países habían logrado reducir con éxito sus ratios deuda/PIB.
Muchas economías no podrán hacer frente a la carga de la deuda de las poblaciones envejecidas, según los dos autores del estudio, por lo que se necesitará nueva financiación pública para necesidades como la atención sanitaria y las pensiones.
Mientras tanto, el aumento de las tasas de interés desde mínimos históricos también está aumentando los costos del servicio de la deuda, y las divisiones políticas han dificultado que los países logren, o incluso mantengan, los superávits presupuestarios actuales.
Los economistas Arslanalp y Eichengreen destacaron que la inflación, a menos que aumente inesperadamente durante un largo período, no reducirá los ratios de deuda y que la reestructuración de la deuda de los países en desarrollo se ha vuelto más difícil a medida que el grupo de acreedores se ha ampliado.
Los autores señalan que los gobiernos tendrán dificultades con una elevada deuda heredada, transmitida de un gobierno a otro. Esto requerirá que los gobiernos se centren más en limitar el gasto, considerar aumentos de impuestos y mejorar la regulación bancaria para evitar posibles quiebras.
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